Amarte en pedazos.

☀07. 1ero de Agosto.

Alisson.

Pasé mucho tiempo de mi vida pensando que todo tiene un costo, que nada es gratis, que siempre hay que regresar algo, por ejemplo: en mi caso, un don excepcional conlleva grandes responsabilidades. Algo que nunca pedí pero que la vida me otorgó.

¿De qué sirve tener un don excepcional a cambio de una vida miserable?

¿Por qué tuve que tenerlo todo y perderlo en el mismo momento?

Gonzalo tenía 25 años cuando ocurrió el accidente y yo 20. Mi madre 50 y mi padre 55. Fue hace exactamente 3 años. Desde entonces estas fechas son bastante difíciles para nosotros. Cuando todos estábamos juntos nos encantaba viajar en todas las vacaciones, feriados, días libres, pero después... después viajar solo significó un áspero recuerdo de soledad para ambos.

Cualquier ocasión para la Familia Rockefeller era perfecto para explorar pero todo eso cambió después de la muerte de mi hermano y mi madre. Intento no recordar el accidente, lo recuerdo mucho menos que antes.

Ese 1ero de Agosto los médicos nos dieron la mejor noticia del mundo: Roxan había vencido oficialmente el cáncer de mama. Luego de 2 duros años de tratamiento, quimioterapias, radioterapias, mucha fe y unión familiar.

Esa mañana no contábamos con ir a una consulta médica, tampoco que nos informaran sobre la maravillosa noticia. Demasiadas cosas buenas nos sucedieron esa mañana.

Nunca pensé que sería el último momento con ellos.

Mi padre estaba de viaje en Africa. Sí, África. Él quiso que todos lo acompañáramos pero por el estado de salud de mi madre Gonzalo y yo quisimos quedarnos para cuidarla. Paul se marchó nostálgico, le costó dejarnos. Siempre pensé que en el fondo tuvo miedo de que algo nos pudiera pasar y desgraciadamente así fue. Sin embargo, cuando algo es para ti ni que te quites ni que te alejes. No me queda más que agradecer que mi padre no estuviera porque tal vez yo hubiera quedado huérfana.

Gonzalo, por otra parte, se había unido a los Marines 3 años atrás. Antes de que mi madre presentara síntomas de su enfermedad. Cuando se enteró fue por una llamada, no había ninguna otra forma de comunicarnos con él. Se lo ocultamos, por un par de meses pero mamá lo quería cerca, que supiera la verdad. No pude ver la reacción de su cara. En cuanto supo casi se vuelve loco. Mis padres y yo tuvimos miedo de perderlo en Irak por la noticia, que no estuviera concentrado en su misión, en sus responsabilidades como Marine y que por tener los pensamientos en casa, en mamá, en la enfermedad, lo mataran. Gracias a Dios no fue así y regresó con nosotros.

Luego del primer año de tratamiento de mi madre Gonzalo se volvió a ir. Primero fue por 6 semanas pero luego se extendió a 3 meses. Cuando regresó mi madre estaba muy delicada y dijo que no volvería a irse. Estuvo bastante tiempo con nosotros y un mes antes del accidente lo volvieron a solicitar, esta vez para un puesto más tranquilo donde su vida no "corría tanto peligro". Mi madre, pensando que sería la última vez que se iría lo convenció. Se supone que serían otras 6 semanas más y se retiraría, para siempre.

Su llegada a la casa fue muy inesperada, dos días antes del accidente y un día antes de que mi padre se marchara a África.

—No pude aguantar.—Entró a la casa eufórico. Todos nos sorprendimos. Mi padre lloró de la emoción.

De inmediato se tumbó a los brazos de mi madre.—Me da miedo perderte, no me voy a separar de tu lado hasta que venzamos al cáncer. Juntos.

Y así fue, la mañana de la hermosa noticia estuvieron juntos, la diferencia es que no se volvieron a separar. Se fueron unidos.

Al salir del hospital decidimos embarcarnos en una aventura: Ir a una hermosa montaña a las afueras de la ciudad para celebrar el triunfo, rezar y liberarnos de todas las cosas malas que nos trajo la enfermedad de mi madre. En ese momento, le envié un mensaje de texto a Alonso.

Para: Alonsito de mi corazón.

De: Alisson.

***Amor, nos acaban de dar la noticia más increíble de la historia. Mi madre está sana y salva. Es algo tan increíble que estamos yendo a toda prisa a subir al Pico La Esperanza. Ven en cuanto puedas, por favor. ***

—Lo logramos mamá.—Gonzalo se encontraba de copiloto y yo en la parte trasera. Estábamos regresando del hospital.

Mi madre bajó todas las ventanas de la camioneta y el aire nos rodeó completamente. Subimos el volumen de la música y empezamos a cantar.

—Mi madre es una luchadora.—Grité a todo pulmón por las ventanas. La ciudad entera me escuchó.

Roxan se sonrojó y se río.

—Hija no hagas eso, aún es temprano para los vecinos.

—Mi mamá venció la lucha contra el cáncer.—Esta vez el grito fue de Gonzalo, quien se sentó en la ventana y empezó a cantar y gritar, yo le seguí la dinámica.

Asustamos a mi madre. Nos regaño y nos obligó a entrar a la camioneta. En el fondo, creo que ella tampoco había asimilado la importancia de la noticia, estaba en un estado de felicidad y de shock.

—Hay que llamar a tu padre, Gonzalo llámalo por teléfono.

—Mamá, está en África, no creo que responda.—respondió Gonzalo, quién tampoco tenía el número africano de papá.

—No importa.—Insistió. La cartera de mamá estaba en la parte trasera del auto.—Cariño, salta a la maleta y agarra mi bolsa, no sé por qué está ahí.

Al agarrar el teléfono marqué a mi padre pero salió la contestadora.

—A la cuenta de 3 le damos la noticia.—Gonzalo dio la idea y todos emocionados esperamos a la de 3.

—1.—Empezó mi madre.

—2.—Continuó mi hermano.

—3.—Terminé yo.

—¡Mamá venció al cáncer!—Gritamos los 3 al unísono con nuestra mayor sonrisa.




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