Alessia.
Alisson siempre ha sido muy impredecible. Cuando ella regresó a universidad y fuimos compañeras de cuarto pensé muchas veces que la abandonaría. Le costó tanto adaptarse de nuevo pero encontró paz y tranquilidad en sus viajes a África. Luego comenzó a tener una idea que me sorprendió y alegró mucho: una revista dedicada a los soldados del ejercito de USA.
Flashback.
—La tesis te va a volver más loca de lo que ya estás. —Le comenté a Alisson tumbándome en su cama. Ella aparece ignorarme metida en su computadora. —Oye deja de ignorarme. —Reclamo haciendo puchero. Alisson no me mira y solo refunfuña. De golpe tomo su laptop y empiezo a caminar en la habitación con ella en mis brazos.
—No, Alessia. —Me persigue. —No toques mis cosas. —Se queja siguiendo mis pasos pero soy más rápida. Voy leyendo la información y las páginas en las que está metida y no puedo creer lo que ha hecho.
—¿Esto es lo que has hecho estas últimas semanas tan secretamente? —La interrogo apartando de mí con una mano. Alisson se obstina y me arrebata la computadora con su mano.
Alguien no está de buen humor...
—Sí, pero probablemente ya lo hayas arruinado todo, Alessia. —Responde tumbándose en la cama, cerrando la laptop y viendo al techo.
—¿Qué? ¿Por qué? —Reclamo. —Alisson...—La obligo a que me vea a los ojos aplastándola debajo de mí—¿Qué hablamos de la superstición? Pensé que lo habíamos superado, ambas.
—No respiro. —Dice por lo bajo y me echa a un lado de su cama. Se sienta y bufa. —Es solo una idea que tengo...—responde tímida.
—¿Una idea? —Abro los ojos. —Ya es todo un proyecto que tienes desarrollado Alisson. ¡Me encanta! —Exclamo y esta vez ella se queda boquiabierta.
—¿En serio? —Pregunta tímida y yo vuelvo a abrir su laptop para ver todo su trabajo.
—Oh sí. —respondo con una sonrisa en mi cara y la hago sonreír también. —Todo el material que llevas es precioso, la portada, las páginas, la paleta de colores, es increíble que hayas hecho todo esto tu sola. —Digo sin creerlo.
—Te confieso que me costó mucho. Por eso quiero terminarlo antes de empezar la tesis.
—¿Cuál será tu siguiente paso? —Pregunto. —Es decir, debes enviarlo a alguna editorial o algo por el estilo ¿no?
—Ya lo hice. —Dice emocionada. —Me respondieron que termine el material, lo envíe para correcciones y que podríamos hablar sobre números.
Me abalanzo sobre ella de la emoción y celebramos por la gran oportunidad que se le ha presentado.
—Me da miedo que no les parezca tan bueno en realidad. —Comenta. Agarro su mano y la aprieto.
—Nunca dudes de tu potencial, sobre todo cuando sabes que lo tienes. ¿Cuál es tu propósito con esto?
—Quiero agradecerles de alguna manera... quiero que todos los marines puedan contar su historia. Deseo que el mundo los valore y aprecie más porque son más que soldados. Mi propósito es aliviar de alguna manera su dolor.
—¿Y que pasará con la fundación?
—Sigue en pie.—Afirma.—Son mis dos grandes proyectos que pienso llevar hacia el futuro.
Fin del flashback.
Estoy tan orgullosa de ella, no es solo mi mejor amiga sino una hermana para mí.
La hermana que nunca tuve pero que no pienso perder, a ella no.
—Hola, bonita.
Alex me sorprende por detrás mientras camino. Sonrío al verlo, es imposible que no note lo nerviosa que me pone.
—Hola, guapo. —Le guiño el ojo y acerca nuestras bocas. Después del ligero beso se despega.
—Me hizo falta tu compañía. —Me ruborizo y él es consciente de esto. —Pero me emociona sabes qué haremos hoy.
—Estoy esperando a Alisson, mi amiga, por aquí para bajar al puerto. —Respondo sin soltarme de su agarre.
—Genial. Santa Lucía debe ser increíble.
—Seguro que sí. —Respondo y ambos nos sentamos en un lindo mueble. —¿Dónde están tus amigos de ayer en los bolos? —Pregunto.
—Algunos dormidos, otros con sus novias, esas cosas por el estilo. —Responde tranquilo. —Seguro esta noche los vemos.
—Me parece bien. Hoy la temática de la cena es primavera.
—Perfecto. ¿Qué piensas ponerte? Me gustaría que estuviéramos combinados. —Me hace reír como tonta.
—No lo sé. Pienso ir a uno de los centros comerciales de aquí y ver todas las tiendas. —Le digo emocionada. Alex hace una mueca. —¿Qué pasa?
—Creo que voy a necesitar bajar más dinero para comprarte todo lo que desees. —Dice ¿bromeando?
—Oh no. Yo no te lo estoy pidiendo a ti, no te preocupes. —Le digo con vergüenza. —Yo puedo pagarme absolutamente todo. El dinero no es un problema para mí.
—Y para mí tampoco. —Sonríe.
Me siento incómoda con esto que me dice y Alex se da cuenta en el instante,
—Oye lo siento, no quise ponerte incómoda con mi comentario. —Se disculpa dándome un beso en la mejilla. —Solo que sé que a ustedes las mujeres les encantan las compras. Tampoco estoy diciendo que eso es lo único que les gusta a las chicas. —Se empieza a poner nervioso. —Solo qué a muchas les gusta ser coquetas. Hay otras que no son coquetas. Tú no lo eres. —Aclara rápidamente. —Pero...—No dejo que termine porque lo interrumpo.
—Alex. —Le cayo. — Tranquilo, lo sé. Solo que no me esperaba que me dijeras eso. Yo no quiero que me regales cosas materiales. Cuando convivo con otras personas me gusta más que me den buenos recuerdos para atesorar.
—Vaya que eres increíble. —Me dice y sonrío viendo el piso.
—Gracias, en fin. —Busco en mi cartera uno pequeños chicles que he comprado para él. —Toma. —Se los tiendo. —Hace un rato te compré estos chicles. Ayer me acabé tu caja preferida. —Reí.