Amarte en pedazos.

☀23. Perfecta sincronía.

Alisson.

—Eso ha sido bastante incómodo. —Menciona Mateo sentándose en la mesa seguido de Alex y Alessia. Mi mente está dando tantas vueltas que me quedo parada al lado de mi silla pensativa.

—Siéntate. —Me despierta Alessia y le hago caso.

—Me refiero a qué durante el tiempo que llevamos conociendo a Dylan. —Señala a Alex y a sí mismo. —No vimos ninguna conducta ni patrón que nos indicara que es así de cruel.

Charles, quién ahora está en el servicio del festival de primavera interrumpe nuestra conversación dándonos los menús y aunque espero que el tema de conversación termine para cuando pidamos lastimosamente mis deseos no se ven hechos realidad.

—No quiero hablar mal de un amigo tuyo. —Alessia habla con Alex y Mateo. —Pero sí, Alisson me contó que fue muy malo con ella y su relación los últimos meses. Alex y Mateo se ven las caras.

Me siento sumamente incómoda. No quiero que se desate un odio o resentimiento por Dylan de parte de sus amigos.

—Bueno...—Dice Mateo apenado y llama mi atención. —Espero que eso no sea un problema para ti, Alisson, aunque no sé si Dylan regrese del baño.

—Dylan tendrá que darnos una explicación porque me cae bastante pesado su actitud con alguien tan amable como tú. —me defiende Alex.

—Chicos. —Digo para cerrar la conversación. —Hay mucho trasfondo en el por qué Dylan actuó de esa forma en su momento.

—¿Ah sí? ¿Y tú lo sabes? —Pregunto Alessia y en ese momento traen nuestras bebidas.

—Sí. No es tan fácil de explicar y no justifico a Dylan por lo que me hizo. Tengo que disculparme contigo. —Le digo a Mateo, que deja su vaso de jugo ante mi seriedad. —y contigo, Alex. No fue mi intención nunca incomodar de tal forma a su amigo es solo que verlo... Fui una perra.

Alessia negó con su mirada soltando una leve risilla y Alex y Mateo comprendieron mi actitud perfectamente.

—Tranquila, Alisson. Nuestra forma de verte no va a cambiar por Dylan y tampoco lo juzgaremos a él. —Me apoya Alex.

—Es cierto. —Le sigue Mateo, quién es el primero en recibir su plato de sushi y no nos espera para comer. —Mientras todo esté bien entre ustedes nosotros estaremos cómodos. —Dice con mientras traga un rol california. Casi se ahoga por lo que Alex un poco asqueado por su forma de comer y hablar a la vez le da leves palmadas en la espalda para que no muera asfixiado.

—Sí. Todo está bien entre nosotros. Solo fue un arranque. —Concluyo.

Pasan unos segundos y la conversación ya no se centra en Dylan ni yo. Alessia está feliz junto a Alex, quién también se ve contento y Mateo... Mateo solo come. Come como si no hubiera un mañana.

Un par de minutos después parece que la ausencia de Dylan solo la noto yo. Mi plato de comida lo dejo intacto y decido pararme al baño, cosa que ninguno de las otras tres personas en la mesa parece notar puesto que están muy ocupados besándose y hablando con el atún.

Camino entre los pequeños grupos de personas que hay en el piso 10 y las mesas perfectamente acomodadas. La música, que está a un volumen no muy elevado, me permite escuchar un poco de música contemporánea. Cuando llego a uno de los baños escucho como un leve sonido de un vidrio romperse.

El baño de hombres... ¿Dylan estará ahí?

—¿Dylan? —Susurro a la puerta. Poca gente transita por ese lado del barco para mi suerte. No seria nada bonito ver a una chica hablar con la puerta del baño de hombres.

Vuelvo a escuchar un leve sonido de vidrios rotos por el piso y decido entrar, sigilosa.

Pero me encuentro con algo peor de lo que me imaginé.

Un espejo roto, un pequeño charco de sangre, una pierna regada en el piso y a Dylan con intenciones de clavarse un cristal del espejo en una de sus venas. ¿Por qué siempre tú, Alisson?

—Eso no aliviará tu dolor. —Dylan parece asustarse con mi voz. Aparta a un lado el cristal de su mano y se sienta como puede contra la pared del baño para verme. Tiene la respiración agitada, los puños con morados y los nudillos rotos.

Tengo que ayudarlo. Giro sobre mis pies y busco por todas partes del baño un letrero que diga "fuera de servicio ". Todos los baños deben tenerlo.

—¿Qué estás haciendo? —Me dirige la palabra luego de unos segundos.

—Lo encontré. —Exclamo con el pequeño letrero escondido por detrás del lujoso mesón de granito de los lavamanos. Me acerco a la puerta, la abro y miro en ambas direcciones. No hay nadie viendo. Coloco el cartel en la cerradura y le paso llave por dentro para asegurarme que nadie entre.

—Soñé muchas veces esto. Tú encerrándome en un lugar oscuro para hacer cosas indecentes.

Dios. Ha querido suicidarse hace 5 minutos y ahora me dice cosas indecentes. Eres más que bipolar, Dylan.

Ruedo mis ojos sin prestarle atención a su comentario. Agarro su pierna robótica—que es bastante pesada—y veo si está en optimas condiciones.

—Tienes suerte de que no la hayas dañado por tu ataque de ira. —la termino de revisa y Dylan sigue en la misma posición. Parece no querer moverse.

—No soy tan estúpido como para impedirme a mi mismo caminar. —Suelta un suspiro e intenta pararse. Le tiendo una mano pero me la niega.

El orgullo lo mata.

Una vez parado y ayudando del lavamanos. Puedo verlo mejor. Siempre ha sido alto, delgado, con proporciones correctas. Ha cambiado mucho desde la última vez que lo vi.

—Estás distinto. —Me alegro por él. No parece ser el mismo Dylan bebedor, fumador, adicto al juego. Está musculoso, sus dientes no están amarillos y su apariencia es casi como la de un modelo. Lástima que sea un cretino.

—Nadie cambia tanto cuando pierde una pierna. —Me da un falsa sonrisa y su tono sarcástico era de esperarse.

—Creo que cambiamos más si perdemos una extremidad superior.

Su falsa sonrisa se va de su rostro y me da una mirada profunda. Tan profunda que se ve... guapo.




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