Amarte en pedazos.

☀ 29. La moneda.

Alessia.

 

Intento convencer a Alisson de que lo hagamos juntas. Ya tengo todo el itinerario del día de hoy: spa, salón de belleza, compras en la joyería, masajes, piscina, Alex y ese tal Dylan. 

Me sorprendió mucho que mi mejor amiga no me hubiera contado sobre ese abusivo que le hizo bullying antes y después del accidente. Ella solo se precipitó a susurrarme en el baño, porque no quería que nadie escuchara, que Dylan había cambiado y que todo lo que hizo fue porque siempre estuvo enamorada de ella. Vaya manera de demostrar amor. Pero que como nunca tuvo la oportunidad de decírselo porque la chica de sus sueños salía con su mejor amigo, transformó el amor en un odio disfrazado para poder seguir conviviendo con ellos. Creo que su plan no le funcionó muy bien aquella tarde donde Alonso lo cayó a golpes y decidió alejarse para siempre de sus vidas. Todo parece seguir su curso hasta que la película trágica de amor continúa su curso cuando el joven de muchos tatuajes y pinta de bad boy vuelve a aparecer en N.Y, en la galería de artes de mi amiga como por arte de magia. 

Alisson no me da muchos detalles sobre qué fue exactamente lo que sucedió ese día pero por la mirada nerviosa que me da solo me deja pensar en dos opciones: se lo lió y no quiere admitirlo o realmente tuvieron una pelea bastante fuerte. Yo personalmente creo que son ambas, vaya que a mi amiga le gustan los hombres complicados; pensar que con Alonso todo fue tan sencillo por 3 años. 

Al despertarme y ver a Alex dormir plácidamente junto a mí los recuerdos de la perturbadora noche anterior se asoman como desgracias en mi cabeza. Alex pudo haber muerto sino fuera por Alonso y todo por una estúpida broma... somos tal para cual. 

Noche anterior 

—Creo que tu amiga no va a volver.—Mateo, quien continúa comiendo su sushi, no para de hablar de la belleza incomparable de Alisson. Tanto así que le susurro unas cuántas veces en el oído a Alex si está seguro que este amigo suyo es gay. 

Luego de muchas veces de repetírmelo le creo.—Te he dicho que sí, Alessia. Ahora come.—Me susurró en el oído. Me volví a acomodar en mi asiento y no me preocupé mas por Alisson.

 Es una mujer adulta, ella sabe lo que hace. Confío. Sin esperar que horas después llegue esposada con el estúpido de Dylan. 

Decido conocer más al mencionado anteriormente porque la forma en que miró a  Alisson por primera vez fue con susto pero sorpresa. 

—¿Desde hace cuánto eres amigo de Dylan?—Le pregunto a Alex, quién detiene el bocado de tempura en su tenedor y se queda pensativo. ¿Por qué lo piensa tanto? 

—Un año, año y medio mas o menos. ¿No es cierto, mateo?—Le pregunta a su amigo que no le hace ningún caso. Este asiente pidiendo otro plato de sushi. Alex tiene amigos muy extraños. 

Ah ya veo....—respondo sin que me convenza su vaga respuesta. Este esconde algo.—¿Y cómo lo conociste?—Por la mirada de auxilio que le tienda a Mateo y que este deje de comer sé que hay gato encerrado. 

—Amigos en común, una noche de alcohol y descontrol.—Intenta arreglar Mateo pero lo único que hace es empeorarlo. Dirijo mi mirada a Alex enarcado una ceja. 

Es mentira, linda.—Se apresura a decir y es interrumpido por Mateo nuevamente. 

—Sí es mentira, linda. Me gusta fastidiar a mis amigos frente a sus conquistas.—Se mete salmón en la boca y yo suelto la mano que tengo agarrada con Alex. 

Conquistas... conquistas... P-l-u-r-a-l. La palabra me cachetea y caigo en cuenta de que es verdad. Vamos, en este crucero he conocido a este ardiente español que tiene toda la pinta de ser un don Juan, sin embargo he pasado ya dos días junto a él y me ha encantado pero ¿de verdad me he creído en 48 horas que seré la mujer que lo cambie?  Si he sido ilusa. Alex siente como el comentario de Mateo me ha enojado y mientras ese nos ignora vuelve a susurrar en mi oído.—Disculpa a Mateo, dice muchas cosas que no debe. 

Claro que dice cosas que no debe, es por eso que pienso sacarle toda la sopa.

—Entonces Mateo, ¿me dirás o no realmente cómo se conocieron Dylan y Alex?

Noto como el español se inquieta y luego de lanzarle miradas amenazantes a Mateo, pretendiendo que yo no me de cuenta, su amigo habla. 

—Amistades en común. —Se limita a decir. Veo como a Alex le regresa el color a la cara. 

Luego de unos intentos más por averiguar lo mismo me rindo al ver la actitud cerrada de Mateo y Alex con respecto a este tema. Me veo en la necesidad de recurrir a un plan maestro que les obligará a decírmelo: alcohol. El alcohol lo soluciona todo y puesto que la noche anterior después de los bolos pude ver que estos dos no aguantan ni media hora, más fácil para mí. 

Al terminar de comer no veo por ninguna parte de la cubierta a mi amiga. Decido dejar de buscarla con la mirada y comienzo mi plan maestro. Con la música playera sonando y muchas personas comiendo aún me fijo en el reloj: 10:30 de la noche. La hora perfecta para el club nocturno. 

—Oye Mateo, ¿es cierto que Alex era el mejor bailarín antes?—Llamo su atención y el español me mira por encima del hombro de manera rara. Ya sabe que planeo algo. 

—Sí, eso nos ha contado.—No le da mucha importancia. 

—¿No quisieras comprobar si es cierto? A esta hora hay hora de salsa en el club nocturno y después de las 12 tragos gratis.—Le pico un ojo a Mateo, quién no puede resistirse a la propuesta nos ponemos en marcha. 

4 horas más tarde

—Ya vámonos, por favor.—Me suplica Alex por encima de la música besando mi cuello apasionadamente. Le respondo el beso con deseo mientras me acorrala contra la pared. 




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