Amarte en pedazos.

☀39. ¿Vas a hacerte responsable?

Alonso. 

Todo el día de navegación lo pasé con Melissa, quien luego de hartarse de hablarme mal de Alisson, comenzó a mostrarme su lado tierno y dulce, el de adolescente de 19 años que es.

Luego de salir del desayuno hecho una furia por la repentina sorpresa de que Alisson y Dylan habían arreglado sus problemas, y hasta vuelto a verse en N.Y, Melissa me contó la historia.

—¿Dylan tiene cáncer?—Pregunto serio.

Ella torna sus ojos tristes.—Sí.—Asiente y una lágrima sale por su rostro.

Cuando se trata de la familia y de la enfermedad, nuestros corazones son capaces de doblegarse. Hasta el mío, porque durante muchos años fue mi amigo, y aunque sé que cometió errores... ¿quién no lo ha hecho? No por eso merece cáncer, mucho menos una amputación.

Pienso por un momento que Alisson debe sentirse conectada a él porque ambos han pasado por cosas similares. Me siento mal. ¿Quién soy yo para obligarla a estar conmigo? Por un momento me he molestado por eso, pareciéndome solo un poco a Ezrael. Ella es libre de amar a quien quiera y con ese corazón tan bondadoso que tiene sé como se siente Dylan: deslumbrado por como brilla su alma.

Nunca me ha gustado ver a nadie triste por lo que le doy una sonrisa a Melissa y la acerco a mí para fundirnos en un abrazo donde ella no se suelta.

Luego de unos instantes nos separamos y decidimos meternos en la piscina. Melissa se queda en traje de baño y admito que no esperé ver esas curvas en una chica tan delgada como lo es. Me guiña un ojo, algo descarada, y se mete a la piscina.

Este vomito de unicornios nunca va a cambiar.

Yo remojo mis pies sintiendo el aroma del mar por todas partes. Hay mucha gente nadando, realizando las distintas actividades, la tirolinea funcionando y la pared de escalar. Vuelvo a posar mi mirada en Melissa quien nada de un lado para otro y se lleva consigo la mirada de varios hombres embobados. Pienso en que es muy chica para andar queriendo llamar la atención de los hombres, ella merece alguien que la quiera por quién es de verdad.

Mis ojos se desvían a lo lejos a la espalda de un hombre, subo mi mirada hacia su cabello y reconozco de inmediato de quien se trata: es Ezrael, quien se encuentra sin camisa tomando algo de sol en la piscina.

¿Cómo puede ser tan descarado de estar aquí?

Las ganas de ir y romperle de nuevo la cara pasan por mi mente, me paro con las manos hechas puños y me acerco.

—¿A dónde vas?—Melissa me sorprende, empapada en agua, envuelta en una toalla.

—¿Ah?—Le digo y veo como Ezrael se para de la silla donde estuvo recostado para acercarse a uno de los bares de la amplia cubierta para pedir un coctel.

Melissa me sacude por los hombros.—¡Estoy aquí!—Dice chasqueando sus dedos y yo río por sus pequeñas manos. Las tomo con las mías y me doy cuenta de que tiene la palma mas chiquita que haya visto.

—Eres un minion.—Ella parece enfurecer y con un golpe suave me tumba a la piscina.

—¡No!—Grito mientras caigo y por suerte agarro su dedo meñique y la arrastro conmigo al agua.

Ambos caemos y cuando salgo a la superficie para tomar aire Melissa me ahoga en broma por la cabeza. Me hundo por unos segundos pero luego con mi fuerza y su delgadez la agarro por la cintura sumergida en el agua y esta vez soy yo quien la ahoga.

Continuamos en este juego por varios minutos más pero Melissa termina ganándome en cuanto me hace cosquillas en los pies y yo me rindo. Las cosquillas en los pies son la perdición.

Escucho una risa inconfundible a lo lejos y Melissa se tira en mis brazos para continuar jugando pero no le presto atención y elevo mi mirada en dirección a la tirolinea. Casi puedo jurar que son Dylan y Alisson los que se están lanzando pero lo dudo, a ella jamás le han gustado las alturas luego del accidente. Sin embargo, mi boca se cae al piso al verlos bajas las escaleras para ir al otro extremo del barco agarrados de la mano. Ella tiene una sonrisa bastante amplia en su rostro mientras que la mía se esfuma.

Vuelvo a mirar a Melissa, quien también ha visto lo mismo que yo y me despego un poco por nuestra cercanía.

—A ti alguien te quiso mucho, pero la dejaste ir.

Pensé por un momento que hablaba por enésima vez de Alisson.—No toques el tema de nuevo, por favor.

—Hablo de Paula.

Me giro para verla. —¿Tú como sabes de Paula?—Pregunto y ella esquiva mi mirada. Chapotea un poco con el agua y después comienza a subir las escaleras para salir.

Le sigo las pisadas.—Te pregunté algo.—Le dije detrás de ella.

—Solo lo sé.—Me dice. Sé que oculta algo ¿Cómo puede saber ella sobre Paula? La acabo de conocer hace apenas 2 días.

—Todos parecen saber más de mi vida que yo.—Digo molesto recogiendo mi toalla para acercarme. Mi espalda arde, se me ha pasado el tiempo volando y no me he colocado protector solar.

—Déjame ayudarte.—Me dice Melissa, se coloca a mis espaldas y me quita de las manos el protector. Posa sus manos con crema sobre mí y lo restriega suavemente. Así hasta cubrirme todo.

—Gracias.—Digo amable. —¿Y tú? Cuéntame más de tu vida. ¿Dónde estás estudiando?

—En ninguna parte.—Me responde y se sienta a su lado.—No estoy en ninguna universidad.

—¿Por qué?—Pregunto sorprendido.

—No entré en ninguna pública y no puedo costearme el precio de una privada.—Me tiende una sonrisa.

Yo en cambio, nunca tuve ninguno de esos dos problemas. Me gradué de la universidad con honores a pesar del semestre en el que me salí por cuidar de Alisson. Luego comencé a trabajar, a temprana edad, y me ha estado yendo muy bien.

—Lo lamento.

—No tienes porqué. Me alegro de que muchas personas, incluyéndote, no se hayan topado con pesados problemas donde se involucre a la familia, el dinero y el futuro.—La escucho hablar.




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