Amarte en pedazos.

☀ 45. Bingo.

Narrador omnisciente. 

Las personas no escogen quiénes las amarán, pero pueden decidir si aceptar o no ese tipo de amor. 

Alonso estaba dando vueltas en su habitación como un gato enjaulado, gruñendo  y maldiciendo por lo bajo. ¿Cómo era posible que Paula estuviera embarazada de él? Pensó que se estaban protegiendo de manera adecuada y para cuando creyó quererla no se había dado cuenta de la terrible enfermedad que posee: obsesión. 

Al enfrentarla, la veracidad de sus palabras  le hizo comprender en el gran problema que estaba metido. Esa mujer no le dejaría en paz hasta que estuvieran juntos, por las buenas o por las malas, llevándose a cualquiera por delante y desatando un infierno de mentiras si es necesario con tal de tener a Alonso.  Es por eso que se sentó, en el borde de su cama, a pensar. 

Si era verdad que Alonso no sabía en lo absoluto que Alisson estaría en ese crucero pero si alguien lo debía saber era su ex, Paula. ¿Qué otras cosas extrañas habían pasado? Sus celos compulsivos, la pelea en el pasillo que tuvo con Alisson y por último ahora la inesperada sorpresa de que  está esperando un hijo de él. 

Sin embargo, en la cabeza de Alonso hay piezas que no encajan.  Tiene un muy mal presentimiento y es por eso que decidió hace un par de horas verse obligado a averiguar más sobre la supuesta madre de su hija, quien fue su pareja hace un tiempo y que hoy se encuentra desatando su ira contra su viejo amor. No es ningún secreto, por las empresas y negocios de la Familia McGregor, que tienen contactos de investigadores privados que usan en extremos casos de emergencia, como este.  Pero de lo que Alonso no se ha dado cuenta es que tiene todas las piezas sobre la mesa y la clave de todo es ese tipo que durante un tiempo estuvo golpeando a Alisson Rockefeller, Ezrael. 

Cuando el reloj marca las 7:00pm el estómago de Alonso ruge fuertemente. Se obliga a verse en el espejo, dándose cuenta de que tiene un aspecto terrible. No se ha afeitado en tres días, tiene ojeras bajo sus ojos y la noticia de que será papá le ha echado 10 años encima. Con pereza se coloca una vestimenta más aceptable que su camiseta e interiores y sale de la habitación bostezando. 

—Deseo que este infierno de crucero termine.—Dice para sí  mismo mientras agarra el ascensor. 

Ni él mismo sabe por qué está haciendo todo lo que hace. Recordar como Dylan, su amigo de hace años, ahora tiene oportunidad con el amor de su vida le retuerce pero al final la única que tiene que decidir con quién quiere estar es esa pelirroja por la cual se ha muerto de amor durante tanto tiempo. Por otra parte, sabe que debe comentarle algo sobre su enfermedad o por lo menos demostrarle que tiene su apoyo para lo que necesite.  A la vez... se pregunta si la pelirroja sabrá de su enfermedad y aunque se siente tentado a comentárselo el joven americano nunca ha tenido malicia en la sangre.

 Eso simplemente no es problema de él. 

A sí mismo, mientras camina con pesadez por el hermoso crucero, decidiendo dónde cenará, ya que es la noche en que todos los restaurantes abren sus puertas para recibir a los visitantes, no tiene que verse obligado a sentarse con Alisson, Alessia y Don Paul y que le recuerden la terrible escena de la noche anterior. Es así como la conversación que tuvo con Melissa ayer regresa a su cabeza. 

"¿Quieres tener hijos?"

Alonso se frena en seco. ¿Por qué Melissa le hizo esa pregunta? Solo hay una explicación... 

Sus ojos se abren y comprende que Paula se acercó a la adolescente, según ella. ¿Qué cosas le habrá dicho? ¿con qué mentiras le habrá llenado la cabeza? No muy buenas.El hambre de su estómago se quita de repente y sabe que debe pedirle un par de explicaciones a la chica de colores chillones. Mientras camina por los pisos en su búsqueda se encuentra con Dylan caminando en su dirección. 

—¿Hey?—Lo detiene por los hombros pero al ver la vista perdida del muchacho y sus puños apretados comprende que le sucede algo. 

—¿Qué quieres Alonso?—Murmura Dylan con sus labios en una fila línea. 

Alonso ve su semblante.—¿Qué tienes? ¿Estás bien?—Se preocupa pero Dylan niega y le pide que por favor le deje en paz. 

—No estoy para nadie.—Es lo que se limita a responder el chico de una sola pierna y se va. 

Alonso le ve alejarse sin comprender qué le puede tener de tan mal humor. Sin embargo, lo alcanza porque cree importante comentarle lo que sucede con Paula para que le de su opinión. No sabe a quién más recurrir.

—Necesito hablar contigo.—Alonso pone una mano entre las puertas del ascensor, evitando que este se cierre y entrando a donde se encuentra Dylan. 

—¿No te quedó claro que no quiero?—Informa con los puños aún cerrados. Alonso ve su actitud y decide bajar la guardia. 

—Es sobre Alisson.—Comenta el muchacho pero Dylan suelta una bocanada de aire. 

—¿Qué me dirás ahora tú de ella?—Dice llevando las manos a su cabeza frustrado, a la defensiva.— No me digas que también hay otro psicópata queriendo hacerle daño en este crucero.—Bromea volteando los ojos, intentando calmarse pero no puede. Justo cuando Alonso piensa decirle que sospecha que sí, las puertas del ascensor se abren.—No quiero saber nada que me tengas que decir sobre ella. —Le informa Dylan y sale como un huracán del espacio.

—¿Dónde está tu hermana?—Le pregunta Alonso, deteniendo de nuevo las puertas y Dylan le responde solo para que deje de hablarle. 

—Piso 3.—Y se pierde.

Cuando las puertas se cierran Alonso no comprende lo que acaba de suceder, pero  dudas no le quedan de que esos dos han tenido que discutir.  Marca el piso 3 y espera unos segundos hasta llegar, con la esperanza de encontrarse con el vómito de unicornios y su dulce libreta.  

Al abrirse las puertas,  recorre todo el piso pero no ve señal ninguna de Melissa. El único lugar en el que le falta buscar es el salón de bingo pero... ¿a ella no le gusta eso? ¿o sí? se preguntó.  Sin importancia entra a la sala y la divisa, con sorpresa, sentada en una mesa al fondo con cuatro cartones. Camina rápido para llegar a la silla vacía junto a ella. 




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