Ámate Como Yo Te Amo

CAPITULO 2

 

Esto no puede ser real, pensaba Louis al mirar las dos lapidas con los nombres de sus padres. Habían pasado solo algunas semanas desde la última vez que los vio, desde que rieron todos juntos antes de que tomaran ese avión. El sabia que debía haber ido con ellos, pero no podía, pronto tendrían un concierto y tenían que ensayar, además su padre le había prometido regresar antes de que él se presentara, y así fue, un par de semanas antes de su presentación sucedió el accidente, como desearía Louis haberles dicho que no importaba si no estaban en el concierto, que se quedaran más tiempo disfrutando de esas vacaciones que tanto habían estado planeando, pero ya no podía, y aun se odiaba por eso. Trataba de no aferrarse al pasado, pero era muy pronto para que el dolor lo dejase tranquilo.

– No deberías tener esa cara, después de todo no te faltara dinero, puedes vivir tranquilo por el resto de tu vida.

Louis volteo a ver al hombre de traje que se encontraba a su lado, un hombre de mediana edad, ojos que desprendían odio hacia él y una sonrisa que se veía claramente que era falsa.

– ¿Qué hace usted aquí, Ken?                                                      

– Señor Ken para ti. Como veras tenemos que hablar sobre el testamento, y aunque este claro que tu padre te dejo toda la herencia, no está de más que se necesite mi presencia, después de todo yo era compañero de trabajo de tu padre, ambos trabajábamos para la misma compañía. Podría atreverme a decir que era su mejor amigo.

– No diga tonterías Ken, y vaya al grano. –  dijo Louis sin expresión alguna, en esos momentos no estaba de humor como para gastar sus energías alegando con ese tipo, que sabía perfectamente que odiaba a su padre.

– No tienes ningún familiar Louis, y necesitan que acuda un testigo y yo…

– No es necesario un testigo, ya tengo veintitrés años, no necesito que alguien me acompañe.

– Podrías necesitarlo. – su expresión se suavizo y Louis pudo observar cierta calidez en su mirada.

– No lo creo Ken, pero agradezco tus muy malas intenciones.

– Vaya, no has cambiado en nada. –  sonrió, para después voltear de un lado a otro.

– Tu tampoco Ken, siempre irritante.

Ken se acerco lentamente a Louis, pero él no se aparto, seguía con la mirada fija en las lapidas.

– Lo siento –  susurro, tomando a Louis por sorpresa. –  No voltees, tienes algo en el cabello. – Ken le quito la hoja que había caído sobre la cabeza de Louis, pero él se dio cuenta de otra cosa. Había metido algo en el bolsillo de su chaqueta.

– ¿Qué estas tramando? –  pregunto mientras lo miraba de soslayo.

– Louis, nada es lo que parece, ni siquiera yo. –  dejo escapar una lagrima que enseguida seco con el dorso de su mano disfrazando la acción al acomodar su cabello.

– Estás jugando de nuevo, odio que hagas eso, y más en estos momentos.

– Bien Louis. – se aparto. –  Parece ser que no me necesitas, pero te entiendo, con tanto dinero yo haría lo mismo. –  rió antes de alejarse y levantar una mano a modo de despedida.

– ¿Está todo bien? –  pregunto una voz suave a espaldas de él.

– No es nada. –  dijo siguiendo con la mirada a Ken hasta que este desapareció entre los árboles.

– ¿Estás seguro? –   una mano se poso sobre el hombro de Louis causando un leve sobresalto.

– Sí, no es nada. –   volteo a ver al chico de gorra y lentes negros. Vestía un pantalón azul entubado y una camisa blanca.

– ¿Era él? –  preguntó mientras dejaba un ramo de rosas sobre las lapidas.

– No creo que debas estar aquí.

– Tonterías. –  dijo metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón. – Tanto tú como yo sabemos lo que tus padres hicieron por mí aquella noche.

– Fue hace mucho,

– No es solo eso.

– Vamos Shadow deja solo a Louis, tu compañía no es necesaria. –  dijo un chico alto con chaqueta de mezclilla, ojos color avellana y un corte de los noventa.

– Gael, mi nombre es Gael –  contesto volteando a ver al chico. –  Tú más que nadie sabe que no debemos llamarnos por nuestro nombre artístico fuera del escenario “Moon”. –  contesto haciendo un énfasis en el nombre.

– Demian, ¿Qué haces aquí? –  pregunto Louis.

– ¿Qué hago aquí? Quizá quisiste decir “lo que hacemos”.

– ¿Hacemos? –  pregunto extrañado.

– Zareck, Kilian, salgan de ahí. –  ellos salieron de su escondite. El chico de cabello negro y ojos oscuros fue el primero en acercarse, seguido por el de pelo platinado y ojos grises que se acerco lentamente sin soltar la patineta que traía en sus manos.

– ¿Puedo saber qué es lo que está pasando?

– Fue idea de Demian. –  contesto el chico de ojos grises y el menor del grupo.

– Gracias por delatarme Kilian.

– Fue todo un placer. –  dijo sonriendo.

– Yo solo dije que estaba preocupado, y que vendría a ver como estabas.

– Todos venimos por eso. –  dijo Gael

– Bueno ya que estamos aquí. –  tomo la rosa que traía en el bolsillo delantero del chaleco negro y la puso entre las dos lapidas. – Podríamos pasar un tiempo juntos ¿no lo creen?

– Zareck no era necesario. –  dijo Louis mirándolo con profundo dolor en su mirada.

– Tú sabes que sí.

– Zareck tiene razón Louis, tus padres hicieron mucho por nosotros y estamos agradecidos con ellos.

– Ellos lo dieron todo por nosotros. –  contesto Gael. – Confiaron en que triunfaríamos a pesar de que al inicio solo parecía un sueño absurdo, y hablo por todos al decir que ninguno tenía talento.

– Es verdad, recuerdan cuando el viejo Toni tuvo que enseñarle a usar la batería a Zareck, dios santo oírlo al principio parecía una tortura, nadie llego a pensar que se volvería tan bueno.

– Mira quien lo dice, tu dudabas que tecla debías tocar primero, hasta pensaste que todas sonaban igual.

– Cierto, incluso lloraste por que pasaron semanas y no habías mejorado nada. –  rió Demian.




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