Amaya

Amaya

-Muy bien chicos este es el tema por hoy, alguna duda?- al escuchar al profesor decir estas palabras supe que no había prestado atención a nada de la clase, y por lo que vi a mi alrededor no era la única; ya que el salón quedó en completo silencio. -vaya, o explico muy bien o no entendieron nada- suspiró resignado, se escucharon unas leves risas de parte de mis compañeros y porque no decirlo yo también me reí. - bien solo les recuerdo que se hará un examen corto de este tema y el anterior, el examen tendrá un valor de 10 puntos así que les recomiendo que estudien, algunos si necesitan esos puntos urgentemente no es así señorita León?- se dirigió a mi mirándome fijamente.

 

-Sí-  lo miré y no tuve de otra que contestar. ¡a él realmente no le caigo bien!

 

-Bien, con esto doy por terminada la clase, tengan un buen día- al fin la campana sonó, y todos salimos a refaccionar.

 

-¡Ahhh no puedo creer que el profesor Frank me lleve mal!- me volví a quejar con mi mejor amiga karla, una chica de estatura media, cabello negro y profundos ojos verdes; de actitud despreocupada y muy directa. Ambas nos sentamos en una banca a las afueras de la cafetería, preferíamos el aire fresco. Abrí la bolsa en la que venía empacado mi sandwich de jamón en lo que esperaba una respuesta de ella, pero al no obtener mas que silencio volteé a verla; ¡no podía creerlo la muy...ya estaba comiendo sin siquiera prestarme una pizca de atención! -¡Karla!- llamé su atencion.

 

-¿¡Qué!?- respondió a la vez que daba un trago a su jugo de fresa. La miré molesta, ella sabía que me molestaba que me ignoraran, no por nada eramos amigas desde la infancia.-ahhh ¿que quieres que te diga? Esta vez si tuviste algo de culpa, no estabas prestando atención- me miró neutralmente, he de admitir que a veces detestaba esa actitud de neutralidad y despreocupación suya.

 

-¿Podrías estar alguna vez de mi lado?- le pregunte viéndola fijamente. –Además, no tenía porque andar divulgando mi nota a todos, se supone que eso es personal. --Cuando terminé de hablar aparté la vista de mi amiga y me centré en volver a comer mi sándwich que ya lo había dejado abandonado.

 

-En eso tienes razón, él no debió divulgar tu progreso en su clase, no es algo que nos concierne. Y sabes que estoy de tu lado Amaya…-

 

-¡Hum! Pues no parece- la interrumpí.

 

-Pero no voy a inventar cosas que no son, ni obviar hechos, y…¡vamos! que pienso que deberías prestar más atención ya que química no se te da- continuó sermoneándome como si nada, ignorándome olímpicamente.

Suspiré rindiéndome, ella tenía razón, yo no era buena en química, me daba dolores de cabeza el solo pensar en los elementos de la tabla periódica y ni qué decir cuando teníamos que operar todo eso de electrones, neutrones y no sé qué más; por suerte para mí a Karla sí se le daba esa materia, bueno de hecho se le daban todas las materias y siempre buscábamos estudiar juntas. Sonreí internamente.

 

-Por suerte tú me ayudarás a estudiar para este examen ¿verdad?- dije esperanzada con una sonrisa.

-Qué más da- contestó sonriendo, llevando una manzana a su boca. Sabía que aceptaría.

 

-¡Bien entonces iré hoy a tu casa en la tarde!-.

 

-Bien, lleva todo lo necesario, no olvides nada. - Simplemente asentí ante lo dicho.

 

-¡Mira, allá esta Félix el presidente estudiantil! ¿Por qué no vas y lo saludas? A lo mejor y llegan a tener una buena conversación- animé a mi amiga a que le hablara al chico que le gustaba.

 

Félix Aranda, presidente general estudiantil; cabellos castaños rizado y un poco sueltos, alto, cuerpo estándar, de ojos azul cielo siempre escondidos bajo unos lentes de marco negro fino. A pesar de no ser un atleta, era muy popular con las chicas y mi querida amiga estaba enamorada completamente de él. Eso era comprensible pues aparte de apuesto era una persona inteligente y muy carismática.

 

Karla siguió la dirección de mi vista y ahí lo vio, rodeado como siempre de estudiantes tanto hombres como mujeres atendiendo peticiones, sugerencias y quejas de los mismos. Él sintió nuestra mirada, levantó su vista y nos buscó cuando nos encontró nos saludó con una sonrisa; Karla al ver el saludo se sonrojó completamente y devolvió el saludo levantando la mano con torpeza, yo simplemente le devolví el saludo con la mano.




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