Pyha
Había pasado ya un día de la desaparición de Womlas, y no tenía ganas de nada; ni comer, ni bañarme, ni levantarme de la cama.
—Pyha, por favor ven a algún lado. No me gusta que estés así —dijo Andrew mientras se sentaba en el borde de la cama y me abrazaba— tengo una idea. Vamos a un parque o algo para que así te distraigas un poco.
Andrew sabía que no quería hacer nada y todo el día me intentaba levantar el ánimo.
—No. Me quiero quedar aquí.
Andrew salió del cuarto dejándome sola, pero no por mucho tiempo. A los 6 minutos entró junto a Dev y Mildon.
—Bien chicos, a las tres.
No sabía qué pasaba, sólo veía como Mildon y Dev me agarraban de los lados y Andrew de la cabeza.
—Uno, dos, tres.
Me levantaron y me pusieron en una silla y me amarraron con una cuerda los brazos y las piernas.
—Si tú no sales, te haremos salir. Mildon, la ropa.
Mildon sacó un vestido rojo con un escote en la espalda y la falda cortita.
—Dev, los zapatos.
Dev sacó un par de sandalias azules con marrón claro que tenía puntos blancos por todo el contorno.
—¿Qué hacen?, déjenme. No quiero hacer nada —dije mientras me sacudía para que me soltaran.
—Ni visitar a un viejo amigo —dijo Mildon.
—¿De qué hablas? —estaba confundida. Él sabía que todos estaban en Jazda (donde vivimos).
Al final me vendaron los ojos y me llevó cargada Andrew al auto. Dev manejaba. Mildon iba de copiloto y Andrew estaba junto a mí. Habíamos llegado a no sé donde. Me bajaron y tocaron el timbre. Alguien muy educado respondió.
—Buenas, ¿quién es?
—Soy yo, Mildon queri...—dijo Mildon, pero antes que terminara la oración la persona lo interrumpió.
—¡Mildon, ese Mildon! Mi amigo de la infancia. ¡Y Pyha! —se le escuchaba muy contento.
—Sí, está aquí, junto a su novio y un amigo.
—Oc, ahorita les abro.
Abrieron la puerta y me llevaron hasta la sala.
—Bueno, Pyha aquí es donde pasaremos la noche— dijo Andrew mientras me quitaba la venda de la cara.
—¿Dónde es-.. Si...Si...¡Simón! —grité.
Simón era un amigo que teníamos desde los cuatro años Mildon y yo. Aunque era humano, siempre nos encontrabamos en el mismo punto cada semana. Pero cuando la Madree de Mildon murió, el padre se había vuelto muy sobreproctector y nunca más nos habíamos visto desde entoces.
Simón tenia una condición muy extraña, siendo moreno, el pelo era blanco, y los ojos verdes pero con heterocromia. Cuando tenía 10 me había empezado a gustar.
—Bueno, Pyha. ¿Qué has hecho estos últimos 9 años? Un momento... Dentro de unos días es tu cumple —dijo mientras me daba un fuerte abarazo.
—Enserio lo recuerdas
—¿Cómo lo voy a olvidar? El 1 de septiembre siempre será especial.
—Bueno. Hola, soy Andrew, su novio —dijo Andrew con la voz más celosa del mundo.
—Mira, loc, tú no eres mi novio —dije mientras lo miraba.
—Pero él no lo sabe.
—Andrew.
—Tranqui, Pyli. Está bien. Somos amigos desde chiquitos
—¿Pyli?
—Ah, sí. Así me llamaban de chiquita. Pero nadie más lo había dicho —después abracé a Simón. Estaba tan contenta de verlo.
—Y bueno, me contaron lo de Womy.
—Sí —dije tristemente.
—Pero no te pongas triste. Aquí tu vas a estar feliz. Esa tristeza déjala atrás —tenía un entusiasmo—, pero bueno, no me olvido de ti, Mil.
—Ay, chamo, casi me asustaste. Pensaba que te habías olvidado de mí.
—Ejem. Hola, soy Dev. SU NOVIO —dijo. Al parecer estos dos, los celos estaban hasta las nubes.
—Bueno, vengan.
Simón me agarró de la mano y me llevó hacia su cuarto.
—Bueno, Pyli, te tengo una sorpresa —agarró una cajita de madera, no muy grande, como de la palma de la mano de un niño de 13 años —, esto te lo quería dar cuando no llegaron y luego el día siguiente se me había olvidado. Aunque hayan pasado 9 años, te lo quiero entregar.
Me entregó la caja. La abrí y un collar donde aparciamos los tres de chiquitos me había sorprendido, y a un lado decía: ese hueco lo llenaremos cuando tengamos 19 años y así demostraremos nuestra amistad.
—Simón, esto es precioso —lo abracé con todas mis fuerzas y justito llegaron los chismosos, y Andrew haciendo que esos chismosos se emocionaran y Andrew estuviera celoso, más que Dev y Mildon juntos, o sea, un mil porciento de celos.
—Bueno, vamos a la piscina.
—Pero no traemos traje de baños —dijo Dev.
—Yo les presto, y Pyli, si quieres te busco uno de mi madre.
—No, tranquilo, yo me quedo afuera.
—Nada de eso. Pyli, tú vas a estar junto a nosotros, feliz de la vida.
—Pero si no tengo traje de baño.
—Y lo que importa es divertirse, no importa que tengas ni lo que no. Lo mejor es difrutar junto a tus amigos.
Simón se fue unos 10 minutos de su casa y luego regresó con una traje de baño que era muy mi estilo. Tenía azul y morado como mi pelo, marrón como mis ojos, y aguamarina como mi aleta.
Simón me agarró de la mano y me llevó hacia la piscina. Y bueno, empezamos a jugar.