Discusiones sinsentido
- Yo que tú me apresuraría, hay chicas esperando por esto -rió el castaño mientras se señalaba el pecho desnudo.
Definitivamente debía estar bromeando si, para empezar, iba a hacer lo que él quería. Se limitaría a pedirle disculpas y a terminar con aquella ridícula discusión que, por cierto, no los llevaría a ninguna parte. Además de que no era necesario esforzarse en recordar cuando, la última vez, sucedió lo mismo en Gregory's, donde trabajaba. La diferencia era que ese día fue Amber quien tuvo que limpiar todo y fue él quién estuvo burlándose del desastre que acababa de ocasionar. No la haría porque, después de todo, solo era una tonta remera y no tenía la paciencia suficiente como para tener que lidiar con problemas-sin-sentido.
- Olvídalo, vístete y vete a bailar a alguna parte o a coquetear con alguna de tus amigas, pero no me fastidies -refutó antes de lanzarle la tela sobre su pecho desnudo-. No estoy de ánimos para bromas
Y él volvió a dárselo como si de una pelota se tratase.
- Parece que debo aclararte un par de cosas, princesita -La miró con autosuficiencia, como si ella, de alguna manera, le diera lástima-. Yo nunca bromeo, ¿entendiste? -siseó entre risas-. Y algo más, Amber... -Y se inclinó hacia la castaña como si fuera a contarle un secreto-. No me gusta que me hagan perder el tiempo.
- Vaya... -rió tensa con la poca paciencia que le quedaba e iba desapareciendo de a pocos. Le dio la remera blanquecina por última vez y alzó las manos con fingida inocencia-. Anda, porque si el chico importante tiene cosas que hacer... Entonces, ¿qué haces aquí, encerrado en el baño de hombres con una chica que apenas conoces?
La furia pareció llegar al rostro de Aaron con tanta rapidez que temió, por un efímero instante, el haberlo hecho enfadar. Estaba tenso y la fina línea de su tan firme mandíbula se presionaba mientras su mirada se oscurecía de pronto. Quizá era cierto y Aaron era muy... Se sobresaltó bruscamente cuando el puño del chico se cerró en tornó a la puerta en un ruidoso golpe.
- Que limpies mi remera, Larousse -siseó antes de dárselo nuevamente-. Así que déjate de bromas porque... ¡Que no te rías, joder! -estalló furioso cuando ella rompió a carcajadas.
Impulsivo
No se necesitaba ser observador para saber que Aaron era muy impulsivo. Y aunque no debía, más que asustarla al menos un poco, le daba mucha gracia. Se veía gracioso, apenas vestido y el rostro enrojecido por el orgullo herido. Eso y que tampoco le gustaba que se rieran de él.
- ¡Uy, que miedo, Foster, mira como tiemblo! -exclamó con exageración antes de reír aún más.
Los dedos de Aaron engarrotados por la intensidad de la furia se cerraron entorno a la blanca prenda, arrebatándosela. Abrió la puerta, la espalda amplia estaba tensa y rígida cuando giró el rostro apenas un poco, lo suficiente para que Amber pudiera ver el rostro firme y perfilado del chico.
- No te metas conmigo, Amber
Rodó los ojos sin poder evitarlo.
- Aaron, tranquilízate, ¿bien? Te has enojado por una tontería, no seas... infantil, eso puede solucionarse -espetó convencida y muy segura de sí misma mientras avanzaba también para salir-. Todo tiene solución y yo te devolveré una igual
"Algún día, claro", rió para sus adentros.
- Eso espero -arremetió el muchacho antes de salir del acalorado lugar-. Porque no quieres verme enfadado, princesita
Levantó una ceja hacia él mientras, sin que ninguno de los dos lo notara, caminaban juntos por la pista de baile.
- No me das miedo
- Que no juegues conmigo, Amber, tampoco te va a gustar nada
Se detuvo abruptamente cundo de pronto notó que estaban fuera de las instalaciones. El frío aire llegó a ella de un soplido, envolviendo su cuerpo sofocado del calor. Era como si solo recién pudiera respirar adecuadamente.
- ¿No vienes? -La llamó a pasos de distancia, una llave en mano y señalando un bonito auto estacionado detrás de él.
Sólo por una milésima de segundo sopesó la invitación. Pero rápidamente la descartó y no por pocas razones. Sus amigas estaban dentro y, además de que no tenía la más remota idea de qué hacía afuera con Foster: ¿Para qué demonios iría con él, para empezar? ¿Acaso iba a enseñarle el amanecer en una cena romántica o a prometerle amor eterno? Sonrió sin poder evitarlo al pensar aquellas posibilidades tan ridículas y descabelladas. Era tan estúpido pensar en ellos dos juntos de esa manera que si alguien se lo sugiriera, podría haberse caído al suelo de la risa.
- Y bien, ¿vienes o tengo que cargarte hasta el auto?
La voz dura e impaciente del chico la despertó de sus cavilaciones, haciéndola reaccionar y darse cuenta de que debía decir algo.
- Creí que Aaron Foster nunca bromeaba -rió.
Un grupo de chicas la empujaron bruscamente al salir del lugar y tuvo que hacerse a un lado al notar que estaba en medio de la entrada y obstaculizaba. La música llegaba a ella de lo alto que estaba, incluso el molesto olor a cigarrillo llenaba sus pulmones de a pocos.