Pasaron largos días en los que, sobre todo, había puesto todo su esfuerzo en evitar a Foster a como diera lugar. Pensó que sería difícil, incluso había creído ingenuamente que él la buscaría al menos para aclarar la situación entre ambos. Se había equivocado. Porque apenas habían regresado a clase cuando lo primero que vio fue a Aaron coqueteando con una chica contra los casilleros. Fue inevitable sentir su estómago estrujarse de dolor al verlo susurrarle cosas al oído y depositar besos en el desnudo cuello de la muchacha.
Le dolió pensar que, efectivamente, aquel beso solo había sido uno más del montón. Pero aun así, intentó no mirarlo durante los siguientes días. Aaron la evitaba. Porque después de haberla llevado a casa después de aquella penosa borrachera, no le había dicho absolutamente nada al respecto,
Todo estaba peor que antes y eso no le gustó en absoluto. Apenas Hale parecía estar interesada en ella, querer saber qué le sucedía aun cuando ella se negaba rotundamente a contarles la triste situación nada romántica que traía con Aaron. Todo, en realidad, parecía haber regresado a la normalidad. A aquella normalidad, por supuesto, antes de que Aaron se entrometiera en su vida. Porque si antes lo veía en cada rincón en que caminara, ahora parecía haberse esfumado para siempre. Lo veía de lejos, como solía verlo incluso cuando no lo conocía, como algo distante e inalcanzable.
Veía día tras día conversar con sus amigos Joe o Rex, o incluso conversar muy animádamente con alguna otra muchacha. De vez en cuando sus miradas se cruzaban a lo lejos, pero ya no habían sonrisas burlonas ni altaneras por parte de él. Ahora Aaron sólo fijaba los ojos azules sobre ella como si estuviera mirando a la nada, las facciones endurecidas cuando la veía antes de regresar a sus asuntos.
Ella se esforzaba en ignorarlo... pero Aaron lo hacía de manera natural. Amber Larousse ya no existía más para él. ¿Acaso era eso lo que él quería desde un inicio? ¿Burlarse de ella y demostrarle que podía caer rendida a sus encantos? ¿Un capricho pasajero?
Con la mochila colgada firmemente en el hombro, caminó furiosa por el estacionamiento sin importarle ni un poco que sus amigas hubieran quedado con ella en la tarde para un asunto muy importante. Por primera vez quería llegar a aquella mansión y ponerse a limpiar, lo que fuera, solo para ocupar sus pensamientos en cualquier parte. Quería olvidarse de todos los problemas que iban acumulándose de golpe sobre sus hombros y olvidarlos a como diera lugar. Las cosas siempre suceden por algo.
— ¡Amber!
Se detuvo en seco al notar que iba tan ensimismada en sus propios pensamientos que no había notado que, de pronto, se había topado con un grupo de jóvenes. Frunció el ceño al ver a su amiga Hale rodeada de tres chicos. Peor aún, se quedó estática al ver la manera tan protectora con la que uno de ellos sujetaba a su amiga de la cintura. Aquellas facciones, la mirada oscura y profunda, la mandíbula muy marcada... sabía quién era él.
Hale se removía incómoda entre los brazos del hombre que parecía no querer alejarse ni un poco de ella.
— Amber... —dijo su amiga sonriente con marcado orgullo, a un paso de ella—. Te presento a Tristán, mi enamorado.
Incluso bajo la escasa iluminación y con el rostro de Tristán escondido en la curvatura del cuello de Hale, pudo verlo sonreír con autosuficiencia. Él, con aquel porte elegante y altanero, se alejó sólo para extenderle la mano.
— Es un placer conocer a la amiga de mi dulce Hale —dijo él con una sonrisa burlona mientras se estrechaban las manos y soltaba una risa cuando la pelirroja le dio un beso en los labios
Miró a su amiga sorprendida. ¿Dulce? No dudaba que Hale era una buena chica, pero si tenía que describirla, dulce sería la última palabra que usaría. Hale tenía pinta de alguien más atrevida, la pelirroja sabía lo que quería y no tenía vergüenza ni temor alguno en tomarlo. Era alguien a quien los chicos de su clase definían como sexy. Aunque entre los brazos de Tristán, acababa de descubrir una nueva faceta en su amiga. Lucía completamente feliz, su rostro brillando de emoción mientras el joven la abrazaba con firmeza. Pero le parecía extraño, sobre todo por las pocas veces que había oído de él.
De todas formas, lo dejó pasar.
—Es un gusto —murmuró confusa antes de, por primera vez, mirar algo más que le llamó la atención.
El tan popular Taylor Bradford los miraba con aspecto aburrido y enfurruñado. A un lado de ellos y cruzado de brazos sobre un lujoso auto, parecía estarlos esperando. Sólo entonces lo notó. Porque Taylor y Tristán se parecían tanto que era imposible no reconocerlos como hermanos.
— ¿Puedes jodídamente apurarte?
"— Si crees que Taylor es un completo idiota... —Había dicho Hale desanimada alguna vez—. es porque no conoces a Tristán, él puede llegar a ser mucho peor."
Tristán dirigió una mirada fastidiada a Taylor y ladeó una sonrisa, mirándolo de pies a cabeza como si discutir con él no valiera la pena. Tan arrogante que incluso Amber sintió encogerse lentamente bajo esa mirada que ni siquiera era dirigida a ella.
— Llévate a la zorra de tu chica y... —Pero de pronto Taylor calló bruscamente, como si acabara de recordar algo importante.
Sin entender qué sucedía, miró a su amiga pidiéndole explicaciones en silencio. Pero se quedó sorprendida por segunda vez consecutiva al verla preocupada, mirando a los hermanos con suplicio. El acompañante de su amiga se alejó solo entonces de ella para dirigirse con paso lento y elegante hacia Taylor. Quedaron tan cerca que cada uno parecía estar inflando su pecho en señal de valentía, lanzándose cuchillos con la mirada y enfrentándose.
— Perdona, hermanito, pero no te oí bien —espetó Tristán con la voz baja y ronca, demasiado fría para su gusto—. ¿Qué dijiste? —masculló con dureza.