Jane
— Bueno, bueno, ¿Cómo está mi amigo enamorado? canturreó Rex al llegar a su lado —. Anda, dime por qué sonríes como estúpido —Le codeó, susurrando como si dijese un secreto.
Aaron rodó los ojos y dio un último mordisco a su hamburguesa antes de mirarlo con fastidio.
—Rex, no me avergüences.
—¿Yo? —rió Rex aún más, sin poder creérselo —. Llevas encargándote de eso tú solo. Como sea, ¿me contarás? ¿o lo hago yo?
Se apoyó sobre uno de los árboles y lo miró extrañado. Para variar, el rostro de Rex no dejaba de brillar de felicidad y no lo entendió en absoluto.
—¿De qué hablas?
Rex le guiñó un ojo con complicidad y empezó a caminar campante por las calles. Lo siguió aún más confundido y molesto por tener que hacerlo. Lo conocía muy bien para saber que debía tratarse de algo grande o, por lo menos, que le importara.
—Rex... —amenazó sin paciencia.
—¿Fuiste a Gregory's?
Frunció el ceño sin entender a lo que se refería. Pero supo entonces que era algo sobre ella. Esa era la única razón por la que iría, para empezar.
—¿Qué...? Fui hace unos días, pero...
Entonces cayó. Había regresado para hablar con ella en aquellos días, pero no la había encontrado. Es más, después de aquel día en el que conversaron, no la había vuelto a ver en ningún lado. Pero habían sido apenas unocs días como para haberse empezado a preocupar hasta ese momento. Aaron sabía dónde sí iba a encontrarla, por mucho que le doliera en el orgullo.
—Bueno, mañana saldremos de cacería. Créeme, mi amigo, te fascinará.
Rex se detuvo frente a una elegante y grande cabaña, y él rió.
¿Cacería? Quería disque—recuperar a Amber, ¿Y Rex quería mandarlo de cacería?
Iba a asesinarlo lentamente cuando la puerta se abrió.
— Joder, qué bien —rió Trenton bajo el marco de la puerta—. Me alegro que hayas llegado, pequeño. Te tengo una sorpresa dentro.
Lo ignoró olímpicamente y se adentró a la cabaña de los Bradford en silencio. Entonces los vió, en la elegante sala con muebles costosos, un grupo de jóvenes reían. Taylor, Tristan y... Se detuvo en seco al ver a una conocida pelirroja también.
Jane
—¿Qué hace ella aquí? —preguntó furioso, la ira inavadiéndolo por completo.
Jane y Taylor, entonces se sintió como aquel niño traicionado nuevamente. Odiaba a esa chica y no precisamente porque le hubieran roto el corazón, porque no había sido de esa manera, sino porque sentía que habían jugado con su dignidad.
Y nadie, absolutamente nadie, podía sentirse en el derecho de burlarse de Aaron Foster.
—¿Sorpresa?
Rex lo sujeto de los brazos con fuerza y Trenton levantó las manos en señal de rendición.
—No sé qué hace aquí pero estuvo preguntando por ti todo el tiempo —dijo Bradford con incomodidad —. Si te hace sentir mejor... —tanteó de pronto con una enorme sonrisa —. Amber también vino.
Una corriente helada recorrió su columna dorsal cuando la pelirroja se levantó y corrió directo a él. Su cuerpo tenso cuando las manos de aquella chica que lo traicionó alguna vez con su ex—mejor amigo se envolvieron en su cuello en un fuerte abrazo.
—Oh, bebé, te extrañé tanto —sollozó Jane con el rostro enterrado en su cuello.
El conocido aroma a flores lo invadió mientras colocaba las manos en la cintura de la chica cuando se disponía a alejarla. Entonces una castaña apareció en su campo de visión. Aunque él estaba demasiado fastidiado como para percatarse de la mirada dolida que Amber le dirigió. Furioso, la ira la sacudió por completo cuando vio los labios de la pelirroja acercarse a él sorpresivamente. Sus manos se tensaron de la rabia al sentir los desagrables toqueteos que Jane hacía en su rostro, lista para darle uno de aquellos besos que antes lo hubieran enloquecido.
Pero él era mucho más rápido y se dejó llevar. Aaron había estado controlando sus impulsos por mucho tiempo como para soportar un poco más. Así que nadie debió haberse sorprendido cuando su rostro se tornó rojo de la furia. Y la empujó con tanta fuerza que pudo haberla alejado a metros de distancia.
—¡No vuelvas a tocarme! —gritó enfurecido mientras avanzaba hecho una bestia hacia Jane — ¡Jamás! ¡¿Me oíste?! ¡Cuando dije que no quería verte es porque no quiero hacerlo! ¡¿Qué haces aquí?!
Fue consiente cuando absolutamente todos se pusieron en alerta al verlo tan fuirioso. Todos menos Jane, ella parecía estarse regocijando de aún ser capaz de hacerle perder el control. Feliz porque al parecer ella continuaba siendo la única en su vida. Y Aaron se enrabió más. Su cabeza estallaba de la ira y sus pulsaciones parecían haber aumentado en desmesura. Incluso su corazón latia desbocado y furioso contra su pecho. Recordó cuánto la quiso alguna vez, aunque nunca lo suficiente, por supuesto, y cómo ella y su mejor amigo lo traicionaron.
—Bebé... —sollozó Jane, acercándose a él sin miedo con un puchero en los labios que lo desconcertó—. No tienes que ponerte así, sabes que te amo.
Qué asco
— Bueno, bien por ti —siseó en un hilo de voz tan frío que pudo haber asustado a un niño.
— Bebé...
—¡No me digas bebé, demonios!
Se sacudió cuando una mano le sujetó del brazo con la suficiente firmeza como para inmovilizarlo por completo.
—Tranquilizate, Aaron, no vale la pena. Miralos a todos, estás asustando a mis invitados, joder —Le reprochó Tristán con cierta dureza.
Jane estaba tranquila y acostumbrada a sus ataques de ira, pero Amber no. La castaña lo observaba con desconcierto, como si no lo reconociera ni un poco. Estaba tensa, alejada de él e intentando descubrir lo que le sucedía realmente.
Quería comprenderlo. Estaba arruinándolo todo y esta vez ni siquiera era su culpa.
—Jane, cariño, no puedes llamarle así, es una falta de respeto para su novia —intervino Taylor como si hablase del clima mientras rodeaba a la pelirroja del hombro.