Amber

CAPÍTULO 25: COGORZA

Saboreó sus labios en una suave caricia. Entonces los besó con lentitud en un ferviente intento por atrapar la anhelante esencia que Aaron significaba. Lo besó y lo disfrutó en un culpable silencio que sabía muy bien más tarde se arrepentiría de ello. Pero ahora no importaba. Lo único relevante en ese momento era el cadencioso movimiento que sus bocas hacían una contra la otra.

—Diablos... —espetó él contra su rostro antes de girar sobre la cama y posicionarse en su encima.

Con una débil sonrisa que adornaba sus mejillas sonrojadas, entrelazó las manos detrás del cuello de Foster antes de atestarle débiles caricias en la desnuda nuca. Y nuevamente lo hizo. Antes de qué al menos pudiera hablar, con la boca entreabierta a media modulación, selló los delgados labios del castaño con los suyos: desesperado y anhelante.

No era capaz de recordar con claridad aquel beso que en alguna noche se dieron. Su mente parecía visualizarlo de manera borrosa e indescriptible, casi inexistente, pero entonces, aún así, le pareció imposible de comparar. Porque de pronto sintió el ambiente subir de temperatura. Ahora era más firme y pasional, arremetiendo en un desesperado intento por profundizar el beso aún más.

Se hundía en él de a pocos, perdiéndose en la tan reconocida y deliciosa fragancia de Aaron que de pronto la abrumaba en desmesura. Se sentía mareada, extraditada y fuera de sí cuando él se inclinó sobre ella, moviéndose frenético encima suyo y deslizando las manos bajo su cintura. Solo cuando las ásperas manos de Aaron se posaron sobre su cintura, alejándola en un quejido ronco, avergonzada, se obligó a detener el beso abruptamente.

—No... —carraspeó él, tomándole la mano y presionándolo sobre su pecho con la tosquedad que lo caracterizaba—. He esperado demasiado por esto y... —farfulló lentamente con la mandíbula presionada en una fina línea recta—. No puedes solo besarme de esta manera sin que pierda el control.

Entonces Aaron soltó una hilera de insultos, removiéndose el cabello y, al parecer, recriminándose con los ojos entrecerrados por lo que acababa de decir.

—¿Qué...

—Demonios, solo olvida lo que acabo de decir —gruñó—. No se supone que debas saber eso.

Amber Larousse rodó los ojos y lo miró con la ceja alzada en un vano intento por comprenderlo. Acababa de declararle sus sentimientos y con todo lo que acababa de suceder, lo último que quería oír eran sus quejidos lastimeros. Tan típico de Aaron Foster...

—¿Tanto te preocupa? No tienes de qué preocuparte, la próxima vez ni siquiera lo haré —respondió tajante—. Puedes estar tranquilo.

Fue eso lo que necesitó para que toda la atención del muchacho recayera en ella de manera veloz. Así que por mucho que intentó zafarse, de pronto tenía el pesado cuerpo de Aaron cubriéndola en su totalidad. Encima suyo le sujetaba las manos sobre la cabeza, regalándole una larga y lánguida sonrisa felina que la hizo estremecer casi de manera imperceptible.

—Como digas —rió antes de acortar la distancia entre ellos y darle un casto beso en los labios.

Bueno, puede que detestara aquella parte de Aaron tan arrogante y burlona. O quizá no

—Yo también te extrañé, Amber. Demasiado, joder, no vuelvas a dejarme así, ¿oíste? —gruñó.

—¿Cómo iba a dejarte si nunca estuvimos juntos? —rió sin gracia—. Y nosotros no...

No pudo pronunciar ninguna palabra entendible cuando Aaron presionó los dedos en la comisura de sus labios. Y en la escasa distancia, tuvo que limitarse a ver cómo él la miraba herido, como si acabara de golpearle donde más le dolía. La hacía sentir culpable aun cuando nunca fue su culpa, y eso le fastidió.

Porque él nunca estuvo interesado en ella antes. Incluso recordaba la infinidad de veces que le hizo desplantes frente a cualquier chica solo para burlarse de ella.

—¿Acaso pretendes irte sin más? —espetó con recelo—. Bien, puedes irte si quieres. La puerta está por allí. No pienso retenerte, ¿quieres irte? ¡Pues ve con Trent, entonces!

Fue más que suficiente. No sabía si Aaron era muy testarudo o lo suficientemente caprichoso como para entender solo lo que quería. Alejó las manos del joven de su rostro y lo miró aún más enfadada, escasa de paciencia. Lo sujetó de la camiseta y haló de él con la suficiente fuerza como para zarandearlo un par de veces.

—¡¿Es que nunca me escuchas?! —gritó desesperada—. ¡Acabo de decirte que te quiero y no dejas de decir tonterías! ¡¿Puedes dejar de pensar en Trenton por un segundo?! —Lo soltó de pronto y se levantó, sentándose a la orilla de la cama mientras presionaba los ojos con frustración. Aquel tira y afloja de Aaron la consumía—. Eres lo único que tengo, la única persona que me importa porque no tengo a nadie más en este mundo de mierda, ¿puedes solo aclarar tu mente? Estoy... estoy realmente cansada de esto. Me gustas, me importas, joder, Aaron, te quiero, ¿qué más quieres que diga? —murmuró ofuscada, su pecho sacudiéndose lentamente en otro remolino de emociones encontradas—. Realmente lo hago pero si vas a desaparecer de mi vida como todos lo hacen... —Tragó en grueso—. Entonces te pido que, por lo que más quieras, no me busques más.

Aveces solo deseaba ser más fuerte, o al menos lo suficiente como para poder lidiar con tantos sentimientos que la devoraban dolorosamente.

—Amber, no quería...

—¿Por qué al menos crees que tengo algo con Trent? —rió—. Esto es realmente ridículo.

Solo cuando sus ojos escocieron y se obligó a retener cualquier atisbo de debilidad, se puso de pie en un doloroso intento de llegar al baño. Uno y solo dos pasos cuando, aunque debió haberlo supuesto, Aaron haló de ella bruscamente. Entonces su cuerpo rebotó sobre el de él. Las manos de Foster no dejaban de aferrarse en su cintura, apretujándola contra sí mismo, sus pechos juntos y sus respiraciones agitadas entremezcladas. Sus narices cosquilleaban y sus ojos chispeaban, observándose en la escasa iluminación que llegaba a la habitación por la rendija de la ventana.



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En el texto hay: celos, celos y drama, corazon roto

Editado: 18.06.2020

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