La familia de Aaron
―Mucho gusto, Emily ―correspondió el saludo con educación.
El ambiente de pronto se había tornado gris e incómodo. Hiciera lo que hiciera, la pesada mirada de Emily Prescott se movía ágil entre ella y Aaron con cierto disgusto que no pudo ocultar. Y ella no entendía nada. ¿No debería estar más feliz de ver a su hijo después de tanto tiempo?
―¿Recuerdas a Camille? Le dije que vendrías. Estuvo muy emocionada esperándote, está adentro aguardando por ti.
Oh, no, porfavor...
Los ojos de Aaron se abrieron con sorpresa y disgusto, el fastidio tiñendo sus ahora sonrojadas mejillas, como si acabaran de clavarle un cuchillo por la espalda.
―¿Le dijiste que viniera? Pero...
―¡No se diga más! Pasen que se enfría la comida.
Pasó detrás de ellos, incapaz de hacer algo allí para calmarlo cuando, personalmente, ella también estaba algo alterada por lo que acababa de suceder. Se limitó a ver cómo iba hecho una furia, como un torbellino furioso por toda la enorme casa. Lo último que vio hasta antes de sentarse en uno de los sofás fue a Aaron entrando a una habitación con su madre.
Oía voces femeninas y otras más en la habitación consiguiente, donde posiblemente estaban ya todos reunidos.
Fue una pésima idea, pensó desanimada. Lo mejor, ahora que lo penaba bien, hubiese sido que Aaron se reencontrara con su familia, pero solo y sin ella. Ahora, al parecer, tenía algunos disgustos que enfrentar.
―¡Oh, no lo puedo creer!
Giró sobresaltada y su mirada chocó con unos ojos oscuros, unos que había visto antes. Una muchacha alta y bien maquillada la hacían ver mayor de lo que era, según recordaba. Madison corrió emocionada y con una enorme sonrisa hacia ella, entonces la abrazó efusiva.
―Amber, qué sorpresa verte. Madre dijo que vendría una de las tontas amiguitas de Aaron pero, vaya, sabía que mentía ―soltó a bocajarro antes de soltarla y observarla sonriente―. ¿Dónde está mi hermano? ―preguntó de pronto, mirando a todos lados para luego volver a mirarla.
Quizá hablaba demasiado, y muy rápido, pero parecía ser más agradable de lo que Aaron había comentado.
―No lo sé, creo que fue a hablar con Emily y...
―Entonces no será tan malo ―Y poniéndose de pie, haló de ella con fuerza―. Vamos, ha llegado el momento de que marques territorio, si sabes a qué me refiero.
¿Marcar territorio? ¿Dónde estaba Aaron y por qué Madison lucía tan ansiosa?
Además, por el largo trayecto que recorrieron, tenía una pequeña urgencia con ir al baño.
―En realidad, quisiera utilizar el... servicio.
―¡Oh, bien! Está al final del pasillo a la derecha. Te esperaré aquí.
Bien...
Madison era muy amable pero, o era su impresión, o todos se comportaban de manera extraña. Dio pasos firmes hacia el lugar indicado y entró al baño dando un largo suspiro contenido. Se miró al espejo agobiada ligeramente. Recordaba a Camille, una de las amigas de Aaron con las que él solía divertirse tanto. Con una de las que la había celado y...
Cerró los ojos, intentando no recordar aquello que ya había pasado hacía tanto tiempo. Además, como fuera, las cosas entre ellos había cambiado y no valía la pena enfadarse por algo que... aún le dolía tanto.
―No quiero a zorras aquí, Aaron ―oyó en eco la voz de Emily, posiblemente, en una habitación contigua, y sus ojos se abrieron de golpe―. Sabes lo que opino sobre eso. Seguro es otra caza fortunas que quiere meterse en tu cama por dinero. Tu amiguita no es bienvenida aquí.
Se encogió lentamente bajo aquellas palabras. Tragó en grueso, como la hibiese golpeado abruptamente con una espada, de lado a lado. Estuvo nerviosa e incluso se había pasado horas de horas preparándose para aquel encuentro al que, al parecer, no era bienvenida.
―Madre, no digas eso ―gruñó Aaron―. Amber no es ninguna zorra, es mi novia, te lo he dicho mil veces ya. Si nuestra relación no fuera algo serio ni siquiera la traería por acá, lo sabes muy bien.
―Hijo, entiende, solo quiero lo mejor para ti. Y Camille es un buen partido. Es buena, guapa...
―No, no lo es. Madre, si te tomaras el tiempo de conocerla sabrías lo buena que es. Ella es todo lo que quiero, entiende, soy feliz con ella.
―Esta bien... Yo... Tienes razón, Aaron, lo lamento. Es que después de lo que sucedió con tu anterior pareja, yo... Déjame conocerla como debe ser, si es verdad todo lo que me hablaste de ella, entonces lo vale. ¿Verdad? Espero que realmente sea la buena chica que aparenta ser. Quiero lo mejor para ti, Aaron, recuérdalo.
Debía salir de allí. Como pudo se apresuró, después de un par de minutos, a salir de allí. Ahora, al parecer, la habían tildado de caza fortunas y de lo peor que existiera. Un pequeño problema más a apuntar en su ajetreada vida. Abrió la puerta y salió disparada de allí con el corazón latiéndole desbocado, desenfrenado. Estaba tan absorta y dolida por toda esa situación que apenas se fijó cuando chocó abruptamente contra alguien más alto y fuerte que ella.
―Uy, lo lamento ―rio Aaron en su oído, rodeando un brazo en su cintura y sujetándola con firmeza―. ¿Amber? ¿Qué sucede? ―preguntó preocupado cuando la examinó cuidadosamente.
Pensó quedarse sin respiración cuando, frente a Emily, Aaron tomó sus mejillas ligeramente y se inclinó aún más hasta acortar cualquier distancia existente.
―Estoy bien ―sonrió tensa, como pudo, antes de alejarse a varios metros de distancia―. Madison está esperándonos.
―Amber... ―empezó a decir con desesperación, quizá imaginándose lo que sucedía―: Todo está bien, ¿verdad?
¿Cómo decirle que no lo estaba frente a toda la familia Prescott? Amber solo había querido que Aaron estuviera feliz nuevamente al reencontrarse con su familia, que se volvieran a ver contentos. No había querido nunca que él y su madre se enfrentaran o discutieran por culpa suya, aunque Amber no lo mereciera. Porque después de todo, ¿qué había hecho ella para que estuvieran en contra suya? Parecía que el destino simplemente no los quería juntos, siendo más dramáticos.