¿Estás dispuesto?
Aaron Foster depositó un largo beso en la frente de la castaña y, con un largo suspiro, se dispuso a seguir conduciendo directo a su edificio.
―No te preocupes, Aaron, te acompañaré la próxima semana a ver a tu familia si así lo quieres ―refutó ella nuevamente.
No quería presionarla, pero ella estaba más que dispuesta a estar a su lado incluso cuando las cosas habían salido peor de lo que se imaginó.
Había sido un completo egoísta. Solo recién pensó que habría preferido ir a aquel almuerzo solo que tener que ver cómo Amber lucía una mirada triste y perdida. Quería verla feliz y dándole aquella sonrisa que tanto le gustaba. Se sentía aún más culpable después de que hubiera oído aquella conversación respecto a Megan. ¿Cómo podría estar con ella sabiendo que alguna vez quiso aprovecharse por dinero? No podría verla al rostro ni, mucho menos, fingir que todo estaba bien cuando seguramente estaría retorciéndose por dentro.
Y también sabía que, con todo lo que acababa de decirle, aún seguiría algo resentida por todo lo que le había sucedido. Estaba más que avergonzado cuando notó que efectivamente Amber había oído todo lo que su madre pensaba de ella.
―Marcel se contactó otra vez... ―La oyó decir en voz baja sin siquiera mirarlo. Él, por su parte, se puso en tensión al oír aquel nombre―. Es su cumpleaños el próximo fin de semana así que planeó un fin de semana con su pareja.
Soltó un suspiro retenido sin poderlo evitar. Lo que menos quería en ese momento era tenerlo que verlo y lidiar con él nuevamente. Entró al sótano de su edificio y, escuchándola a su lado removerse inquieta, condujo hasta su estacionamiento en silencio.
―Eso es increíble ―dijo aliviado.
―Y quiere que vayamos. Te ha invitado así que será entretenido, ¿no crees?
Detuvo el auto bruscamente y ladeó el rostro anonadado al verla esbozar una ligera sonrisa. Realmente estaba emocionada con la idea, se veía genuinamente feliz.
―Dudo mucho que lo haya hecho. Él me detesta, Amber. Posiblemente pelee conmigo todo el camino, no creo que mi presencia sea lo que quiera el día de su cumpleaños.
Sintió una suave y pequeña mano tomar la suya, y su cuerpo pareció helarse como respuesta. Una ligera caricia acurrucó su mano, intentando llamar su atención. Entonces alzó el rostro y la vio inclinarse hacia él apenas un poco, como si fuera a decirle un secreto.
―Sabes que me gustaría mucho que vayas, es una buena oportunidad para que ustedes se conozcan. Estoy muy segura que, si no fuera por mí, se llevarían muy bien ―empezó a decir―. Pero también entiendo que estés algo resentido por lo que pasó y que te sientas rechazado, que quieras quizá evitar problemas o que simplemente no quieres verlo de nuevo. Si no quieres ir, estará bien, lo entenderé.
Un largo suspiro se escapó de sus labios por segunda vez, uno fuerte y contenido. Se quedó embobado mirándola mientras aquellas palabras se repetían en se repetían innumerables veces en su cabeza como un eco. Observándola a centímetros de distancia y recordando todo lo que les había sucedido en un solo día, se inclinó lo suficiente como para acortar cualquier distancia entre ellos. Presionó los labios sobre ella y, los movió ligera y suaves sobre los de Amber. Una mano se perdió en la espalda de la castaña, bajando y acariciando la piel que quemaba bajo sus dedos como agua ardiente. La besó con furor y disfrutó cada segundo que ella le regaló en aquellas caricias que siempre parecían enloquecerlo hasta llevarlo a lo más alto del mundo.
―Eres increíble, ¿sabías? ―dijo entre los besos que le daba en todo el rostro de la joven.
Ella se alejó y esbozó otra sonrisa triste.
―Eso es un no, ¿verdad? ―preguntó también.
Aaron se removió el cabello inquieto y lo pensó largos segundos antes de tomar una decisión. Quería evitar problemas que pudiera tener con Marcel y, sobretodo, no quería tener que verlo nuevamente. Estar alejado de ese muchacho que lo detestaba era lo más sensato. Siempre había sido una solución para él discutir y pelear hasta moler a golpes a quien le causara problemas, no siempre pero sí cuando se enfurecía. Lamentablemente, no podía hacer eso con Marcel sin que Amber saliera involucrada. ¿Cómo diablos iba a meterse en problemas con Marcel? Era el hermano de Amber, la única familia que tenía. Hacerle daño a él sería herirla a ella.
Y eso no lo iba a permitir.
―Es lo más sensato, Amber, créeme que lo es ―dijo antes de bajarse del auto.
La esperó durante largos segundos que parecieron interminables hasta que finalmente estuvo a su lado. La tomó de la mano y entrelazó sus dedos para dirigirse a casa.
|...|
―Joder, hacía mucho tiempo no nos divertíamos juntos ―rio Joe tan pronto entró al salón y se acomodó en un sofá―. ¿Qué haremos? ¿Nos vamos de cacería?
Se mantuvo en silencio, apenas mirando las botellas de alcohol que seguramente no probaría en toda la noche. ¿Esa era su idea de una noche emocionante? Estaba seguro que no necesitaba de nada para pasarla de lo mejor con sus mejores amigos, pero con la conciencia remordiéndole y pensando que había dejado a Amber irse sola a aquel viaje con su hermano por su miedo irracional a empeorar la situación, lo hacían sentir cada vez peor.
―¿No puedes pensar en otro tema que no sean chicas por un minuto? ―cuestionó Rex incrédulo―. Esto es más serio de lo que crees, Joe.
Solo entonces reaccionó. Tanto Joe como Rex lo conocían muy bien, pero este último a veces parecía adivinar sus pensamientos.
―He pensado que podríamos ir a la fiesta de los Bradford, sé que los odias pero, vamos, dan unas fiestas increíbles. ¿Qué dices?
Dudo un segundo ante la recomendación de Rex. Y sí que le encantaba divertirse con ellos, pero ahora... ¿Y si le sucedía algo? ¿Y si el estúpido de Marcel se iba toda la noche con su pareja y dejaba a Amber sola?