Amber

Capítulo 41: Terminamos

Aaron había pasado tantos días pensando en cómo terminar con ella que lentamente empezó a, realmente, arruinar todo entre ambos. Se alejó de ella sin haberlo previsto y después de algunas cortas semanas estuvo callado, lejano a Amber. Apenas pasaban tiempo juntos y, si apenas, no conversaban como debían. Se veían a veces en las noches, cuando ella regresaba del trabajo y Aaron se pasaba en cualquier lugar menos cerca de ella.

La evitaba. Intentaba no verla ni tenerla cerca porque le dolía en desmesura ver aquellos preciosos ojos y aquellos suaves labios que no volvería a probar. Hasta aquella última y jodida noche de la que se arrepentiría para siempre. Después de largas noches e interminable semanas, acababa de llegar otra noche a altas horas de la madrugada. Entre en silencio y fue cuando entró a su habitación cuando la vio sentada al borde de la cama, los ojos ojerosos y los párpados temblando del cansancio. Se veía tan cansada que su pecho se estrujó dolorosamente al ver el atisbo de preocupación y tristeza infinita que los ojos marrones de Amber tenían.

No supo qué hacer por lo sorprendido que se quedó al verla poniéndose de pie con firmeza, claramente molesta cuando acortó la distancia entre ambos y lo apunto seriamente con el dedo índice, el rostro sonrojado de la molestia y los labios presionados en una fina línea recta.

―Quiero que me digas, Aaron Foster, ¿qué diablos está sucediendo? ―preguntó exasperada―. ¡Son las cuatro de la madrugada!

Aaron bufó y tragó en grueso, reuniendo todo su valor para mantenerse frío e inexpresivo. Necesitaba mantenerse completamente indiferente si quería terminar aquello. Todo era por ella, para hacerla feliz y que tuviera aquella familia sin discusiones ni peleas por terceros, por culpa suya. Y aun así le resultaba imposible. No tenía idea de cómo iba a hacer aquello sin hacerle daño ni, mucho menos, rendirse a ella por completo una noche más.

―Tenía cosas que hacer. ¿Tienes algún problema con eso? ―La retó―. Mira, realmente estoy muy cansado para esto ―murmuró con sinceridad―. Dejemos esto para mañana.

Con todo su corazón, con todo lo que sentía por ella y todo aquello que era capaz de hacer por su bienestar, deseó internamente que aquella fuera realmente la manera correcta de hacer las cosas. Quiso estar convencido de estar tomando la decisión correcta por ambos y no estar arruinándolo todo, por el contrario.

No

La tenía allí mismo, en frente suyo y aquel le resultó ser el momento más oportuno de terminar con aquello. Pero no siquiera lo pensó. Sólo dejó que las palabras salieran de él de la manera más fría que pudo. Tenía que mantenerla lejos de él.

―Esto no se trata de si estabas ocupado o no. No es la primera vez que pasa esto. Quiero decir, has estado viniendo demasiado tarde todos estos días ―empezó a decir ella con firmeza y molestia, de pie frente a él furiosa―. Me evitas y apenas me hablas. Estoy harta de esto y quiero que me digas qué...

―Bien lo haré ―La cortó de manera repentina―. Estoy cansado de esto. Simplemente ya me aburrí de esto y creo que lo nuestro no tiene ningún futuro ―mintió con descaro, presionando la delgada sábana entre sus dedos mientras dejaba salir las palabras como veneno de él mientras, con su corazón deteniéndose con fuerza, la veía derrumbarse frente a él.

Giró el rostro sintiéndose aún más cobarde al saber que no podía siquiera verla de aquella manera. Se sentía tan miserable que realmente sintió su corazón romperse dentro de él en miles de pedazos. La quería tanto... ¿Cómo podía ser capaz de hacerle daño a alguien tan dulce como ella? ¿A alguien que le dio todo su amor y cariño sin dudarlo ni un segundo?

Sus pulsaciones se aceleraron bruscamente contra su pecho al sentir unas frías manos arropar su rostro de manera temblorosa pero firme. Amber tiró de él suavemente hasta que sus ojos se cruzaron con dolor.

―Eso no es verdad ―murmuró ella en un hilo de voz―. Yo te amo, ¿sabes? Si pasa algo, cualquier cosa, sabes que puedes decírmelo y lo resolveremos juntos, Aaron.

Aaron puso toda su fuerza de voluntad en tomarla de las manos y alejarla lo que le pareció necesario de él. No podía tenerla tan cerca y pensar con la claridad que debía en ese momento.

―No tiene sentido seguir cuando esto murió hace tiempo.

¿De qué hablas? ―rió ella, acercándose a él y tomándolo de las mejillas con firmeza, inclinándose para darle un suave beso en los labios que hizo a su corazón latir desbocado―. Nada a cambiado entre nosotros.

¿Por qué se lo ponía tan difícil?

―¿Lo ves? Todo sigue igual. Dime la verdad ―dijo Amber con desesperación―. Aaron, mírame a los ojos y dime la verdad. Sea lo que sea lo entenderé pero, no me mientas.

Sus ojos se cerraron una última vez y, tomando una fuerte inspiración, la contempló con una molesta sensación de vacío en el cuerpo antes de escurrirse de entre sus brazos.

―Amber, por dios, ¡basta! No quiero seguir contigo, y ya. Eso es todo, no te humilles más y acéptalo ―pidió desesperado.

Ella tembló a escasos metros de distancia de él en su corto pijama, abrazándose a sí misma. Con los labios entreabiertos, vio los ojos de Amber empañarse en lágrimas, un ligero pucho acunar aquellos labios que tanto adoraba. Se sintió tan vacío y miserable que, por un momento, quiso mandar todo a la mierda y correr a ella, abrazarse a su cintura y decirle que sólo quería verla feliz con aquello que ella siempre soñó. De hacerlo, Amber solo tendría más problemas con Marcel hasta el punto de, seguramente, separarlos aún más.

Y eso no quería.

―No me puedes dejar... sola... ―dijo la castaña con la voz rota―. Creí que yo te importaba.

"Y lo haces, amor"

No dijo nada más y salió de la habitación con un molesto nudo en la garganta. Quería tirar todo y gritar, arrancarse los cabellos y maldecir todo por haber arruinado lo que más quería con todo su ser.



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En el texto hay: celos, celos y drama, corazon roto

Editado: 18.06.2020

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