Amor
No tenía idea de qué había sucedido, apenas recordaba haber discutido con Aaron y luego, cuando abrió los ojos nuevamente, se vio en una pequeña habitación clara. Con una bata blanca puesta y una cama algo incómoda, oyó las voces que el televisor soltaba.
Y vio una cabeza apoyada sobre el colchón a su lado, presionándole la mano como si fuese lo último que existiera en el mundo. Ese alguien que estaba dormido a su lado, esperando por ella, hizo que su corazón latiera desesperado contra su pecho. Algo dentro suyo afloró y todas las penas y esperanzas se revolvieron dentro suyo hasta confundirla aún más.
-Aaron... -murmuró repetidas veces-. Hey, Aaron...
No cabía en su mente cómo había esperado por ella o la había cuidado cuando había dicho que no le importaba lo que le sucediera. Cuando fue con Marcel de regreso a su estado, pensó olvidarlo y llorar las penas por Aaron muy lejos de él. Después de esas largas e interminables semanas había asimilado que a él no le importaba más y que no la quería, por mucho que Amber lo amase como nunca amó a nadie más.
Realmente lo hacía.
Los ojos de Aaron se alzaron somnolientos hacia ella y Amber esbozó una sonrisa rota que le dolió en lo más profundo de su ser. Le ardió en desmesura tenerlo a tan solo centímetros de distancia y tan lejos a la vez.
―Te desmayaste, estabas ardiendo en fiebre pero... ―murmuró él en un hilo de voz antes de sujetarle las mejillas e inclinarse desesperado hacia ella, rozándole la punta de la nariz y dándole fugaces besos en todo el rostro―. Joder, estás bien ahora, princesa. Todo está bien ahora, nena ―siguió diciendo él cuando Amber empezó a sacudirse inquieta.
¿Por qué hacía eso? Había creído que realmente ella para Aaron no significaba nada más, había empezado a convencerse de ello ―porque la ruptura le supo siempre extraña― y luego iba él a confundirla aún más.
―Suéltame, Aaron. Basta, ¡Aaron, Suéltame!
Aaron se alejó de ella y abrió los ojos tan grandes que parecían querer salirse de sus órbitas. La miró primero sorprendido y luego tan arrepentido que su corazón se estrujó aún más al verlo tan desdichado.
―Lo lamento... Amber, sólo estaba muy preocupado y... me alegra que estés bien ―murmuró él, desviando la mirada antes de fijarla en ella nuevamente. Me alegra mucho volver a verte.
La había ayudado y se había tomado la molestia de llevarla a una clínica aún con las muchas cosas que Aaron seguramente tenía que hacer.
Simplemente había sido eso, un acto de compasión y caridad que podría haber hecho él por cualquier otra persona. A él le gustaba ayudar y ella sólo se había cruzado en su camino.
―No tienes de qué disculparte, Aaron. Muchas... ―dijo con toda la fuerza que le fue posible―. Muchas gracias por ayudarme.
Y se sintió tan abrigada cuando él le sonrió de manera genuina que sin poder evitarlo Amber soltó un suspiro largo y contenido. No lo había visto en semanas y él lucía mejor que nunca. O, al menos, así lo veía ella.
―De nada, preciosa ―susurró él tan bajo que ella nunca pudo oírle.
Entonces tardaron casi una hora en que los doctores le dieran de alta y pudieran permitirle regresar a donde ahora era su nuevo hogar. No supo a dónde se había odio Aaron de pronto, porque se encontraba ella después sola en la sala de espera. Pero había pasado casi media hora y ella llegó a la conclusión de que Aaron Foster había regresado a sus asuntos y ella se había quedado allí. Después de todo había hecho mucho por ella así que, además, no tenía la obligación de ver por ella en lo absoluto.
Seguramente tendría que regresar a ver a su nueva pareja, a la nueva chica que dormía con él o que...
Amber se cubrió el rostro con las manos y evitó soltar un sollozo que aún continuaba doliéndole desde lo más profundo de su ser. Apoyada en una de las columnas, sintió desarmarse nuevamente al pensar que él podría estar siendo ahora feliz con alguien más. Estaba tan alejada del mundo en aquel instante que se sobresaltó al sentir unos brazos rodeándola con firmeza, alguien abrazándola con cariño. Un delicioso y conocido aroma llegó a ella y nuevamente no pudo comprender nada.
No entendía qué sucedía con Aaron y eso la mataba.
―Nena, todo estará bien ahora. Sea lo que sea que esté sucediendo, pasará ―La tranquilizó Foster al oído, haciéndole caricias en la espalda muy suavemente. Luego se alejó de ella y le sonrió―. ¿Bien? ―murmuró hacia ella, observándola en la escasa distancia que los separaba. Los ojos azules recorrieron su rostro y luego bajo hasta que Amber empezó a ponerse nerviosa al notar que toda la atención de Aaron estaba puesta en sus labios―. ¿Vamos a casa?
Asintió rápidamente y él bufó lentamente antes de alejarse a varios pasos de ella. La tomó de la mano con suavidad y luego le extendió una bolsa blanca que Amber tomó extrañada.
―¿Qué es esto?
―Son los medicamentos que debes tomar. Los compré cuando dormías y pues, joder, acuérdate de tomarlos, ¿bien?
―Vaya... gracias, Aaron. Fuiste muy amable conmigo y...
―No me agradezcas, haría cualquier cosa por... ―Entonces calló abruptamente como si acabara de recordar algo y carraspeó―. Ayudar. No podría haberte dejado así y quedarme con la consciencia tranquila.
Claro, obviamente todo era algo personal y moral, no tenía nada que ver con ella.
―Sube.
Podría haber tomado algún bus o caminar las miles de cuadras hasta llegar al apartamento donde su hermano solía hospedarse. Ahora ella vivía sola allí ya que Marcel, como estudiante, tuvo que regresar a dónde siempre vivió. Así que sólo era Amber y nada más. Apenas recibía llamadas de su hermano mayor, de vez en cuando.
Después de decirle a Aaron dónde se quedaba, aunque debía aceptar que realmente quería estar a su lado, se mantuvo callada en aquel auto que tan bien conocía.