Emily Blumer
Jueves 3 de enero de 2019.
Siempre que nombran a la Universidad de Nueva York, lo primero que viene a mi mente es el estupendo buffet que tiene en su parte trasera. Muchas veces me han tocado clases con horarios malísimos en donde la única solución era almorzar allí, lo cual me llevó a conocer las fabulosas papas del buffet de la Universidad. No soy para nada una chica sana o una de esas personas que se fijan en cuántas calorías tienen los productos o de qué manera fueron elaborados. Yo sólo pruebo y veo si me gusta. La mayoría de las cosas me suelen gustar, siempre y cuando no tengan miel. Detesto la miel y nunca van a lograr que me agrade. Es demasiado dulce para mí (aunque mi personalidad tenga mucho en común con ella). Creo que, hoy en día, es el único producto que no podría consumir, aunque me estén pagando por hacerlo.
Hoy, aunque mis horarios no eran lo suficientemente malos, con las chicas arreglamos para almorzar en el buffet. Nos dimos cuenta de que hace varios días no veníamos y, sinceramente, ya extrañábamos a Rose, nuestra gran cocinera; y a nuestras papas, claro.
—¿Y qué te hace pensar que ese tal Collins es tan confiable? —insinuó Tasya luego de estar algunos minutos sentada esperando la comida.
—¿Cómo? —me sorprendí. ¿Quién ha dicho que Asher Collins era alguien en el que podías confiar? Aunque... ¿por qué no?
—Eso es lo que has estado insinuado desde que llegamos —me retó y parecía más indignada de lo normal. Siempre sus indignaciones suelen ser la quebradura de una uña o el olvido de un paso de baile, nada serio—. No has parado de hablar de lo inteligente que parece ser o de lo atento que crees que es. Que sea medianamente atractivo, tenga un aro en la nariz y lleve gafas no significa que sea todo eso que tú piensas.
—¿Qué? Yo no he dicho nada de lo que estás diciendo. Sólo comenté que sus gafas le daban su toque intelectual y ninguna de las dos puede negarlo —señalé a ambas y Ginger se rio.
—Puede ser, pero igual no lo conoces. No te fíes tan rápido —me respondió Ginger. Ok, ya entendí—. De todas formas, no puedo negar que tiene lo suyo y que parece un buen chico. Tiene cara de ser una persona con muchos amigos.
—Sí, claro. No lo creo. Rye me ha contado que no tiene una amiga mujer desde hace años —Tasya se acomodó el pelo para que caiga a un costado de su hombro—. Por algo será.
—¿Entonces la chica con la que fueron a Guys ayer no era su amiga? —me preguntó Ginger.
—No lo sé. Me ha dicho que trabajaba allí, pero nada más. Tal vez sí son amigos.
—Te estoy diciendo que no. Seguramente se la está cogiendo, como lo debe hacer con la mayoría de las chicas que caen a sus pies solo por ser el barman de un boliche —finalizó Tasya y decidí no volver a entrar en discusión. Tranquilamente ella podría tener razón, pero una parte de mí no lo creía. O tal vez no quería creerlo, que es completamente distinto.
—¿Qué les ha parecido la entrada del nuevo integrante al grupo? —dijo Ginger viendo que Tasya y yo no teníamos más ganas de hablar sobre Asher y su vida amorosa.
—Desubicado. No puede entrar al grupo cualquier persona, es un tema delicado —contestó mi amiga antes que yo.
—Yo ya lo conocía de antes y tenía entendido que había buena relación entre él y Tyler. No me parece mal que se haya unido al grupo, es decir, tampoco estoy de acuerdo en que estén muchas más personas y sin embargo lo sigo aceptando.
—¿A quién te refieres? —me atacó Tasya.
—Nada, déjalo. ¿Cómo está Rye?
—Mal, muy mal. Necesito que Tyler esté bien y que Rye pare de sufrir por no saber qué ha pasado.
—También está perdida Nell —le recordó Ginger.
—Bueno, sí. Pero deben admitir que estamos más preocupadas por Tyler que por ella. No me hagan quedar mal cuando todas pensamos lo mismo.
—Voy a darte la derecha. De cualquier manera, solo quería decir que Froy es demasiado lindo para ser verdad —sonrió Ginger y Tasya hizo una mueca de asco. ¿Cómo no imaginarlo? Para sus ojos, el único hombre que existe es su novio—. ¿No creen lo mismo?
—No soy fan de los chicos rubios, pero podría darte la razón. Me gusta su estilo —respondí. Al menos eso sí era verdad.
Nunca me llamaron la atención los chicos rubios, aunque en un principio me había fijado en Connor Sallow. Ahora que lo conozco más en profundidad prefiero tenerlo de amigo a tenerlo como algo más.
Luego de ese almuerzo, cada una volvimos a nuestras casas. Cerca del mediodía, antes de ir a almorzar con las chicas, me llegó la notificación del nuevo grupo que había armado Asher. Todos seguían hablando sobre el viaje que íbamos a hacer mañana y mi mente me lo recordaba a cada minuto junto a mi corazón. Poder tener la posibilidad de hacer algo para encontrar a mi mejor amigo es todo lo que necesito en estos momentos. Sé que tal vez no sirve de nada lo que vayamos a hacer, pero de todas formas me alivia el poder intentarlo.
Viernes 4 de enero de 2019.
Durante la mañana, con Ginger asistimos a clases, para después comer lo que nos habíamos traído desde nuestras casas en el patio de la Universidad. No queríamos comentarles a nuestros padres lo que haríamos hoy, aunque si hubiésemos querido hacerlo, tampoco íbamos a poder. Había una especie de regla que no permitía que nadie más que esté fuera del grupo se enterara. Por eso mismo, decidimos hacerlo en un horario en el que todos, o al menos la mayoría, teníamos algún que otro compromiso posible de cancelar o posponer. En el caso de Ginger y mío, tendremos que saltarnos un par de clases. Nada del otro mundo. Por ejemplo, Connor tendría que trabajar en el almacén, pero inventó estar enfermo para que le permitan ausentarse.
Una vez que decidimos que ya era tiempo de irnos de la Universidad, dejamos los libros que usamos durante la mañana en nuestros lockers y nos dirigimos hacia la entrada del campus para tomar un taxi y así poder llegar a la casa de Phoebe.