Ambivalencia

Capítulo 1

29 de septiembre de 2018.

 

CIEGA

 

Y ahí estaba yo, mirando a la nada, en medio del olor a comida más concentrado que pueda existir. Recuerdo la frase que mencionó hace poco mi profesor de historia. Empiezo a creer que el amor y el odio si pueden tener algo en común.

—¡Hey! Emma. ¡Hola!

En menos de un segundo lo que había en mi cabeza se rompe en pedacitos, al sentir unas manos atacarme —¡Oye! —Una risita se escapa al abrir mi boca.

Ya estoy acostumbrada a recibir esos pequeños sustos. Confieso que la mayoría del tiempo me la paso divagando por otros mundos en mi cabeza, Ashley siempre tiene que colaborar para que yo regrese al mundo real y pueda prestarle mínima atención, es cierto que a veces no tiene cosas muy interesantes que contar, últimamente solo a hablando de su ex y se queja de lo duro que es la vida universitaria pero así llevamos nuestra amistad, a nuestra manera, la quiero como es y sé que ella a mí, encajamos perfectamente y creo que eso es lo importante. Cada vez estoy más segura que lo que ha mantenido fuerte nuestra amistad es decirnos las cosas sin tapujos, justo como son, aunque duelan, siempre se agradece la sinceridad, o por lo menos es algo que yo valoro. No me imagino en un grupo social diferente, rodeada de un montón de "amigos" que solo te dicen como tienes que actuar para encajar y que lo único que desborda entre todos es falsedad y egocentrismo.

—Lo siento amiga —Ash ríe. —¿Sabes? Estaba pesando en el trabajo final ¿Ya decidiste con quien hacerlo?

Hago una mueca. —No tengo ni idea, sabes que prefiero hacer los trabajos por mi cuenta. Creo que le preguntaré a la maestra si me puedo encargarme de eso sola. Sé que así voy a ser más productiva. ¿Y tú?

—No sé, ya se me ocurrirá algo.

Rio pensando en lo relajada que puede ser. Me da envidia pura. —Bueno pero por ahora dime que irás conmigo a la fiesta de cumpleaños de Jacob —Digo tras la típica coreografía de súplica.

—Emm! —Me dice tornando los ojos. —Sabes que ahí va a estar mi ex y no quiero verle la cara.

Sé que uno pucheros más ayudarán a que me diga que sí, así que continuo con mis súplicas. Como por milésima vez en el día Ash torna los ojos y suelta un 'Está bien' camuflado en un gran suspiro.

—¡¡Sí!! —Empuño mis manos y llevo mis codos a mi pecho en gesto de victoria. —¡Nunca cambies amiga! Nos vemos —Le digo después de darle un fuerte beso en la mejilla y me marcho.

Me mire por última vez al espejo y sin sentirme del todo cómoda decidí no dar más vueltas al asunto o iba a llegar tarde. Al final nada cambió mucho. Llevaba mi camiseta negra de tirantes con corte en V y bordeado de encaje, unos 'Moms Jeans' claros, casi siempre me gusta doblarlos en la parte baja, mis botines negros de Bershka y aretes en forma de aros color plata. El hecho de que se trate de la fiesta de Jacob hace que me esfuerce un poco más pero tampoco me gusta ponermelo tan difícil. Esta castaña melena que ya va por la caída de mis mini bubíes puede empezar a estorbar así que decido recogerla en una cola de caballo desde ya, y así durante la mitad de la noche puedo estar tranquila de que no olvidé una liga para recogerla. Las personas siempre aciertan con mi edad, dicen que soy de las pocas personas que sí aparenta la edad que tiene, sin embargo, no me siento cómoda, quisiera que los meses pasen más rápido, cumplir 20 y quedarme ahí. Siento que 20 es la edad perfecta, el 1 a la izquierda ya no te acompaña y ya no te hace tan niña y la mezcla del 2 y el 0 es la combinación perfecta de madurez con cierto aire juvenil, no sé, siempre lo he visto de esa manera, tomo un labial color morado vino, según yo siempre ayuda a aparentar uno o dos años de más. Suspiro y me pongo en pie. Corro rápidamente a buscar las llaves de mi coche, tomo mi bolsa, mi teléfono y me pongo en marcha hacia la casa de Ash. Ashley vive aproximadamente a 30 minutos saliendo de la ciudad entonces salí con el tiempo necesario para poder llegar puntual.

Después de un largo viaje aparcamos en el único espacio que encontramos libre, a dos cuadras de la casa de Jacob.

—¡Genial!. Cada vez aparece ese recuerdo de por qué nunca uso tacones ni nada que se le parezca —Torno mis ojos y Ash solo suelta una risita. Yo sonrío.

Al abrirse la puerta ahí estaba él, con sus tan exquisitos ojos, como la avellana, su pelo parado y alborotado, su camisa blanca de franela desordenada y desabotonada, sus vaqueros desteñidos, viejos y desgastados ¿Se le puede pedir algo más a la vida? Me pregunto mientras muerdo mi labio inferior. Ash me da un codazo y salgo rápidamente de ese pensamiento. Dios espero que no haya notado mi pequeña parálisis causada por él, siento mis mejillas arder durante tres segundos, él suelta una pequeña risa y nos invita a entrar.

Había demasiada gente, se puede decir que Jacob tiene un grupo grande de amigos, ese grupo al que precisamente no me gustaría pertenecer, aunque si nos volvemos novios en algún momento soñado de mi vida tendría que aprender a llevarlo. Ash ya me había hecho algunas señas típicas de ¡sácame de aquí! Ella no es persona de estar con muchas personas, prefiere centrarse y mantener viva nuestra pequeña relación, así no tiene que esforzarse mucho. Por mi parte, me gustan estos ambientes, conocer gente nueva... digo, aparte de ser un poco hater con la mayoría de cosas en la vida me considero sociable, en lo que cabe, pero me gusta serlo, eso sí, solo hasta ahí, no quiero más personas en mi círculo de amistades. Estoy bien como estoy.



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Editado: 14.04.2019

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