8 meses antes...
Amelia.
Un sonido.
Un pitido muy fastidioso.
La alarma.
Trate de apagarla, pero fue imposible. Con toda la flojera que existe en esta vida me levanté, apague la alarma y prendí la luz, fui al baño me cepille y me bañé. Salí del baño con una toalla enrollada a mi cuerpo y me senté en la cama, empecé a curar las heridas de mis piernas para luego ponerme una venda en ambas. Me puse un mono ancho como el de Aladdin, un abrigo largo de Harry Potter y unos zapatos normales. Mis ánimos de empezar el último año estaban por los suelos, pero tampoco quería estar encerrada en las cuatro paredes de mi cuarto. Empecé a bajar las escaleras para ir a la cocina, abrí la nevera y agarre dos manzanas y las metí en mi bolso, antes de abrir la puerta para irme, oí una voz.
—Amelia hoy tienes una cita con Rubén, en tu cuarto te dejare un vestido y le avisé a Mila para que te arregle el desastre que tienes de cabello. —dice mi madre en un tono de voz fuerte que resuena en las paredes.
¿QUE?.
—Ajá y quién es "Rubén" y no, no me voy a poner vestido ni voy a salir con nadie. —digo en un tono de voz más fuerte que el de ella.
—Amelia, dudo que ya se te curarán las piernas, —dice en un tono retador y elevando una ceja— así que a las 2:15 te quiero aquí,que tengas un bonito día —dice concluyendo con una sonrisa falsa. Se fue resonando sus tacones por toda la sala.
Abrí la puerta y me largué de esa casa, agarré la llave de mi bolsillo y me senté en la moto mientras le prendía, arranque a toda velocidad, estaba molesta —muy— y solo quería largarme.
Estacione la moto en el estacionamiento del instituto, me bajé de la moto y me dirigí a la entrada, abrí mi casillero, dejé mi bolso, solo cogí una manzana y un cuaderno. Cuando estaba caminando hacia el salón de clases, sentí alguien detrás de mí, luego sus manos frías alrededor de mis ojos y esa fragancia que conocía de pies a cabeza.
—Jessica... —dije en un tono de voz bajo, le quite las manos de mis ojos para verla.
—¡¡Amelita!! —chilló la chica de frente— ¿Cómo estás cariño?, De que me perdí, ¡Si estás hermosa! ¡Te extrañe tanto!, —dijo muy rápido.
—Bien... Dios Jessica si eres exagerada solo fueron tres meses sin vernos, no tres años. —le digo rodando los ojos.
—Pero igual te extrañe tanto. —dice haciendo un pequeño puchero— ¿No has visto a July?
—Ella vive un poco lejos y siempre llega tarde Jessica, —le recuerdo. A pesar que el pueblo donde vivo es pequeño hay zonas lejanas. Le jalo el brazo para que empezara a caminar a mi lado— tengo que ir a castellano. —le aviso.
—Yo también cariño. —la miró con desconcierto porque ella nunca le toca las mismas materia que las mías— Adivina, ¡Este año estoy contigo! —chilló.
—Genial. —digo sonriendo sin despegar los labios.
Jessica la conozco desde el preescolar es una de mis mejores amigas, sabe todos mis secretos y yo se los suyos, siempre está para apoyarme, la aprecio mucho aunque no se lo demuestre, ella es el tipo de chica cariñosa -muy- y que siempre se enamora de el chico malo, y todas las veces termina con el corazón roto, siempre la consuelo cuando llora -aunque no sé de amor- y se deprime. Por otro lado está July, lo opuesto de Jessica, a July también la conocí en el preescolar y somos inseparables. July es una chica tranquila, nunca ha tenido novio —al igual que yo— y no está interesada en tener, muchos chicos lindos tratan de enamorarla o pedirle una cita y ella siempre se niega. No le gusta ir a fiestas -pero Jessica la obliga- prefiere ver películas o leer al igual que a mí. Las tres somos muy diferentes y por eso encajamos bien.
—Hola, chicas. —dice July uniéndose a nosotras.
—¡Kytty!, ¡Cómo extrañé a mi pequeño cerebrito! —dice Jessica mostrando sus dientes perfectos.
—Yo también las extrañe. —dice July.
—Hola Kytty. —le digo a July con el viejo apodo de infancia sonriendo sin despegar los labios.
—Hola pequeña Amelia. —dice July mientras me abraza.
—¡Chicas no puedo creer que estemos en la misma clase! —grita Jessica.
—Yo no puedo creer que sigas de gritona. —le digo a Jessica.
🌒🌒
Después de ver las dos clases que me tocaban nos dirigimos a la cafetería. Nada había cambiado, estaban lo chicos que rapean al frente de todos como si su vida dependiera de eso, están los que hacen ejercicio hasta para comer, la mesa de los "populares" donde estúpidos chicos y chicas tienen que tener zapatos y ropa de marca, el último teléfono y una cara bonita —y cuerpo— para ser aceptado y los últimos los chicos diccionario, son víctimas de bullying solo por sacar las mejores notas y por su forma de vestir. Nos sentamos en una mesa aislada a las demás y empezamos a desayunar.
—¡Por Dios mira esta belleza! —dice Jessica con la boca llena, mostrando su teléfono— ¡Es un Sugar Daddy! —dice después de tragarse la comida— El juego es así, es una guerra de selfies en el Instagram, el solo acepta mayores de dieciséis años, tienen que ser cinco o tres fotos, el te dice como subirlas y si le gusta tus fotos deja una secuencia de números en ellas, los juntas y esa es una dirección de casa, ¡Te da la hora de ir y te da dinero! —dice Jessica dando saltitos en su asiento, mientras July se ahoga con su cereal con leche.
—Est... —trata de decir July pero tuvo que tomar aire, gracias a que casi se mata con su desayuno— ¿¡ESTÁS LOCA JESSICA, O TE CAÍSTE DE PEQUEÑA!? —finaliza gritando pero no tan fuerte para que los demás no escucharan.
—Yo opino que las dos cosas. —digo riendo, pero July me echa una mirada que lo que anda diciendo es serio.
—No estoy loca ¿Que tiene de malo? —dice Jessica jugando con su cabello rubio.
—¿¡Que no tiene de malo!?, Escucha Jessica, eso es una manipulación, hacen cosas malas, tráfico de menores, violación, pros...