Amelia Muller y el puercoespín dorado

En mi pueblo

Era un hermoso día.

El sol resplandecía, las flores florecían, los gallos cacarean, los ruiseñores entonaban la más hermosa melodía y los polinizadores ya se encontraban trabajando.

Todo tenía sentido, era muy temprano en la mañana, no eran ni las 8.00 AM, la mañana era muy tranquila, solo para algunos.

Otros que se encontraban trabajando eran las personas del mercado.

Hoy pudo haber sido una mañana tranquila, pero las personas del pueblo no ayudan mucho.

El mercado estuvo abierto desde muy temprano, las personas ya se encontraban trabajando, querían aprovechar la frase: el que madruga Dios lo ayuda.

 

En un pequeño pueblo al norte de Inglaterra, era un día atorado.

EL pueblo tenía una deuda muy grande.

Y es en ese mismo pueblucho donde nuestra historia toma lugar.

En el centro de la ciudad se puede localizar una hermosa vivienda, 2 pisos y 2 jardines uno lleno de flores y otro lleno de sembradíos de diferentes alimentos, patio delantero y trasero respectivamente.

-El desayuno ya está listo-

Creo que no hay necesidad de que yo presente a quien dijo eso. 

-Aun que me tomo como hora y media al fin ya está listo-dijo oliendo la comida 

Con una bandeja en las manos, que llevaba unos huevos revueltos y unas rodajas de pan, junto a un jugo de naranja, Amelia Müller lleva el desayuno al cuarto de su hermana.

Saliendo de la cocina y subiendo las escaleras intentando no dejar caer el desayuno, subió al cuarto de su hermana, mientras pasaba al lado de hermosos cuadros, algunos solo eran obras de arte, pero otros eran fotos de ella bebe, aunque eso no la hacía sentir muy orgullosa.

Llega al cuarto de su hermana y abre la puerta con delicadeza

-Muy buenos días Leyna- Saludo a su hermana mientras entraba. 

Un bostezo se pudo escuchar como respuesta; Leyna la hermana de Amelia se estiró un poco sin salir de la cama, se frotó los ojos y finalmente, con una somnolienta voz contestó

-Buen día Amelia-le sonrió

-Te hice el desayuno-le extiende la bandeja y la deja a un lado en una mesita de noche.

-Muchas gracias querida Ame-la llamó por su apodo.

.Oye ¿estás bien?-Ame colocó su mano en la frente de Leyna 

-Claro que estoy bien-le quito la mano- y tú ¿Qué harás el día de hoy?-le pregunto 

-No lo sé con claridad-tomó un trozo de pan y empezó a comer mientras contestaba:-Pensaba en ayudar en la cosecha de manzanas, pero los gemelos van a hacerlo hoy

-Deberías ir a ayudarle a Harry al pobre se le murió su perro y el que ya tiene es solo un cachorro-le informo Leyna- el señor necesita ayuda

-¿Señor?, Harry solo tiene 17-

-Solo es una sugerencia-

-Bien le iré a ayudarle- confirma Amelia 

-esa es mi niña-le sonrió Leyna 

Dándole un beso en la frente Amelia sale de la habitación de su hermana para dirigirse a la suya que estaba al final del pasillo.

Al llegar a su destino su primera acción es ir a su armario.

Ella ya estaba vestida, un hermoso vestido amarillo era lo que llevaba puesto, se levantó antes de que salga el sol para hacer algunas tareas.

Abrió su armario y pudo ver los múltiples trajes que yacían en su guardarropa; blusas de todos los colores, vestidos igualmente coloridos, pantalones largos y cortos, etc…

Eligio un overol verde, y una camiseta azul, ella ya sabía lo que le esperaba al decidir ir a ayudar a Harry, el pastor de las ovejas del pueblo.

Rápidamente baja las escaleras, no sin antes ponerse unas lindas botas del mismo color de su camiseta.

Toda esa ropa era comprada con el dinero que le habían dejado sus padres, el viejo negocio de su familia, que ahora pasó a manos de su tía, una linda compañía de ferrocarriles.

Ya lista y con el pelo recogido, Amelia sale de su casa, pero antes de dar un paso más una voz la detuvo:

-Oye Ame vuelve antes del mediodía que voy a hacer su comida-le gritó Leyna desde la ventana de su habitación aun en pijama. 

-¿Tu harás la comida?, pensé que no podías alcanzar la maceta-se burló Amelia

-Te crees muy graciosa, solo vuelve para la comida-le respondió

-Deja eso, yo cocino, tú haces un doble esfuerzo al no poder usar tus piernas-

-Puedo ser parapléjica, pero no soy inútil-le contestó

-Jajaja okey, nos vemos-Amelia se despidió de su hermana.

Así empieza oficialmente su día.

Caminando por el pueblo tranquilamente pudo ver como el mercado ya estaba activo. 

-¡Amelia querida!-una voz la llama

Era la señorita Liza, ella tenía un puesto de manzanas.

-Buen día Liza-Ame la saluda feliz

-Gracias por ayudarme a llevar el cargamento ayer-y repentinamente Liza le lanza un tomate cherry a Ame-Tómalo como un regalito de mi parte.

-Muchas gracias Liza-le dedicó una sonrisa y le dio un mordisco al tomate

Siguiendo con su camino, Ame respiro el limpio aire de sus alrededores. Mientras, las voces de los vendedores se escuchaban hasta donde el oído alcance; Frutas de todo tipo, vegetales frescos, carnes de todos los animales, y hay quienes dicen que, si buscas muy profundo en el bazar, encontrarás carne de tigre o camello.

Creo que este es un buen momento para presentarle a nuestra protagonista, Amelia Müller, una chica…relativamente normal, no es muy diferente a otras niñas de 12 fisicamente hablando. Con una hermosa cabellera pelirroja, unos hermosos ojos avellanas y unas lindas pecas en la parte de la nariz, que, por alguna razón, eran cuadradas asemejándose a unos píxeles. Ella vive con su hermana que ya todos conocen, Leyna Müller su hermana mayor de 19 años, y como muchos ya se habrán dado cuenta, Leyna está en silla de ruedas, ¿Por qué? Se preguntarán algunos, bueno, eso es algo que sabremos más adelantes, les daré una pista, es algo que está ligado al negocio de su familia.



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En el texto hay: fantasmas, amor aventura comedia, puercoespines

Editado: 28.07.2021

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