Amelie

Capitulo 1

da y ojos negros caminaba por los pasillos de la mansión Deslew, la más grande de Critmell, lucía cabizbaja y sin esperanzas, la torrencial lluvia caía sobre el tejado, dando un sonido arrullador y calmante, parecía relajarla, pero a la vez entristecerla un poco más a cada segundo, habían pasado diez años desde la última vez que había ido de un lugar a otro sin preocupaciones, su madre solía decir que era por seguridad, pero Amelie sabía que había mucho más, había permanecido encerrada y alejada de todos por culpa de esa mujer de cálida sonrisa, Ava decía llamarse, ella era la culpable de todo, ese encierro estaba enloqueciéndola, el solo hablar con Christine y dar un leve saludo a sus padres cuando la visitaban, no era normal, aun después de tantos años, seguía sintiéndose extraña, las historias baratas que le inventaban ya no convencían a nadie, quería salir, explorar el mundo de lado a lado, ver algo diferente al gris de las paredes y ropa, hablar con alguien diferente a las encargadas de la que un día llamó casa, escuchar algo diferente que los ruidos que se colaban de las clases de los pródigos, hacer algo para que su tutora la odiase, pero seguía encerrada, mirando como las gotas caían a través de la ventana, pensando en escapar, en vengarse del gobierno, en no asistir a la clase de gimnasia la mañana siguiente, en todo y nada a la vez.

La cegadora luz de un relámpago asusto a la castaña, había caído en el patio, el ensordecedor ruido de la alarma perforo sus oídos como un cristal, estaba acostumbrada al silencio y algo tan fuerte como eso dolía hasta lo más profundo de su ser, -quizá sea hoy el día. Dijo su inconsciente, pero cómo creerle, si los planos y el protocolo de seguridad, que tanto había estudiado decían que nadie cruzaba la barrera, que cada centímetro fuera de las paredes estaba vigilado, láseres de alta intensidad y francotiradores dispuestos a disparar se encontraban a por doquier, conocía todo lo que la rodeaba, pero no sabía cómo escapar, esta vez el gobierno había hecho un muy buen trabajo, quizá fuesen los prototipos de su madre, pero se negaba a creer que la mujer que la trajo al mundo deseara mantenerla en esas condiciones. Seguiría siendo el fantasma que aterrorizaba a los más pequeños y la leyenda que contarían en la fogata años después. Quizá los primeros pródigos lo negarían, el hecho de que fuesen la fase uno hacía que fuesen los únicos que conocían quien era, un espectro que deambulaba en las tardes dando día a día de qué hablar.

La habían bautizado critgohs el fantasma de la mansión Critmell, quizá lo era, o puede que estuviese convirtiéndose en eso.

-debo escapar -susurro para sí

Pero sabía que no lo haría, solo era un grito de esperanza que no sería contestado, el gobierno la había aislado y Amelie no sabía por qué.
El reloj marcaba 23:54h la lluvia no había cesado, pero ya en su habitación podía recostarse sobre la cama e intentar relajarse con el golpeteo de la lluvia contra el cristal del techo, si la electricidad se fuese, los sistemas se apagarían y tardarían noventa y siete segundos en reiniciarse y recuperar datos, eso era tiempo suficiente para correr hacia la valla, traspasarla y llegar cuadra y media más arriba, en dirección a la vieja avenida, si llegaba ahí ya nadie podría atraparla, el entrenador Collin se había esforzado lo suficiente para convertir su record personal en uno mejor que cualquier atleta y elevar su resistencia al nivel de Atlas, los custodios Deslew no volverían a saber de ella, quizá se enterasen que vivía, pero no la vigilarían, Amelie correría por sobre los tejados y buscaría a algún rebelde, ellos deberían entender su necesidad de huir, quizá la llevasen a algún lugar, quizá pudiese formar una familia, quizá todo mejorase.

La castaña corría por la plaza Mitlows, se escabullía por entre las personas que hacían fila para comprar chocolate, era el único puesto abierto a esa hora y a juzgar por la cantidad de personas debía saber muy bien, se le hizo agua la boca, deseaba probar el dulce y calentar un poco su cuerpo, pero no, no podía perder tiempo, la alcanzarían, la encerrarían de nuevo en esa casa, y lo que menos deseaba perder en ese momento era la libertad que hace pocos minutos había ganado, había recorrido diecisiete cuadras a la mayor velocidad que sus piernas le permitían, había hecho dos giros y saltado un par de edificios, la tenue luz de la madrugada no ayudaba a visibilizar, pero algo si sabía, debía correr, seguir corriendo hasta que sus pulmones ardiesen o encontrase un lugar seguro, y sin pensarlo dos veces hecho a correr hacia el sur, las viejas leyendas contaban hazañas heroicas de quienes se habían revelado contra el gobierno, una banda había volado un centro militar y liberado a cientos de soldados reclutados contra su voluntad, quizá lograse entrar.

La castaña había corrido tanto que su cuerpo dolía, no sabía la hora, las nubes habían cubierto por completo la débil luz de sol, no quería dar un paso más, y anhelaba una cama donde descansar, su espalda recostada contra la pared, era lo único que la sostenía, sus fuerzas se habían ido, adelante no había nada, era un vacío infinito, y muchas luces titilantes giraban alrededor de un letrero el refugio rojo, leyó antes de entregarse a la oscuridad.




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