Amenaza Encubierta

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Ernesto

 

 

Cuando cuelgo de hablar con Ángel, respiro hondo, hago una cita en el hospital con el doctor Gómez, y sé que hay algo mal ahí, y si es obvio que lo drogaron.

   Tomo el teléfono y busco en la agenda de teléfonos de mamá y busco el número de la clínica con el doctor Gómez. Tecleo el número, comienza a sonar hasta que alguien me contesta.

 

Ernesto: buenas tardes señorita, soy Ernesto Mendoza, quería marcar para hacer una cita.

Enfermera: si, de que sería su cita.

Ernesto: sobre un antidumpin.

Enfermera. Muy bien joven, a nombre de quien seria a usted u otra persona.

Ernesto: no, a Roberto Mendoza.

Enfermera: perfecto hoy mismo a la hora que pueda llegar se lo haremos.

Ernesto: gracias.

 

Cuelgo.

   Me siento a ver la tele en la sala, pero me siento un poco desesperado, quiero saber que le paso a Roberto y como fueron las cosas, estoy asustado, tengo miedo de estar aquí solo.

   Pero…no sé qué pensar sobre todo esto. Le marco a mi madre.

 

Ernesto: ¿Cómo está?

Mónica: lo están interrogando, tu hermana está ahí con él.

Ernesto: ¿Cómo lo ves?

Mónica: esta ido, pero… se va a reponer, en tres días nos dan los resultados del antidumpin.

Ernesto: está bien mamá, espero que todo esté mejor.

Mónica: ya verás que sí, de hecho tu padre viene hacia acá, deja te cuelgo hijo, en un rato más llegamos a casa.

Ernesto: si mamá.

 

Cuelgo.

   Unos escalofríos me dan en todo el cuerpo, y tengo miedo, tengo mucho miedo, pero espero que no pase nada malo. Siento mis ojos pesados, hasta que cierro mis ojos.

 

 

 

Despierto de golpe al escuchar que toca la puerta, me levanto de una carrera asustado y agitado, camino lentamente hacia la ventana y veo que son amigos de Roberto. Los dejo pasar ellos se llaman Bruno y Vanessa.

 

Bruno: ¿Cómo estas Ernesto?

Ernesto: bien ustedes. Gustan algo de beber.

Vanessa: así estamos bien, gracias.

Bruno: tu hermano me llamo y dijo que ya venían para acá.

Ernesto: si hable con ellos.

Vanessa: sabes bien que le paso ¿exactamente?

Ernesto: no, aun no.

Bruno: estuvo gacho, pero se repondrá.

Ernesto: espero.

Vanessa: ¿estas serio? ¿Estás bien?

Ernesto: un poco asustado por todo esto que está pasando.

Vanessa: yo estaría igual que tú.

Ernesto: si gracias. Voy a preparar un poco de café.

 

Me levanto del sillón, y pongo la cafetera, paso mis manos por mi rostro y estoy estresado porque aún no llegan, estoy muy preocupado, pero debo de relajarme.

   Cuando la maquina dice que esta lista, me sirvo una taza, le pongo leche en polvo y azúcar, lo revuelvo y le doy un sorbo para relajarme un poco.

 

Ernesto: ¿quieren café?

Bruno: yo sí.

 

Se levanta del sillón y agarra dos tazas se las sirve y las lleva para la sala de nuevo para darle una a Vanessa. Yo los observo. Cuando de repente llegan mis papás, Ángel y Roberto, sus amigos llegan a abrazarlo. Roberto se sienta en la sala, y comienza a contarles todo lo ocurrido, y escucho todo lo que paso. Y me sorprendo de la maldad de este hombre, como pudo ser capaz de hacer eso, no le remorderá la conciencia de lo que acaba de hacer, maldito bastardo.

   En ese momento escucho algo que me pone a temblar.

 

Roberto: me robo mi mochila donde tenía mi cartera, mis llaves y esta la dirección.

Mónica: mañana mismo cambiaremos las chapas.




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