Luna
—Celeste, ¿podemos hablar en privado? Por favor no os marchéis, me gustaría comprobar algo.
—Está bien, pero si tardas me voy.
—Solo será un momento—Celeste y yo nos fuimos de la habitación y cerramos la puerta, la cerré con llave, solo que nadie se dio cuenta, ni siquiera Celeste.
—¿A dónde vamos?—Le señalé la puerta a su pregunta.
—Esta sala normalmente la utilizamos para casos como ellas, personas orgullosas y doloridas por un pasado que no se ha podido resolver, normalmente Sol es la que se encarga de vigilar la sala mientras que yo dirijo la actividad, pero hoy no ha podido estar—Cerré la puerta y las luces se encendieron, teníamos un panel de control con muchos botones de diferentes colores.
—¿Crees que puedes hacer que vuelvan a ser amigas?
—Eso depende de ellas. Yo solo les puedo dar el terreno seguro para arreglar las cosas, pero si ellas no se abren no lo veo posible, pero no te preocupes, son Blanca y Rosa, siempre han estado así, desde pequeñas.
—Pero esta vez llevan 9 años sin hablar-se.
—Porque Blanca se cambió de instituto y de casa, si no lo hubiera hecho probablemente lo hubieran solucionado tarde o temprano, pero al dejar la cicatriz abierta todo este tiempo, va a ser más difícil de curarla. Atenta—La pantalla grande que estaba encima del panel, emitía lo que grababan las cámaras de la sala donde estaban Rosa y Blanca.
—Si no me quieres contar nada, ¿por qué me has cogido de la muñeca? ¿Querías que me detuviera?
—Ha sido un reflejo, algo inconsciente, no quería detenerte—Ambas estaban hablando pero no se miraban a la cara.
—Entonces no sé porque seguimos en la vida de la otra, voy a dimitir—Blanca levantó la cabeza para mirarla. Nosotras también nos quedamos sin palabras. —Quédate tú todo el puesto, ya te irá bien, de hecho siempre has querido este puesto para ti sola. —Se fue hacia la puerta. —No tendrás ningún problema—Intentó abrir la puerta pero estaba cerrada.
—Yo…—Lo dijo muy bajito pero la pude escuchar.
—La puerta no se abre, ¡Celeste! ¡Luna! ¡Abrid la puerta! ¡Quiero salir de aquí!
—¿No se abre?—Blanca también quiso abrirla. No dijimos nada, queríamos saber de que hablaban aunque peleasen, para tener alguna idea de lo que pasó.
—Genial, estamos atrapadas aquí hasta que decidan abrirnos.
—Como sabes que nos han encerrado? Puede que se haya atascado la puerta.
—En eso no has cambiado, sigues siendo inocente. Si se hubiera encallado, el pestillo estaría abierto, pero si miras entre la puerta y la pared veras que hay un pestillo puesto. Nos han encerrado y seguramente no nos abrirán hasta que arreglemos este asunto, pero como no vas a decir nada mejor me espero a que se aburran de mirarnos.
Tras ese discurso de Rosa, Blanca se quedó sin palabras, agacho otra vez la cabeza y se sentó lejos de Rosa, su cara de vergüenza y tristeza lo decía todo.
—Voy a abrirles
—No, espera un poco más. Seguro que hablaran, tarde o temprano tendrán que hablar del asunto.
—No las has visto juntas estos días, pero como tú digas, no te pases por eso.
—Esperaremos el tiempo permitido.
—¿Y cuanto es eso?
—24 horas.
—¿Qué?
En ese momento mi hermana entró en la sala donde nosotras vigilábamos a Rosa y a Blanca. Sol era igual a mí en apariencia, teníamos el mismo corte de cabello y el mismo color de ojos y de pelo, marrones como el café (aunque su mecha era de color rosa). Su vestimenta era de colores más cálidos como el rosa, el naranja, el amarillo. Mientras que mis colores favoritos eran los fríos, el azul, el verde, el morado…
—¿Qué hacéis aquí? Este es mi puesto.
—Estamos averiguando que es lo que les ocurrió a Blanca y a Rosa antes de que Blanca se fuera del instituto. No quieren hablar y parece que la mejor manera de que lo hagan es encerrándolas aquí.
—Yo no las traje aquí para eso concretamente Luna.
—Ya bueno, la gente ha dejado de creer poco a poco en las cartas así que tenemos que evolucionar como todos los años. Y la mejor opción para una pelea de cualquier tipo es esta.
—Yo no diría la mejor opción.
—A ver, ¿aquí quien es la que sabe del tema? nosotras ¿no? Pues déjanos trabajar. ¿Como las ves hermana?—Sol se acercó para ver más de cerca.
—¿Se han dicho algo?