Capitulo 18. Cuenta cuentos en la biblioteca

Sol

—¡Vamos por favor!—Les supliqué.

—Bueno, así me distraigo un poco de todo esto—Dijo Rosa.

—¡Perfecto! ¡Gracias!

Las cuatro nos fuimos a la biblioteca del pueblo donde más que adultos habían niños, los adultos estaban para acompañarlos.

—No pensaba que iba a ver más niños que adultos.

—¿En serio Sol? ¿No lo sabías?—Dijo sarcásticamente mi hermana. Yo le sonreí.

Los niños empezaban a sonreír al ver a la cuenta cuentos, era una mujer como nosotras, de cabello rubio y largo, lo tenía recogido con una cola baja, de ojos azules.

—¡¿Mar?!—Dijimos las cuatro, no se nos hoyo mucho, por suerte. Era Mar, nuestra ex compañera de primaria y de instituto.

—Buenos días niños y niñas, ¿os apetece un cuento? ¿Queréis que os explique uno?—Todos se alegraron. —El cuento de hoy se llama, la caja del pasado.

Empezó a explicar el cuento, se lo sabía de memoria y hacia las diferentes voces ella sola con títeres.

—Había una vez, un rey que vivía solo en su enorme castillo y que cada noche se preguntaba a si mismo ¿Cómo es que estoy aquí solo?

Pasaban los días y las noches y un día, llegó un hada al castillo con un regalo.

—Majestad, le traigo un regalo de parte de su pasado—Dijo el hada. —Todas las respuestas que busca están dentro de esta caja.

El rey se quedó confuso, ¿cómo podía estar las respuestas que buscaba en esa cajita? Pero el rey la cogió de todas formas y cada noche intentaba abrirla, pero no podía.

—Esta caja no se abre—Pensó el rey. —Estará vacía como yo—dijo.

Al día siguiente, el hada vino otra vez, el rey confuso le dijo que podía abrirla ¿Cómo se abre?—Preguntó.

—Majestad, la caja responde al corazón de quien la tenga, usted tiene el corazón roto, quizá si le explicáis lo que le pasa podrá abrirse—Le dijo el hada.

El rey seguía confuso pero lo intento, esa noche el rey se sentó en su cama y empezó a hablarle a la caja todo lo que se había guardado durante años, el pasado que lo atormentaba. ¿Y adivináis que pasó? La caja se abrió.

En su interior tenía una foto de su mujer, la reina. Desde que murió el rey se encerró en sí mismo y no veía que no estaba solo, sus hijos y la gente del pueblo lo querían mucho.

—Todo este tiempo he estado pensando que no podía hablarlo con nadie, pero me equivocaba.

El rey se dio cuenta que no podía seguir alejándose de su familia y de su pueblo. Aunque le doliera hablar del pasado, tenía que hacerlo, solo así sus heridas se sanarían. Y así lo hizo, el hada no volvió más pero lo observo desde el cielo todas las noches.

Cada noche, a la hora de dormir miraba la cajita y se decía. —Gracias por ayudarme.

A Rosa le llegó al corazón cuando vio que el cuento era similar a lo que le estaba pasando a Blanca. Todas lo vimos.

Se terminó en menos de una hora y los padres salían con sus hijos de la biblioteca, así que nos quedamos a que estuviéramos solas.

—¿Mar?—Celeste la llamó.

—¡Chicas! ¡Cuánto tiempo!—Cuando nos vio Celeste y ella se abrazaron fuerte.

—Lo has contado super bien.

—Gracias, lo tengo que hacer bien ya que ya soy madre.

—¿Ya ha nacido? ¿Dónde está?—Preguntó Rosa.

Mar nos enseñó a su hija, una bebe de pocos meses, estaba dormida en el cochecito.

—Se llama Platina.

—Esta grande ya eh—Dije al verla.

—Son tres meses que tiene ya. ¿Cómo es que estáis aquí? ¿Os interesan los cuentos?

—A Sol le encantan, pero no contaba con que eran cuentos infantiles y que iba a ver muchos niños—Dijo mi hermana.

—Pues gracias a eso nos hemos encontrado.

—Una cosa Mar, ese cuento, ¿lo has escrito tú?

—No, lo encontré por internet, pero ¿a que es bonito? Liberarse del pasado cuesta mucho, aunque a los niños les cuesta todavía más.

—A Blanca le pasa lo mismo que al rey—Dijo Celeste. —No tendrás por casualidad esa caja ¿verdad?

—No, pero ¿cómo que le pasa igual?

—¿Te acuerdas de aquel día que se fue y no volvió más? Pues el motivo no lo sabemos y se niega a contárnoslo—Dije.

—Ojala la pudiéramos ayudar como el hada al rey.

—Alomejor si que podemos—Dijo Mar llenándonos de esperanza.