Capitulo 22. El tío del sueño

Rosa

—Buenas noticias Blanca, he encontrado el trébol de cuatro hojas que necesitas—Dijo Mauro entrando a la tienda, se le veía demasiado emocionado.

—¿El trébol? Bien, perfecto, muchísimas gracias Mauro.

—No hay de qué. Por ti lo que sea. Por una amiga claro—Su risa forzada lo delataban, tenía algo en mente, estaba segura. Tampoco me iba a preocupar, ya era así desde siempre.

—¿Cuantos tenemos?—Pregunté apoyándome en el mostrador.

—Tenemos 5 objetos de 10, ¡solo nos falta la mitad!

—¿Es para el hechizo? ¿Que falta?

—Faltan:

• Raíz de loto (1)
• Flor de Mana (1)
• Cubitos de hielo (x4)
• Agua de lluvia recién caída (4 gotas es suficiente)
• Bolas de cacao puro (x2)

—No es tan complicado. A ver, ¿me dejas ver la lista?—Blanca se la dio. —Bolas de cacao, yo compre un par la semana pasada, os las puedo traer.

—Si por favor, nos harías un gran favor.

—Ahora mismo voy, no tardare nada.

—Perfecto—Mauro se fue de la tienda. —Tachare esto de la lista.

—Blanca, ¿no crees que vas muy deprisa? No sabemos cómo son esas bolas, alomejor no son las que necesitamos.

—Aquí no pone nada de marcas, supongo que dará igual.

—Escúchame, respira un poco—Mientras le decía eso se iba así que como un reflejo le cogí de la muñeca.  Y volvimos a aparecer en ese sueño donde había un hombre con una pistola.

—Otra vez no—Se dejó caer al suelo pero yo seguía cogiéndole de la muñeca.

—Vamos a averiguar quién era—El borracho obeso se acercaba cada vez más, pero seguía sin verle la cara. Con una pistola en la mano apuntando a la Blanca de 15 años, su móvil estaba en el suelo, no alcance bien a ver con quien hablaba pero estaba en un chat, de eso estaba segura.

—Rosa quita la mano por favor—Decía mientras intentaba quitar la mano de la mía.

—Blanca, si no te enfrentas al pasado nunca serás libre.

—Pues estoy muy bien tal y como estoy ahora.

—¿No lo dirás en serio?

—Pues sí, soy más feliz que antes, bueno, eso no, pero que sí, soy feliz trabajando aquí contigo.

—¿Conmigo?—Dejó de intentarlo y agachó la cabeza.

—Si Rosa, soy feliz aquí contigo—Levanto la cabeza.

—Yo también lo soy, y por eso te quiero ayudar, te soltare con una condición. Sabes dibujar muy bien y tu le viste la cara, por favor, solo te lo pediré una sola vez y dejare de rallarte con el tema, solo si me haces un favor.

—Quieres que te lo dibuje ¿verdad?

—Solo la cara, con eso me basta. Por favor.

—No te va a gustar el resultado, ¿de verdad quieres saber quién es?

—Como no me lo dirás con palabras, en dibujo bastara, sí, quiero saberlo—Seguía cogiendo su muñeca.

—Está bien—Dijo después de pensárselo. —Tú ganas… te lo dibujare—Baje su muñeca y la solté. Volvimos a la tienda de objetos antiguos.

—Toma—Cogí papel y lápiz de la caja de antes. —Aquí tienes.

No estaba muy convencida pero lo hizo, cogió el lápiz y el papel y empezó a dibujar, mientras dibujaba yo atendía a los clientes que iban apareciendo.

—Sí, muchas gracias por su compra—Otro cliente satisfecho.

Parecía que no tendría éxito pero cada día habían más clientes que querían algo de la tienda, al final me va a gustar y todo. No sabía si decirle algo a la tía de Amber, me gusta la peluquería pero, creo que, ahora que me va tan bien con Blanca, siento que si me voy, lo estropearía todo.

—Ya he terminado—Me fui rápido al mostrador. —Antes de verlo, te repito que no te va a gustar el resultado.

—Ni que dibujaras mal.

Me lo enseño no muy convencida. Cara ancha, ojos marrones, cabello negro, nariz grande, cara blanca, oh no…

—¡¿Mi tío?! ¡No puede ser!—Mi mente iba a explotar, me quedé en shock, no dije nada más y me dirigí hacia el ventanal de la tienda.

Mientras miraba por ahí, vi a Violeta cruzando la calle hacia el otro bando.