Oriol
Ya habíamos ido a casa de Violeta para hablar con sus padres de nuestro compromiso, ahora les tocaba a los míos, mientras íbamos de camino tragaba saliva varias veces, no sabía si estaban preparados para saberlo.
—¿Estás bien?
—Nervioso, ¿tú no?
—Un poco, pero estoy contigo y eso es lo que importa—Me abrazó el brazo. Espero que esto valga la pena. Abrí la puerta con mi llave, mi casa no tenia escaleras, en realidad era la primera planta de un piso bastante espacioso.
—¿Hola? Ya estoy en casa, traigo visita.
—¿No hay nadie?
—¿Quieres hacer menos ruido? Intento estudiar—Mi hermana pequeña había salido de su cuarto para echarme la bronca, pero cuando vio a Violeta se paró en seco. —E-e-ella… ¿qué hace aquí?
—Rubí, necesito hablar con papá y mamá ¿Dónde están?
—Se han ido a comprar pero no tardaran en volver.
—Tendremos que esperarlos—Dije girándome al verla.
—¿Tenéis una casa muy bonita.
—No sé que pensaran mis padres sobre esto pero, yo no creo que tengas la culpa de nada, además siempre habéis estado juntos y sois muy buenos amigos, no sé porque se empeñan en que la otra familia es la culpable.
—Ni nosotros hermanita—Escuche un ruido, era un coche, seguro que eran ellos, ya estaban aquí.
Me puse delante de Violeta por si acaso pasaba algo desagradable, Rubí también seguía con nosotros, mirábamos atentamente la puerta de la entrada hasta que la abrieron y los vi entrar.
—Es que yo no sé porque tenemos que darles el espacio a los Twinson.
—Pues no lo sé cielo, ya lo iremos viendo oh… vaya, cariño—Mi madre nos vio.
—Hola—Dije con una sonrisa.
—¿Qué hace ella aquí?
—Lo voy a explicar, veras...
—No quiero que este en mi casa
—Tu madre se parece a mi padre.
—¿Estás diciendo algo?
— Nada, señora.
— Vale, esto es una tontería, podemos solucionarlo, hay que dejar el pasado atrás.
—Y ¿borrar de nuestra mente a nuestra hija? Por dios Oriol, era tu hermana.
—¿Y crees que a ella le hubiera gustado esta pelea? Gemma y Lila eran amigas y no sabemos exactamente lo k pasó así que no podemos échale la culpa a la otra familia.
—Unas palabras muy sabías hijo.
—Oh vamos Roger, no estarás pensando en olvidarlo ¿verdad?
—Olvidar no sería la palabra, pero pasar página sí, no podemos borrar a nuestra hija de la mente, es imposible, pero lo que podemos hacer es pensar que ahora está en un sitio mejor y que le hubiera gustado que hiciéramos las paces con la familia de Violeta.
—Vamos mamá, tú los conoces, Violeta y yo estamos juntos desde el jardín de infancia, conocemos a su familia y ellos a nosotros.
—No estoy muy convencida pero haré un esfuerzo, por Gemma.
—Que bien, me encanta que vuelvas a estar aceptada en nuestra familias—dijo mi hermana.
—Gracias, ah y, mis padres van a ir a una terapia de familia, si quieren prueben ir con ellos y así hablan tranquilamente con un experto.
—No sería mala idea.
—Está bien, iremos a esa terapia de familia—dijo mi madre, ya empezaba a sonreír
—Gracias mamá, ya veras, todo va a salir a mejor.
Después de por fin, que pudieran dejar atrás el pasado, o al menos intentarlo, nos fuimos de mi casa. Eran las 19:23 de la tarde ya teníamos que decirles a los demás si queríamos quedar con ellos.
—Perfecto, una cosa menos—Dijo muy contenta. —¿No sientes que nos hemos quitado una cosa de encima? Ya no hace falta que escondamos nuestro amor.
—Ahora tenemos que avisar a los demás para la cena ¿no?
—Sí, ¿los llamamos? ¿A qué hora y a qué lugar?—Preguntó sacando su móvil.
—No lo sé, tu eres las de la idea.
—Vale, ¿qué te parece a las 20:30 en el restaurante “la joya de la corona”?—Me pareció bien. Y empezamos a llamarlos—¿Mar? Hola, soy Violeta, ¿qué te parece un reencuentro con viejos amigos? Hoy a las 20:30, en la joya de la corona.