Mauro
—Vamos, vamos, no os podéis poner así—Celeste se puso en medio de las dos.
—¿Por qué no?
—Sois amigas desde la infancia, os peleabais y volvíais a ser amigas al rato.
—Eso fue hace mucho Celeste—Dijo Rosa.
—Además, hace años que no nos hablábamos—Dijo Blanca.
—Me niego a creer que toda esta semana no ha valido la pena.
—Cree lo que quieras, pero yo me voy.
—¿Te vas?—Preguntó Blanca. Parecía estar algo confundida.
—No tengo nada que hacer aquí.
—¿Me lo estás diciendo en serio? Es la fiesta de Arún.
—Yo no tengo problemas con eso, no obligo a nadie a quedarse ni a irse.
—Blanca, déjala, si quiere irse tiene el derecho de hacerlo—Dije intentando calmarla.
—Bueno, adiós a todos, y Arún que acabes de pasar un gran cumpleaños.
—Gracias Rosa.
—Se va con ella—Susurró Mar.
—Yo cada día la entiendo menos—Susurró Albino. Susurraban pero yo estaba lo suficientemente cerca de ellos para escucharlos.
—Tengo que decirle una cosa—dijo Blanca antes de irse. —¡Ahora vuelvo!
—Yo voy con ella, por favor, seguid con la fiesta—Celeste también se fue, detrás de Blanca.
—¿Que sigamos con la fiesta? ¿De verdad? No te lo tomes a mal Arún pero yo ya no tengo ganas de fiesta—dijo Mar.
—Ni tu ni nadie—Le respondió Rufo.
—¿Y si vamos a ver qué pasa? Lo digo porque estar aquí preocupándonos sin saber nada, no vamos a poder hacer nada—dijo Mar dejando a su hija en el cochecito. Esta vez Perla, la mujer de Bruno, no estaba.
—Dejamos esto aquí, ya lo vendremos a recoger después—dije poniéndome el primero de todos.
Salimos del parque y nos fuimos en la dirección norte, donde las tres se fueron, llegamos a verlas pero no estaban bien, seguían peleando, Rosa y Blanca se estaban yendo hacia la carretera y me temía lo peor.
—Entonces ya está, ¿dejamos los ingredientes a medias?
—¿Sabes una cosa? Si no nos vemos más no volveremos a tener esa conexión extraña.
—Pero no os peleéis más, no vale la pena—Celeste seguía en medio, pero no le hacían caso. La gente se daba cuenta, cada vez había más alrededor.
—Eres una irresponsable.
—Yo seré una irresponsable pero tú eres una egoísta.
—Si no fuera por ti, eso de la lavanda no había pasado, ¿quién te mandaría a ti a tocar algo que no era tuyo?
El semáforo estaba verde, Rosa y Amber pasaban mientras que Blanca se quedaba a punto de cruzar, en la acera. En ese momento no había mucha gente que quisiera cruzar.
—Haz el favor Blanca, el universo no gira a tu alrededor.
—Perdona por ser como soy,
No se daban cuenta pero se estaban peleando en medio del paso de cebra, los coches no podían pasar de todas maneras, estaba en rojo para ellos, pero aun asi era muy peligroso.
—¡Celeste!—Me acerque a ella. —Diles que se vengan a la cera y lo hablamos como personas normales, la gente está viendo un espectáculo.
—Ojala pudiera pero es como hablar con la pared.
—Algo va a pasar y no es nada bueno—Dijo Luna acercándose a nosotros.
—Oh no, esa furgoneta va muy rápido ¿verdad?—Dijo Esmeralda.
—¡ROSA! ¡BLANCA! ¡Salid de ahí!—Celeste grito pero no le hicieron caso.
—Celeste ¿qué vas a hacer? ¡No! ¡Espera!—A Celeste se le ocurrió una estúpida idea que la llevo a cabo, apartó a ambas del paso de peatones, empujándolas cuando una furgoneta venia, a una velocidad prohibida, atropellándola.
—¡CELESTE!—Gritamos todos. No me lo podía creer, todos fuimos a la carretera.
—¡Que alguien llame a la policía!—Grité.
—Yo llamare a la policía ¡que alguien llame a la ambulancia!—Gritó Luna.
—¡Celeste por favor! No te mueras. Por favor—Blanca no quería tocarla por si acaso, pero le toco las manos. —Está fría ¡Rápido!