Rosa
—No, a ver, espera Amber, ¿qué haces aquí?
—Vengo a acompañarte al funeral de tu amiga.
—Ya, es que las cosas no son tan fáciles ahora.
—¿Y cuando lo ha sido?
—Disculpad un momento, Amber, nos gustaría mucho que probaras una bebida especial que hemos preparado—Luna nos interrumpió.
—¿Por qué yo?
—Eres organizadora de eventos ¿no? Seguro que lo puedes incluir en bebidas para las fiestas o los banquetes.
—Bueno, puede pero…
—Muy bien, perfecto, ven—Luna cogió a Amber antes de que terminase de hablar, mientras yo miraba a mí alrededor para encontrarla.
—Blanca espera.
—No me toques, no quiero que nos vuelva a pasar eso del hechizo.
—Estoy intentando arreglar las cosas.
—No quiero nada contigo, es más, quiero perderte de vista, ¿por qué lo haces tan difícil?—Blanca se giró y siguió andando. Estábamos cerca de la iglesia.
—¡Te quiero!—Lo guite a los cuatro vientos. —¿Es que no lo entiendes? ¿No lo puedes entender? Hemos sido amigas durante mucho tiempo y poco a poco mis sentimientos han ido creciendo, incluso los 9 años que hemos estado separadas he estado pensando en ti cada segundo, tengo testigos. No puedes simplemente ignórame, tienes que darme una respuesta o me volveré loca.
No dijo nada, pero se puso roja. Se veía que no sabía que decir.
—Yo no sé qué decir.
—No hace falta que digas nada, yo solo quería que lo supieras.
—Siento interrumpiros pero es necesario que sepáis una cosa—Dijo Sol, a su lado estaban Luna y Amber. —Diles lo que nos has confesado.
—Yo fui la culpable. Hace 9 años, ese día que tu tío murió, Blanca te había escrito un mensaje de ayuda, lo vi al ver tu móvil encendido y borre el mensaje, tu tunca supiste del mensaje y ella pensaba que la habías ignorado.
—¿Cómo?
—¿Por qué lo cuentas ahora?—Preguntó Blanca. Sol enseñó un bote pequeño.
—Una pequeña poción hace la vida más fácil ¿no crees?
—No me lo puedo creer… ¿Por qué lo hiciste?
—Porque sentía… celos, os llevabais muy bien y… yo estaba…
—No te resistas, la poción de la verdad durara durante 24 horas—Dijo Luna.
—Yo estaba enamorada de ti y todavía lo estoy, por eso también me he empeñado en que trabajes con mi tía.
—Lo estas arreglando muy bien—Dijo Sol. Apareció otra vez el silencio.
—Lo siento mucho—Dijimos las dos ¡a la vez! Y a raíz de eso nos sonreímos, no nos podíamos tocar por eso, pero ya estaba en paz. Las dos.
—Eh, mirad eso—Mauro señaló una pequeña planta que brotó de la tierra, en medio de las dos.
—Es la flor de Mana—Dijo Luna. —¿Ves Blanca? En el libro ponía que la podríamos encontrar en la verdadera paz, al saber la verdad las dos os habéis liberado del pasado y os habéis perdonado de verdad.
—Eso debe de ser—Blanca me abrazó inesperadamente. Y ahí volvimos al pasado, pero no al horrible pasado, sino, al nostálgico. Cuando jugábamos las dos en el parque, inocentes y alegres.
Nos miramos, y nos pusimos rojas, seguimos en el pasado mientras que los demás se habían congelado en el tiempo. Cada vez nos acerábamos más la una de la otra, hasta que al final mis labios tocaron los suyos, y nos besamos. Fue un momento pero sentí que era una eternidad.
Nos separamos para poder vivir el presente, aunque los demás no entendieron nada, se quedaron mirándonos, nuestros amigos se acercaron a nosotras con unas grandes sonrisas.
La flor de Mana, una flor que solo crece en Mana, este pequeño pueblo de la isla Egeria. Una flor única con colores brillantes y muchos pétalos como una rosa.
Esa flor empezó a brillar y poco a poco iban saliendo más y más en la hierba, alrededor de la iglesia, entre los árboles etc.
Hasta que llegó un momento en que la tierra empezó a temblar, parecía que se estaba destruyendo todo, en cada flor salió un agujero en la tierra, Blanca me apartó y ella sufrió las consecuencias, la historia se repitió delante de nuestros ojos cuando la vi caer por ese agujero. Se me encogió el corazón.
—¡Blanca! ¡No!—Grité lo máximo que pude…
Quise tirarme pero Mauro y Bruno no me dejaron, había perdido al amor de mi vida, otra vez, y ésta vez, sin esperanza.