—¿Puedo quedarme?— pregunté algo inseguro, sé que estaba abusando de su hospitalidad, pero no quería regresar a casa, quitando el hecho de que no podía regresar así como así, porque no tenía idea de la hora que era, aunque la luna que iluminaba el cielo me daba una vaga idea de la hora. Por otro lado, mi impulso me decía que necesitaba estar ahí, frente a Dante porque ya no quería seguir evitando todo esto.
—Pete.— sonrió con pureza. —Sabes bien que eso nunca va a ser una molestia o impedimento. Pasa por favor. —soltó con sinceridad, como si a pesar de todo no importara lo pasado y hoy fuera lo único relevante, el problema es que tal vez yo vivía mucho en el pasado, en ese dolor.
—Gracias, en serio yo...
—No te disculpes de nuevo ¿De acuerdo? Ambos cometimos un error y ya hemos hablado de ello, así que mejor olvídalo, empecemos de nuevo.—sonrió y me lleno de tranquilidad. De alguna manera, verlo sonreír me daba paz.
—¿No vas a golpear a David, cierto?— le pregunté algo preocupado y no respondió nada simplemente hizo una mueca de que no iba a responder.— ¡Dante! No puedes golpear a esa basura, tú no eres como él.—exclamé aturdido.
—No quita el que se lo merezca.— dijo molesto.
—Dante.— supliqué con la mirada.
—Bien, era una broma no lo haré, pero sí tenemos que solucionar esto.— dijo bastante serio.
—Hablemos de eso mañana, no quiero llorar más hoy.— susurré y acaricie a Pizza.
Ambos chicos se encontraban juntos, en paz y riendo, como si el mundo de afuera no importara porque podría estar corriendo a la velocidad de la luz y aun así ellos encontraron como pausarlo en la pupila del otro y sus sonrisas tímidas. Porque el amor era más que mariposas y a veces eran miradas tímidas robadas o un increíble nudo por querer soltar todo lo que se sentía aunque eso implicara que no tuvieran orden o quedarse pasmado a media idea.
Pareciera que se conocieran de toda la vida o tal vez, la realidad es que se estuvieron buscando toda la vida o vidas.
A veces soñamos con alguien, le idealizamos, o simplemente le buscamos sin saber quién es. Pensamos que jamás nos pasarán cosas así, que gran error porque justo ahora la muerte y el amor continuaban con su baile al compás de la canción por dos personas que jamás se creyeron encontrar. Por dos personas que a pesar de los miles escenarios posibles se encontraron en ese momento, en esa vida, en ese segundo; no sabría decir si son coincidencias, si es destino o errores, pero lo que fuera, era hermoso el camino que estaban por recorrer esos dos y la realidad es que corremos tan rápido que no nos detenemos a pensar o a siquiera considerar que nuestra vida puede cambiar y los pocos que se detienen, son tildados de soñadores, pero yo creo, que pueden ser constructores porque ven todo donde la costumbre y lo común no llega.
Así como Dante, como Pete, ambos luchando, o tal vez como la muerte, que iba mostrando sus mejores pasos dejando atrás un poco al amor que estaba siendo opacado pues su pareja a defender se estaba separando, sin antes haber luchado.
Pero el amor siempre se ha caracterizado por ser fuerte cuando se cultiva de manera correcta, cuando se decide crecer en lugar de envenenar, así que intentaría tomar ese baile para él. De nuevo, tomó la mano de la muerte y coloco su mano en su cintura cubierta por aquel elegante y hermoso vestido, le daba un porte impecable mientras que el amor siempre galante le sonreía, mundos muy diferentes pero unidos por una razón.
Cómo dije ninguno es un mal perdedor, pero ¿A quién le gusta perder?
El amor fue ganando esos pasos, regresaba a su zona de baile al compás de las notas emitidas por ese hermoso toca discos, donde las notas salían como si fueran emociones, sentimientos, de todo se les veía, pero ellos dos, muerte y amor, amor y muerte se encontraban solos, en su burbuja, no podían permitir tal distracción.
La muerte había pactado el no llevarse a Pete si el amor de Dante fuera tan grande como para hacer que el menor quisiera vivir, un poco complicado pues su amiga de quién no está muy orgulloso el chico, lo ha llevado a pensar muchas veces en aquella figura de gran porte, representada de mil maneras, a veces criticada, odiada o temida, pero justa; corona porta sin ser vista, hermosa diosa o dios que merecía ser adulado, pero no para vivir más, si no para vivir justamente, lo necesario y lo correcto.
Y nadie lo había estado tanto como aquel sentimiento humano que se albergaba en el corazón de Dante, porque él a capa y espada defendería su amor, no importando que conllevará, no quería rendirse por ese amor, pero sobre todo no quería dejar a Pete a la deriva porque sentía que si lo hacía perdería una parte de si mismo en ese mar de emociones porque ese bonito y fuerte chico de pecas ya lo tenía clavado en el corazón.
Por ello mismo lo quería defender, no quería rendirse, no cuando ahora tiene la oportunidad de que aquel baile, aquella danza se lleve a cabo, donde solo hay un ganador como en todo, pero ¿Será lo suficientemente fuerte como para ganar?
Ambos colosos, bien vestidos, galantes y altaneros, bellos e impresionantes, de un porte increíble mejor que cualquier rey, aquellos eran más que eso, dioses si lo querías ver así, pero algo seguro, es respetados sí eran.