Dante.
—¿Tus heridas aún duelen?
Verlo me hacía preguntarme si se encontraba bien física y emocionalmente, pero Pete no respondería más allá de lo que lo haga sentirse cómodo. Me preocupaba, pero yo no sabía qué hacer para empujarlo, para darle esa motivación y fuerza para seguir.
—El dolor ha bajado, pero creo que cambiaré mis vendas. Tengo un botiquín en mi baño. Voy por este y bueno ¿crees que puedas ayudarme?— preguntó algo tímido, sé que pedir ayuda para él era muy difícil así que sin dudarlo acepté sonriendo y sé que él interpretó correctamente el gesto cuando salió por el botiquín.
Estaba terminando de vendar su abdomen cuando su hermana habló aún en el pasillo sin llegar directamente a su habitación.
—¿Pete?—preguntó algo dudosa, sus pasos se seguían escuchando hasta que abrió la puerta y me vio colocándole la playera que traía puesta para evitar que hiciera mucho movimiento, aunque parece que no alcanzo a ver las vendas y el botiquín que estaban detrás mío.—¡Oh, cuánto lo siento! Disculpen ya salgo.— salió muy avergonzada por la situación de entrar sin tocar, aunque realmente sólo le estaba poniendo su venda y no sé qué era peor, malinterpretar la situación o saber que Pete sufre abuso en la escuela y no decía nada, aunque tal vez, la bola de nieve llena de problemas se hacía cada vez peor.
—¡Enid!— gritó Pete.—No es lo que parece. ¡Ah! mierda.— se quejó al levantarse muy rápido y su abdomen se contrajo, le ayude a reincorporarse y fuimos abajo.
—Enid.— llamó Pete.
—Disculpa lo de hace rato, no quería molestarlos simplemente es...—pausó pensando y vi que había tristeza en sus ojos.— Ya sabes, pensé que hoy no te vería; llegaste temprano y me pone feliz, veo que tienes un gran amigo.— dijo su hermana sonriendo y algo emocionada al decir lo último creo que ella pensaba que éramos algo más que amigos, pero aun así Pete no podía contradecirla y decir que lo han golpeado, así que solo supo reaccionar a la defensiva.
—No lo malinterpretes, sólo es un amigo, ¡en lugar de emparejarme, búscate un novio!— gritó un poco molesto Pete.
—Pete, basta.— interrumpí.— Mucho gusto soy Dante, es un placer soy amigo de Pete pero ya me iba, creo que necesitan hablar.— le di la mano a su hermana y ella sustituyó la mueca triste que tenía al oír lo que le gritó su hermano.
—Hola, es un placer, soy Enid, disculpa si te incomode, solo que Pete no trae a ningún amigo y yo pensé que era algo de fuerza mayor, discúlpame, soy un poco despistada.— rascó su nuca y sonrió.— Puedes quedarte yo, tengo unos asuntos pendientes que hacer y voy de salida, quédate el tiempo que quieres, siempre eres bienvenido, hasta luego.— se despidió y vi claramente como su ceño se volvía triste al ver la indiferencia de Pete, tomó su bolsa, sus llaves y salió.
—No debiste ser tan brusco, ella no tiene la culpa.— susurré.
—Tú no entiendes...
—¡Joder! Sé que no debo regañarte pero no puedo darte la razón en este momento, si tan solo yo la hubiera escuchado a ella, si hubiera tenido una pizca de atención como lo hace Enid contigo, las cosas hubieran sido diferentes.— no podía seguir aquí, porque lo más seguro es que rompería en lágrimas y no quiero recordar ese momento, porque al final aún la extrañaba.
—¿A qué te refieres? ¿Quién?— era claro que la duda estaba en su rostro y su ceño fruncido me daba a entender que quería saberlo y estaba frustrado por no entender, pero me sentía tan incorrecto de pronunciar su nombre, hermana mía, discúlpame.
—Es mejor que me vaya Pete, disculpa las molestias, Pizza, vámonos.— en cuanto mencioné su nombre vino corriendo con su correa en el hocico, acaricie su cabeza y le coloqué la correa indicándole que hasta aquí llegaba nuestra aventura del día de hoy con Pete.
—Dante, yo...— intentó decirme algo pero hoy no quería llorar, porque no solo era el recordar a alguien que era importante para mí, si no que amarlo me estaba lastimando porque sentía que yo no estaba en su historia, sentía que sólo era un observador de ella al margen y nadie quiere ser sólo un espectador en la vida de la persona que quieres besar.
—Adiós, amigo. — pronuncié con amargura y me dirigí a la puerta, es peor cuando alguien no se deja ayudar, y duele, duele porque tú también sufres, duele porque te importa esa persona y sobre todo duele cuando esa persona no quiere tu ayuda ni mucho menos que te involucres, pero está bien pedir ayuda, decir que estás mal o que quieres un abrazo, simplemente quien lo ve como debilidad es quien está incorrecto, porque pedir ayuda es un signo de gran valentía, admitir lo que sientes en voz alta es algo fuerte y no muchos se atreven dejar esos sentimientos que les hacen presos.
Jamás lo abandonaría, pero no podemos hablar cuando ambos estamos perdidos en emociones; así que era mejor tener la cabeza fría y medir mis palabras para así poder hablar con él en un futuro.
—Dante...— susurró.
—Es lo mejor.— sonreí dándole ánimos.— Creo que tienes mucho qué pensar y tenerme aquí no te va a servir de nada, te veré mañana, es una promesa, no te libras tan fácil de mi.— sonreí y salí por la puerta.—Es momento de ir a casa Pizza.— sonreí triste a mi canino y el simplemente inclinó su cabeza sabiendo que algo pasaba en mi mente pero aun así decidió seguir mi paso.