Pete.
Verlo irse me dolía, no quería que se fuera y no sabía porque quería que me dijera que todo iba a estar bien, que me abrazara o que intentará hacerme reír como sólo él podía hacerlo, pero también sé que había algo que le había lastimado y entiendo su dolor en la mirada, pero no quitaba el querer ir y abrazarlo aunque mi cobardía era mucho más grande, era sentirse listo para saltar a ese abismo y que al final la cuerda te detuviera recordándote el miedo que implica, -tus propios miedos-.
Subí de nuevo a mi habitación con pesar, sentía que las escaleras se hacían infinitas, mis pies parecían tener el doble de peso y simplemente no quería moverse. El apetito se había ido y después de unas horas escuché que la puerta se abría, lo más seguro es que sea mamá, así que en un intentó vago de ir a saludarla bajé, intentando poner la mejor cara, quiero intentarlo, realmente quiero intentar ser mejor.
Ahí estaba mi madre, de espaldas con sus pelo del mismo color que el mío, pero en ondas y en una coleta alta, veía como acomodaba algunos papeles y antes de poder decir algo me quedé a la expectativa de lo que dirían ante la mención de mi nombre ante la confusión de mi madre.
—Enid, no le has dicho a Pete, ¿cierto?— dijo aún acomodando los sobres que había llegado de la correspondencia mientras abría algunos y otros los hacía a un lado siendo los que sólo contenían publicidad.
—Enid no ha llegado, salió. Dijo que tenía que arreglar unos asuntos, aunque ¿por qué tendría que decirme algo?— pregunté algo dudoso, no entendía nada de lo que sucedía y mi madre al escucharme se exaltó y volteó dándose cuenta de su error, pensando que esas pisadas eran de mi hermana.
—Pete.— su estado de sorpresa ni siquiera se podía medir, pero algo era cierto y es que yo no sabía algo. — Yo, no, sabía que estabas aquí.
—¿Decirme qué?— insistí con duda, tenía un mal presentimiento. Ignoré todo lo demás y sólo me causaba una ansiedad mayor saber qué es lo que ellas sabían y yo no y ahí entendí lo que me decía Dante, si yo no decía nada, nadie me iba a escuchar.
—Es algo en lo que yo no tengo poder, cariño.— intento sonar comprensiva con la decisión de mi hermana o lo que sea que tuviera que decir, pero yo quería saber qué era eso.
Quieres saber todo, pero tú no dices nada, Pete. Pensé y sentí traición por mi mismo por esos pensamientos.
—¿Qué me tiene que decir Enid?— pregunté un poco exaltado, demonios, soy un asco.
Relájate Pete, mierda.
—No seas duro con mi madre—su voz resonó en toda la sala.— Es cierto que aún no te lo digo, pero creo que hoy es un buen día, arreglé los papeles madre. — volteó a verla y supuse que era algo de la universidad, pero ¿qué relación tenía conmigo?
Voltee a ver a ambas ante el silencio que crecía en la sala y nadie se dignaba a decirme nada, intenté llevar mi dedo a mi boca, estaba comenzando a ponerme ansioso y lo bajé rápidamente haciendo mi mano un puño tratando de controlar las emociones que se apoderaban de mi.
—Saldré a hacer las compras, creo que debes decirle. — dijo claramente preocupada. Estar juntos desde que papá y mamá se divorciaron era extraño, generalmente nosotros tres íbamos a nuestro ritmo y nos aislamos, cada quien por su camino, como si ese divorcio hubiera sido general y me sentí aún peor, estaba cansado de sentir todo esto, a veces me preguntaba si realmente nosotros hemos sido quien complicó todo desde un inicio.
—Bien.— es lo único que salió de la boca de mi hermana y mi curiosidad estaba al límite, mi cabeza se sentía pesada, estaba estresado, quería morder mis labios, pero necesitaba calmarme, respirar..—Hablemos.
—De acuerdo.— dije ocultando mi ansiedad por saber.
—¿El chico de hace un rato, es sólo tú amigo?— preguntó curiosa.
—¿Eso qué tiene que ver?— dije a la defensiva y algo nervioso, no sabía qué decir.
Tengo miedo, quiero huir, estoy asustado. No estoy listo para dar respuestas, ni siquiera sé si hay.
Esto es sofocante.
—Tendrían buena química y yo, pensé, bueno que podrían estar juntos, nunca traes a nadie a casa y a él lo has invitado.
—No, nada de eso. —dije cortante, tratando de relajarme, pero estaba siendo un caos, terminaría pareciendo que no estaba de humor y era claro que ella estaba desviando el tema o algo así, pero tampoco quería hablar de eso, es como si le sacará del clóset a patadas aunque ella se ve comprensiva, tengo miedo.
—Oh, claro, tienes razón solo que harían bonita pareja, tu sabes.— dijo tímida.
— Joder Enid, ¡cállate!—grité— Odio que pienses cosas que no y me tengas que estar molestando con tus estupideces, ¿Crees que no he escuchado como Kenya y Adam hablan sobre alguna relación de chicos? El cómo sonríen como bobos o se emocionan, me importa una mierda, ¿lo entiendes?—dije gritando.
Para, para, para, no quieres decir eso, para. Es tu hermana, para. Tu miedo te domina y es el que habla, para. Pero ignoré mi mente, todos mis pensamientos, sentimientos y seguí. Por desgracia, lo hice.
—No por que se emocionen por eso, quiere decir que me puedes emparejar con cualquier persona.—estaba molesto y ni siquiera era porque los amigos de Enid hablaran del amor y relaciones, si no porque yo soy un cobarde.— ¡Estoy harto de ti Enid, harto de todo esto!—vi unos ojos llorosos por parte de Enid pero mi enojo era mayor y quería que se fuera—¡Deja de meterte en mi vida, consíguete una!