—Me voy a mudar.— terminó de decir con los ojos cristalizados tratando de retener sus lágrimas lo más posible y salió de la sala para poder ir a su habitación, yo me quedé ahí parado, como si el mundo comenzara a correr sin mí, como si fuera el único estancado en ese momento y lo único que sentí segundos después fue como si me cayera un balde de agua fría y no podía evitar sentir esa culpa que invadía mi pecho cual veneno, lo que explicaba porque su habitación se veía más vacía, incluso el porqué a veces venían Adam y Kenya a ayudarle a llevarse unas cajas, jamás le di la importancia, hasta ahora.
Hasta ahora.
¿Cómo no pude darme cuenta antes? ¿Por qué? Porqué…
Como el cobarde que soy subí a mi habitación,no quería pensar en nada, pero mi mente traicionera parecía que había olvidado todo menos el incidente de hace rato manteniéndolo en un loop del cual no podía salir, cada vez mis pensamientos eran peores, mis lágrimas bajaban sin parar, el dolor de cabeza aumenta, la ansiedad, no estaba soportando eso, no quería hacerle frente y solo quería dormir, despertar y saber que todo eso había sido un sueño, mera quimera que busca almas asustadizas a media noche, pero no era nada de eso y las voces que se escuchaban abajo de mi madre y mi hermana me lo confirmaban.
—¿Cómo salió todo?—preguntó mi madre.
—Mal.—escuché cómo suspiró pesadamente mi hermana.—Voy a irme de una vez, aún queda un poco de luz y no ha anochecido, mañana cuando se vaya a la preparatoria vendré por mis cosas, así no le molesto más, igual y fue imprudente de mi parte insinuar cosas que no, pero madre ¿hace cuánto que no sabemos que es de él? ¿Su color favorito es el mismo? ¿Qué le gusta comer? ¿Quién es? Hace mucho que yo perdí a mi hermano y prefiero irme ahora, no quiero estar un poco más aquí, me rindo porque él tal parece que se ha rendido conmigo, lamento decirte esto madre.— suspiró y se escuchó un silencio supongo que mi madre la abrazó ya que no tardó en escucharse algunos murmullos que no entendía, probablemente Enid lloraba y en parte la culpa era mía.
—Puedo llevarte.— sugirió mamá.
—No te preocupes, llamaré a Kenya para que me ayude, no quiero que lo dejes solo, gracias mamá.— es lo último que escuche y una llamada no muy clara.
Minutos después escuché como se despedían y la puerta se cerraba, mi hermana se había ido y no solo eso, incluso la perdí.
Dante tenía razón, debí calmarme.
Pero ahora solo queda en mis memorias, en los hubieras y los sucesos no acontecidos, en los jamás, ahora sentía que mi soporte se había ido, pero al recordar sus frases, yo también perdí a mi hermana, no porque me abandonó, pero me enfrasque tanto en mi mundo, en mi mente que ni siquiera podía saber el porqué de su emoción al ver un simple computador, yo, igual que ella la había dejado perder en todos estos años, como si no fuéramos algo más que extraños que cohabitan en la misma casa.
Me acomodé en mi cama, quería hacerme bolita y no saber nada del mundo, pero no era posible y estar entre esas cuatro paredes parecían volverme loco. Puse la alarma a la misma hora de siempre, no quería encontrarme con mi madre porque moría de vergüenza de saber que no podía tomar noticias con madurez.
Traté de tomar un poco de aire, hacer ejercicios de relajación como alguna vez mi madre me enseñó, pero eso no hacía que las lágrimas se detuvieran, me sentía solo y era mi culpa, eran consecuencias de mis acciones, no había alguien más que haya apuñalado tanto mi corazón como yo mismo.
Y Dante, mañana, definitivamente hablaría con él, hay veces que me pregunto el porqué tenía que llegar a mi vida cuando soy un desastre, o el porqué se ha quedado tanto tiempo al lado de alguien tan roto y absurdo como yo. Me sentía un ciego total, viendo mis problemas casi desfilando frente a mis narices y ser incapaz de dar un pie fuera de esa cama porque era mi lugar de confort, donde nadie me lastimaría, pero la mente a veces es nuestra peor enemiga y las palabras son un gran arma que nosotros mismos sostenemos por el filo, salir ilesos al sobrepensar es absurdo, porque yo mismo siento como me consume, me agota y al final, no puedo descansar, no puedo dormir.
No puedo ser.
Revisé una vez más el celular esperando encontrar la hora y los minutos que había perdido de sueño, pero en lugar de poder ver los números que me darían mi respuesta sólo pude ver un mensaje de David en mi bandeja de entrada y me enojé, quise llorar de impotencia de nuevo, pero al menos los mensajes los podía eliminar, ignorarlos, fingir que no estaban ahí, pero los golpes, oh los golpes eran algo distinto, eran algo que odiaba, que me hacía odiarme, que me ardía en el corazón.
Intenté dormir con la misma esperanza de hace unas horas, esperando que todo fuera un mal sueño. Abracé las cobijas y pedí, pedí tanto y con tal devoción a lo que sea, al universo incluso, que esto fuera un sueño del cual tengo que despertar, otra vez tengo 10 o menos, Incluso y los demonios aún no llegan a mi mente, donde bajaría y saludaría a mamá con emoción y a Enid de igual manera, tal vez vería a mi padre o no lo sé, tal vez habría partido al trabajo, sonreía y comería lo que me ha servido mi madre en el plato, diría que está delicioso pues no mentiría, subiría a asearme y molestaría a Enid, bajaría y me despediría para ir a la escuela al lado de Enid, tomaríamos el camino de siempre mientras vamos hablando de cómo vamos a dominar el mundo, de cómo somos los mejores amigos porque somos hermanos y el mundo se redimiría a nuestros pies, de cómo seríamos personas que quieren hacer historia, donde la tristeza no existía y si lo era, es porque claramente Enid me ha pisado el pie con sus zapatillas que había comprando hace poco, no tenían tacón más que dos centímetros, pero duele pues llevaría tenis de tela, de esos que amaba a esa edad, después reiríamos de lo que sucedió y gastaríamos nuestra mesada en comprar comida para algún perro o gato callejero, con los últimos a veces salíamos lastimados pero valía la pena, regresaríamos al rumbo y llegaríamos a tiempo para ir a clases, me diría algo de "enano cuídate" y acariciaría mi cabeza.