29 de Septiembre de 2018.
Lia.
Hoy Alan por alguna extraña razón estaba de buenas.
En realidad no hay extraña razón, es sábado, uno de los días más pesados del bar y hoy casualmente está casi vacío. Lo cual significa que Alan y yo podemos jugar Mansión* sin que nuestros molestos clientes interrumpan. O sea sí son los mismos clientes por los que obtenemos nuestra paga y propinas pero necesitábamos un descanso. El jueves y viernes habían sido muy pesados así que estábamos felices de pasar un día tranquilo.
Además de que mañana es mi cumpleaños y solo quiero pasar un día tranquilo sin traumas en la cabeza por una noche de trabajo pesado.
Solo había una mesa ocupada y habían dejado de pedir cosas ya que estaban ebrios y por política del bar no podemos alcoholizarlos tanto y también tenemos que asegurarnos de que hubiera un conductor responsable que no haya ingerido alcohol si no, no los dejaríamos salir hasta que estuvieran bien.
Por esas cosas amo a mi jefe, le encanta recibir dinero pero no rompe la integridad del negocio y nunca arriesga a las personas alcoholizadas, por ello siguen viniendo.
Los chicos que estaban ahí eran de mi escuela, de hecho era el grupo de amigos de Ray y él también estaba ahí. Llegué a salir con ellos cuando teníamos una relación y ahora solo nos llevábamos bien, son buenos chicos.
Los meseros y demás ayudantes ya se habían ido, estaba casi todo limpio y solo estábamos Alan, yo y esos chicos esperando a que dieran las dos para cerrar, eso pasaría en media hora así que tenía que encontrar algo en que perder el tiempo ya que Alan se había hartado de que le ganara en los juegos de cartas que sabíamos.
Como dice la tía Brenda: Afortunada en el juego, desafortunada en el amor.
Alan estaba recogiendo la cuenta de los chicos y ellos se acercaron para despedirse de mí, solo uno se quedó: Ray.
—Hola Lia—me sonrió. Podía reconocer que ya estaba un poco ebrio.
Ayholaprecioso.
—Hola Ray—traté de disimular mi emoción. ¿Algún día será más simple saludarlo?
Tal vez sí, solo le daré tiempo al tiempo. Otra de las famosas frases de mi tía.
En realidad creo que lo estoy superando un poco, últimamente a alguien más me dan ganas de decirle a alguien más "sexy" que a él, y eso no me gusta.
No me hubiera dejado influenciar por la sed de venganza de Iván y Mía y no estaría pensando en el magnífico beso que Mateo y yo nos habíamos dado en nuestra fiesta. Tan solo de pensarlo sentía mi cara calentarse y eso no me gusta para nada.
—Huelo mucha tensión sexual por aquí—dijo Alan apareciendo y yo le di un golpe "disimulado" con el hombro y Ray solo se rió—. Bueno iré trapeando para que nos podamos ir—dijo y se fue.
Normalmente me manda a hacer todo lo relacionado con la limpieza a mí pero podía ver sus negras intenciones en esto. Él sabía de mi historia con Ray y de mi drama de romance falso con Mateo ya que nos poníamos a platicar de la vida en los ratos libres así que él sabe lo que siento por mi ex novio, así que creo que trata de ayudarme.
Pensándolo bien con cada persona que tiene mi confianza hablo de cosas diferentes, con mi hermana hablo de todo menos relaciones amorosas ya que ella solo se enfoca en que este con una persona, o sea Mateo. Con Mía y Alan hablo de mi poca vida amorosa y por otro lado con los tres idiotas de mis primos hablo de problemas existenciales como cuando les pedí consejos para buscar trabajos y ellos sugirieron este lugar.
Es genial tener varios consejeros.
Ray y yo nos la pasamos platicando y no dejaba que se fuera ya que estaba un poco mal y mi sentido de buena semi-bartender es no dejar que ningún ebrio se vaya solo, otra de las políticas del bar. En vista de que no quiso llamar a un taxi me ofrecí a llevarlo en mi motoneta.
Así que cuando salimos nos despedimos de Alan—quién hizo muchas insinuaciones cuándo dejamos el negocio—caminamos hacía mi moto.
—En serio Lia, puedo caminar—el muchacho ni se podía quedar parado porque perdía el equilibrio.
—Nada de eso, tu casa me queda de paso.
Me subí a la motoneta y él se subió atrás de mí. Me abrazó para no caerse aunque yo manejara lento para que no vomitara. A parte de que no podía moverme mucho por su abrazo, claro.
Finalmente llegamos a su casa y me baje para ayudarlo a subir los escalones que dan a su puerta.
—Algún día recompensaré todo lo que haces por mí—me dijo cuando estábamos frente a la puerta.
—No es necesario, Ray. Ahora ve a dormir.
—A veces me pregunto qué sería lo necesario para que volviéramos a estar juntos—me acarició la mejilla y me miró fijamente.
No Ray, no hagas esto, te extraño y todo pero nuestro momento ya pasó.
—No creo que exista algo para que eso suceda.
Él no dijo nada y se fue acercando a mí poco a poco. Mi yo interna quería que me besara, que me quisiera de nuevo y que volviéramos a estar juntos y felices.
Pero mi yo interna es estúpida y no sabe lo que es bueno para mí.
Esto estaba mal, él tiene una novia y se supone que yo también así que antes de que pegara nuestros labios yo me aparté.
—Será mejor que me vaya, ya es tarde—le dije y Ray suspiró.
—Está bien, ve con cuidado—me dio un beso en la frente—. Y prácticamente ya es tu cumpleaños así que, feliz cumpleaños.
3 de Octubre de 2018.
Mateo.
El cumpleaños de Lia había sido muy tranquilo, ella solo quería pasar una tarde de películas con su familia, a decir verdad estuvo un poco triste ya que extrañaba a su hermana gemela y ya que ella estaba en medio de exámenes no pudo hacer una video llamada con ella porque quería dejarla estudiar. Así que solo estuvimos su familia y yo. Además de que insistió en que nadie le regalara nada, claro que no le hice caso y le regalé un libro de elaboración de bebidas, no pudo rechazarlo.