Amigos Sin Beneficios

Extra 1.

El de como se conocieron Ray y Lia.

 

 

1 de Agosto de 2017.

 

 

Lia.

 

16 años.

 

A penas llevaba una semana trabajando en el nuevo bar de moda y ya me quería morir. No es un trabajo horrible, de hecho es muy bueno en cuanto a propinas, me gusta lo que hago pero ayer había sido un día fuerte. Es inicio de semestre así que todos aprovechan que casi no hay tareas para ir de fiesta y embriagarse.

Hoy me encontraba en modo zombie caminando por los pasillos, cerramos muy tarde y para cuando iba llegando a casa no había dormido nada ya que tenía que bañarme si quería llegar a mi examen de la primera hora.

Ahora caminaba hacia la cafetería, o eso hacía hasta que me desorienté por un segundo y luego todo se puso borroso y empecé a escuchar un pitido en mis oídos.

 

(...)

 

Desperté en la camilla de la enfermería de la escuela, o eso supongo ya que nunca he estado aquí, pero, ¿por qué estoy aquí?

Me senté en la cama y lo primero que vi fue a un chico distraído en su celular sentado en el diminuto sillón a lado de la puerta.

Era un chico muy agradable a la vista.

Creo que se dio cuenta de que lo estaba mirando porque volteó a verme.

—Genial, ya despertaste—me sonrió y se acercó.

Pero qué sonrisa tan bonita tallada por los mismísimos ángeles. ¿Y si es un ángel y este es el cielo? ¿El cielo está en forma de enfermería? Qué patético. 

—¿Por qué estoy aquí?—le pregunté.

Espero que no sea algún loco y que este aquí por su culpa. Eso sería muy triste ya que he decidido que me agrada con solo una frase que ha dicho.

—Iba caminando por los pasillos hasta que te vi tirada así que me acerqué para ver si estabas bien y estabas inconsciente así que te cargué y te traje aquí.

¿Me caí? ¿Alguien me tiró? ¿O por qué demonios iba a estar tirada en medio de la escuela? ¿Y por qué nadie me había notado?

¿Qué diablos? Esta confusión me está dando dolor de cabeza.

—Gracias—le sonreí.

Él me iba a decir algo más pero llegó la enfermera y después de interrogarme me empezó a regañar ya que el no dormir y comer bien me había descompensado, dijo que era una señal de mi cuerpo para que parara con la nueva rutina de vida que me había impuesto.

En ningún momento el chico bonito se había ido, de hecho había tomado asiento al pie de la cama. La enfermera me receto unas vitaminas y dijo que ya le había hablado a mis familiares para que me llevaran a casa.

¿Familiares?

Solo espero que no sean mis molestos primos.

—¿Dónde está?—Iván entró dramáticamente azotando la puerta y Jorge atrás de él.

—Ahí—me señaló y le dio un zape en la cabeza.

—¿Cómo estás? ¿Te hiciste daño? ¿Te dañaste tu carita?—dijo tocándome los cachetes—. ¿Quién te hizo esto?

El misterioso chico lindo solo se estaba riendo de la situación.

—¿Y tú quien eres?—le preguntó Jorge.

—Yo solo traje a...—oh cierto, no sabía mi nombre.

—L...

—Bien tus servicios ya no son necesarios aquí chico bonito—Jorge me interrumpió.

Al menos no soy la única que piensa que es un chico bonito, pero interrumpió mi importante conversación donde él iba a saber el nombre de su futura esposa.

—Que te mejores—me sonrió y se fue.

Después de la estúpida escena de mis primos se pusieron a discutir de quién era el más apto para llevarme a casa hasta que llegó Luis a interrumpirlos y a llevarme a casa.

 

17 de Agosto de 2017.

 

Iba caminando por la calle tranquilamente hasta que choque con un poste.

Bueno está bien, iba a jugando a los sims en mi celular así que no iba prestando mucha atención que digamos.

¿Pero quién pone postes en la calle? Esas cosas son peligrosas para personas como yo.

—¿Estás bien?—Un chico se acercó a mí.

—Sí, sí. Solo iba un poco distraída—me estaba sobando mi frente y volteé a ver al chico y gracias a cualquier divinidad vi al chico de ojos preciosos alias mi novio de una tarde, alias mi chico bonito que no es mi chico, alias el chico de la enfermería.

—¿Ahora no te vas a desmayar o sí?

—Espero que no—reí ante su comentario. Aunque si me puedo desmayar en sus brazos sería muy divertido aunque muy traumático para él.

—Bueno, por si acaso será mejor que te acompañe a donde vayas, algo me dice que es peligroso que andes sola—me sonrió—. Claro si no te molesta.

Tú puedes acompañarme hasta el altar.

—Claro que no—le sonreí y comenzamos a caminar, genial ahora no podré cuidar a mis sims.

—¿Y a dónde ibas?

—A mi casa.

—Es raro, te he visto dos veces casi muriendo y aún no se tu nombre.

—Soy Lia—aunque tú puedes decirme mi amor.

—Qué lindo nombre. Yo soy Ray.

Hasta tu nombre es perfecto, chico bonito.

Todo el camino fuimos hablando, no hubo ni un silencio incómodo. Yo iba guiando hacia donde íbamos, iba dando algunas vueltas para que no diera con mi casa tan fácil si era un loco acosador o algo así, pero la verdad es que parecía un buen chico.

No lo había visto antes porque apenas había llegado a la ciudad este semestre. Eso me contó en el camino, prácticamente es nuevo en la ciudad y en la escuela.

—Bien es aquí—dije parándome frente a la casa de mis tíos.

—Bueno, llegaste sana, salva y sin desmayarte.

—Gracias a ti. Algún día te lo recompensaré.

O por Dios. ¿Lia coqueteando? Yo no sé coquetear.

—Puedes recompensarme enseñándome lugares de la ciudad. Casi no he salido—alzó los hombros.

—Por mí no hay problema.

—Entonces, ¿quieres salir el miércoles después de la escuela?



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En el texto hay: novelajuvenil, amistad, fingiramor

Editado: 02.12.2020

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