Amistades duraderas

Capítulo 2. Rogelio se hace amigo de Rosa

El siguiente lunes, Rogelio ni siquiera les preguntó a los chicos si se podía unir a ellos en el receso, solo llegó y se sentó. Samuel sonrió ante tal acto, pero Fernanda y Roberto lo miraron como diciendo: «¿y a éste qué le pasa?».

—¿Qué hay, chicos? —con su mismo tono antipático de siempre.

—Todo bien. —Solo Samuel le respondió. No era como si a Rogelio le importaran mucho los otros dos.

—¿Cómo te fue con Rebeca el fin de semana?

Sus amigos, al escuchar eso, también recordaron el asunto.

—Sí es cierto, Sam, ¿cómo te fue con la loquita?

—¿La loquita? —Los tres chicos voltearon a ver a Fernanda con un gesto de interrogación.

—¿Qué?, no me miren así, sí está loquita. —Roberto rio al escuchar eso pero Samuel y Rogelio se quedaron callados—. Y bueno, Samuel, ya cuenta, si no lo haces imaginaremos que te la pasaste besuqueándote con ella.

—¡Cla-claro que no! —Exclamó ruborizado—. Pero no me la pasé mal, estuve hablando con su mamá y también conversé un poco con Javier.

—¿Y sí te dejó conversar con ellos? Con eso de que es muy celosa, tal vez y se puso celosa de Javier. —Se burló Roberto y chocó los cinco con Fernanda.

—Conversé a gusto con todos —finalizó Samuel, no quería que se siguieran riendo de esa situación.

Pero sus amigos se siguieron burlando de lo lindo. Rogelio dejó de prestarles atención y de pronto se enfocó en Rosa, que pasaba por ahí. La miró con interés y después vio de reojo a Samuel. Sabía que ella le encantaba a su amigo pero también se imaginó que, aunque fuera un muchacho perseverante, no era tan atrevido como para tratar de iniciar una conversación con esa chica. En ese momento tuvo una idea y creyó que se la agradecería.

***

Al finalizar las clases, como siempre, Rebeca pensó en correr para despedirse de Samuel pero la voz de su hermano mellizo la interrumpió.

—Ey, Rebeca, no hay tiempo para despedidas largas, tenemos mucha tarea, vámonos.

La chica frunció el ceño con molestia.

—Espérate tantito —ordenó mientras se ponía enfrente de él y lo señalaba con el dedo. A pesar de que eran mellizos, él era mucho más alto que ella.

—Oye, no podemos esperar tanto, apúrate.

—Voy rápido —farfulló—, solo voy a despedirme de mi futuro marido.

Javier rodó los ojos.

—Ay, por favor, Rebeca… Además Samuel no podría fijarse en ti.

—¿Y por qué no? —Rebeca alzó una ceja—. No es secreto para nadie que soy una de las más guapas de la escuela.

—Sí, pero no más que Rosa… —murmuró.

—¡¿Qué dijiste?! —Lo fulminó con la mirada.

—Que no es por el físico —respondió su hermano con obviedad.

—Sé lo que escuché. —Entrecerró los ojos —. Y además, si no es por el físico, ¿entonces por qué?

— Ven, acércate, es secreto.

Rebeca, aunque ya sabía que le diría una estupidez, se acercó.

—Es porque Samuel es un niño de la Iglesia —le susurró.

—¿Y eso qué? —Rebeca se separó de él con rapidez.

—Ven, ven, no te alejes, que es secreto.

Su melliza se volvió a acercar.

—¿Y bien?

—Es que tú ves anime, y todos sabemos que eso es del demonio —se burló. A él también le gustaba, pero prefería mil veces burlarse de su hermana.

Rebeca le dio un golpe en el brazo.

—Idiota —murmuró y se alejó de él para despedirse de Samuel. Detestaba cuando su hermano se burlaba de ella por ver anime y caricaturas infantiles.

—¡No te tardes!

—¡Cállate!

La chica se acercó casi saltando para ir a despedirse de Samuel pero su humor se arruinó al verlo contemplando a Rosa a lo lejos.

—Samuel. —Se plantó frente a él fingiendo una sonrisa.

Samuel salió de su ensoñación y la miró. Al igual que ella, fingió una sonrisa.

—Rebeca… hola.

—Hola… ¿Harás algo esta tarde?

—Nada en especial. —Se quedó pensativo—. No tengo planes con mis amigos… —Antes de que le preguntara «¿y tú?», la chica lo interrumpió.

—¡Qué bien!, ¿quieres ir a comer a mi casa?

—Amm… ¿Estaría bien llegar así?

—¡Por supuesto!

—No he pedido permiso.

—Samuel —rodó los ojos—, somos casi vecinos, además tu mamá ya nos conoce, cuando estemos en mi casa le hablarás de allá y le dirás que te invitamos a comer, ¡seguro estará encantada con la idea!

Samuel sabía que tenía razón, así que no le quedó de otra, se fue con ella y se subieron al auto de Javier, quien no dijo nada pero le echó una mirada significativa su hermana.

—Vale, la próxima dejen que yo los invite a comer —dijo Samuel subiéndose en el coche.



#1893 en Otros
#563 en Humor
#154 en Aventura

En el texto hay: amistades, amigos amorjuvenil, amistad adolescente

Editado: 15.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.