Amistades duraderas

Capítulo 3. El reencuentro

Las siguientes dos semanas se mantuvieron igual, Samuel siguió llevándose normal con sus amigos, como antes, cuando Rogelio no había interrumpido en sus vidas. En el fondo se sentía mal al verlo solo en los pasillos o cuando nadie quería elegirlo para hacer equipo con él, aunque su lástima se le pasaba al verlo en los recesos platicando con Rosa.

Rogelio en un principio decidió ya no charlar con Rosa pero en seguida descartó esa idea, ya le había explicado a Samuel que solo era una amiga, decía la verdad, ya sabría Samuel si le creía o no —por lo que había visto, optó por la segunda opción—, así que no alejaría a la única amiga con la que contaba en esos momentos. Además no hacía mal las cosas, pues a Rosa siempre le comentaba que su amigo Samuel era muy buena persona.

—Oye, y ese Samuel que tanto mencionas, ¿dónde está en estos momentos? —Le preguntó un receso; ambos comían, sentados en la banca que se encontraba cerca de la cancha.

—Él está un poco ocupado.

—¿Haciendo qué? —Levantó una ceja.

—Ya sabes, adelantando tarea y así —se inventó.

—¿Quién adelanta tarea en el receso? —Preguntó con burla.

—Últimamente los profesores nos están encargando mucha.

—Lo sé —respondió Rosa—, pero yo prefiero llegar y hacerla antes de que empiece la clase. —Ambos rieron y chocaron los cinco—. Igual lo deberías invitar a comer con nosotros.

—Sí, lo haré, aunque no sé si venga —añadió sin pensar.

—¿Por? —Lo miró con duda.

—Ammm… es que… Bueno, no le caigo muy bien a sus amigos. —Se sobó el cuello.

—¿Y eso?

—No sé, como que son muy santurrones.

—Ah, pero pues eso no debería importarle a Samuel, si tú eres su amigo, debe darse tiempo para pasar con ellos y contigo.

—Es que yo le dije que esté con ellos, ya sabes, son sus amigos de hace tiempo —lo defendió.

—¡Oh! Eres genial —le sonrió—. Me gustaría hacer amigos así como tú.

—¿Sí? Si ni les hablas cuando te dicen hola.

—No es que quiera ser así, es que me da pena.

—¿Tú? ¿Con pena? —Se hizo el sorprendido—. ¡Qué pena ni que nada! Un día de estos te voy a presentar a doña pena. —Ella comenzó a reírse y le sacó la lengua.

Rogelio le devolvió el gesto y volteó a su alrededor. La gran mayoría se encontraba observándolos. Eran la comidilla de la escuela, todos sabían de la supuesta «traición» hacia Samuel y nada más esperaban el día en que llegara la noticia de que él y Rosa eran novios. «Son unos tontos». Rogelio frunció el ceño. Rosa también parecía darse cuenta de la situación pero no comentaba nada… Mejor para él.

***

Mientras esto ocurría, Samuel, todavía se encontraba un poco deprimido; charlaba con sus amigos tratando de ignorar los rumores, pero no era fácil, ya que el sitio donde se sentaron a comer se encontraba al lado del lugar de Sonia y Sofía, que chismeaban acerca de la situación. Y no es que hubieran querido estar junto a ellas, sino que se sentaron primero y las chicas se colocaron justo al lado, no dejando ni siquiera un metro de separación.

—¿Pero tú crees que se vuelvan novios?

—¡Qué cínicos! Pero harían bonita pareja… Aunque pobre Samuel, no merece eso.

Según ellas estaban susurrando, pero los tres chicos las oían sin problemas.

—¡Claro que no…! Ahí está, nos está escuchando. —Lo volteó a ver y sonrió—. ¡Hola, Samuel!

—Hola —respondió molesto.

Mientras las dos rubias seguían hablando con más «discreción», Fernanda se hartó.

—¿Saben qué?, vámonos a otro lado, no voy a soportar estar escuchándolas un segundo más.

—Ya, tranquila —le dijo Samuel—, sabemos que tú también lo estás pasando mal porque te gusta Rogelio, ¿pero qué podemos hacer?

Fernanda abrió mucho los ojos y quiso golpear a su amigo por su indiscreción, ¿en serio había dicho eso cuando sabía que Sonia y Sofía se encontraban al lado? Volteó hacia las chicas, mismas que se quedaron calladas y soltaron algunas risitas cuando las miró.

—¡Eso no es cierto! —Explicó a Samuel y a las chicas—. Solo fue un invento porque no quería decirle a Samuel que vi a Rogelio con Rosa, ese día estaba molesta y no deseaba que él supiera por qué.

Las chicas soltaron más risas.

—Sí, claro —dijo Sonia sarcástica.

—¡Es en serio, chicas! Por favor, no digan nada.

—No te preocupes —sonrió Sofía—. Somos una tumba.

—Exacto, una tumba —repitió Sonia.

Al día siguiente, todos en la escuela sabían que a Fernanda le «gustaba» Rogelio. Eso provocó más habladas.

—Todavía que le gusta a Fernanda y se va con la otra.

—¡Qué mal plan de Rogelio!, traición por todas partes.

Y hacían más comentarios de ese tipo. Fernanda llegó y se plantó frente a Samuel muy malhumorada.

—¿Ves lo que ocasionas? Ahora todos creen que me gusta Rogelio, ¿cómo se te ocurre hablar frente a esas dos?



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En el texto hay: amistades, amigos amorjuvenil, amistad adolescente

Editado: 15.12.2025

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