Amnesia (#1 Oels)

1. La mansión Lincer

CASIE
 

 

Iba corriendo por un laberinto viejo y maltratado, lleno de muchas ramas, hojas y tierra para luego meterme en un túnel muy oscuro.

Sentía como mis mejillas estaban heladas, las manos me temblaban y el labio me tiritaba. Tenía mucho frío, sentía mis huesos contraerse, mi pecho bombeaba haciendo el típico sonido acelerado pum- pum y yo estaba allí, sintiéndome desgarrada por dentro y por fuera, como si hubiese sufrido mental y físicamente.

Al menos así era como yo me sentía.

Estaba cubierta de sangre y me sentía exageradamente débil. No podía correr más ya que estaba en un estado muy extraño en el que parecía como si mi cuerpo no me perteneciera y mi alrededor parecía mi propia prisión, un laberinto sin salida y lo que anhelaba más que nada era escapar de esa pesadilla.

De repente, todo se desvaneció, pero yo seguía allí aún con las manos en las rodillas mientras jadeaba buscando respirar, pero por un segundo se me había olvidado cómo hacerlo.

Y de un momento a otro, sentí como mi cuerpo parecía estar desvaneciéndose y no supe cómo ocurrió, pero al final las luces blancas me despertaron llevándome a mi más oscura realidad, el olvido.

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28 de Octubre, 2019

- Espera, ya está despertando - dijo una voz que no pude reconocer, una oscuridad parecía estar cubriendo mi mente y a medida que abría los ojos la luz que se proyectaba por la ventana me hizo cerrarlos de golpe, luego volví a abrirlos, provocando ahora una visión más clara del lugar en donde estaba, pero ningún recuerdo llegó.

Paredes de color marfil, una gran cama, un gran ventanal, todo tan hermoso y sin reconocimiento para mí, no me llegaba ningún pensamiento, ningún recuerdo, absolutamente nada.

No sé dónde estoy, estoy mareada y tengo una sensación de querer vomitar, todo me está dando vueltas y tengo dolor en la cabeza hasta el punto de que no puedo evitar soltar un quejido - ¿Dónde estoy? - me atrevo a preguntar, pero en realidad ¿Lo quiero saber?

Y es allí donde caigo en cuenta... ¿Quién se supone que soy? No recuerdo mi nombre ni nada, estoy extraviada o tal vez mi mente lo está, el punto es que no entiendo nada.

Podría asegurar que mi nombre, por muy confuso que sea en este instante está en algún lugar de mi memoria, cada letra la siento en la punta de mi lengua, un nombre no tan complicado a mi parecer, pero no puedo recordar cual es.

Cierro mis ojos y trato de pensar en algo, cualquier cosa, lo que sea que me venga a la mente, pero todo está tan borroso, maldigo por lo bajo - No puede ser - solté un grito aterrada, tratando de controlar mi respiración, tratando de que las manos me dejaran de temblar por lo que acabo de descubrir.

Esto no me puede estar pasando, no a mí.

De un brinco logré zafarme de las cómodas mantas en las que me había encontrado envuelta y eché a correr hacia la puerta.

Estaba a punto de girar el picaporte, pero escuché un susurro detrás de mí, con pánico me obligué a girar sobre mis talones y así enfrentar lo que sea que estuviera allí mientras me reprochaba mentalmente cómo es que no me había dado cuenta que yo no estaba sola y el porqué ignoré tan profundamente a tres chicas que al parecer me observaban fijamente desde que desperté.

Primero me fijé en la que estaba más cerca de mi, una chica muy esbelta, envuelta en un vestido corto floreado de vuelo alto y unos zapatos de tacón que la hacían ver mucho más alta de lo que al parecer era, su cabello achocolatado y liso hasta los hombros estaba algo despeinado y sus ojos color miel me miraban fijamente provocando que me tensara de pies a cabeza.

Me digné a mirar a las tres, tratando de reunir el coraje que no sentía ni siquiera en el dedo meñique y pegué un pequeño brinco hacia atrás cuando noté que una de ellas se acercaba a mí lentamente.

- No te asustes - pero era algo difícil no asustarse cuando tenía tres pares de ojos encima de mí y la mente totalmente en blanco.

- No estoy asustada - si que lo estaba.

No recordaba nada, ni de la noche anterior y tampoco de mi vida, solo pequeñas imágenes se enroscaron en mi cabeza y al parecer eran sólo eso, imágenes.

No podía comprender dónde estaba, quién era y quiénes eran ellas.

Las tres chicas se miraron entre sí al ver que me había quedado callada. Las tres altas y esbeltas chicas eran, sin duda alguna, las mujeres más hermosas que seguramente habría conocido en mi vida, a menos que durante años hubiese vivido encerrada sin conocer el mundo exterior.

Ahora comprendía que probablemente estaba un poco mal de la cabeza, seguramente todo esto era un sueño y por esa razón sentía como si mi cuerpo fuese ajeno a mí, si, seguramente era eso.

Me había vuelto loca.

Sentí un escalofrío en el cuerpo y rápidamente volví la vista hacia al frente, no me había dado cuenta que había bajado la mirada. Una de las chicas que había estado apartada ahora estaba a sólo unos palmos de distancia, tenía un espectacular cabello marrón rojizo que caía en finas ondas hasta las caderas, en la coronilla se veía algo parecido a una corona de cuero, en ella tallada una armadura y una espada, sus penetrantes ojos verdes que al quedarse viéndolos te embelesaba y luego parecían haberse transformado, no era más que una mirada vacía, apagada, casi como si no tuvieran vida.

- Lamentamos haberte asustado, pero no venimos a hacerte daño. - dijo con una delicadeza que no se reflejaba en su mirada verdosa - Mi hermano te encontró tirada e inconsciente en el bosque, te trajo aquí y estábamos cuidándote - su voz no era tan dulce como la de la chica anterior, era más ronca y hosca. - Dinos tu nombre - más que un pedido, era una orden.

- No le hables así - la regañó una rubia un poco más baja que la pelirroja, se encontraba al final de la habitación, por lo que no pude ver muy bien su rostro perfilado.




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