CASIE
La campanilla de la librería sonó sacándome nuevamente de mis pensamientos, dejando pasar a una joven de baja estatura que mientras caminaba frenéticamente varios hilillos del cabello danzaban a los lados de su cara regordeta, con los ojos marrones exageradamente grandes se avecinaba una chispa traviesa y genuina, sus labios finos tienen una gran sonrisa, algo que para mí, de alguna manera significó "Problemas" ella y una chica rubia, que al parecer también era una de mis grandes amigas, llegaron varias veces a mis pensamientos. Al parecer yo las quería a ellas y ellas me querían a mí. - Iré a Italia en vacaciones - soltó un chillido agudo, el chico de cabello verde (que según recordaba, se llamaba George) con mala cara se tapó los oídos, mientras que yo me reía entre dientes.
- ¿Con quién irás? - le pregunté.
Mi amiga hizo un gesto con la mano, como quitándole importancia a lo que iba a decir, pero en el fondo, yo sabía perfectamente que Anastasia (por fin pude recordar su nombre) estaba tan feliz por lo que me había contado.- Andrew me invitó, quiere que conozca a su familia - gritó con emoción, de pronto se encogió de hombros y con una sonrisita argumentó - Pero me dijo que podría llevar a una amiga - me echó una mirada llena de picardía y enseguida supe de qué se trataba todo aquello.
- Ni lo sueñes.
- Casie - la chica me hizo puchero - No seas así, tienes cinco meses rompiéndote el lomo entre el trabajo y la universidad ¿No crees que ya es hora de darte un respiro? - movió exageradamente el cuerpo de un lado para otro pareciendo como si en algún momento su espalda se fuese a romper.
Era verdad lo que ella decía. Desde que ocurrió una terrible situación con un chico de mi universidad, todo se había vuelto turbulento pero, exactamente ¿Qué había ocurrido? Se trataba de mi ex novio, pero no comprendía nada más.
- No me vengas con esas, Anastasia. Sabes que necesito el dinero para pagar el alquiler, mis padres ya no quieren pagarme el semestre y estoy atorada con las facturas - me excusé de manera lenta y vaga.
Sentí un pequeño pinchazo en la cabeza, de repente estaba muy mareada y agotada. Me había tocado la frente con la punta de los dedos, cerré los ojos y al abrirlos, Anastasia me miraba fijamente, asustada e impresionada - ¿Qué sucede? - pregunté en un susurro. Todo me daba vueltas, así que me apoyé en el respaldo de la silla, pero el movimiento me provocó náuseas.
Mi amiga me seguía mirando con recelo y mucha desconfianza, pero inmediatamente volvió al tema y en eso, por muy extraño que parezca y que suene, yo había vuelto a la normalidad - Sabes que si quieres ir puedo pedir permiso por ti. ¿Vale? Prométeme que lo pensarás - en un gesto desganado le dije que si. - ¿Qué me dices tú, rarito? - le hizo ojitos a George.
- Iré a visitar a mi familia - rodó los ojos.
- Es injusto que ninguno de mis amigos me acompañe.- dijo luego de soltar un largo suspiro.
- ¿Quién te dijo que yo era tu amigo? - preguntó George alzando las dos cejas hacia su dirección.
- Sé que me adoras, rarito.
- Creo que estás soñando.
- Creo que estás hablando demasiado, dale un descanso a tus labios ¿No? - él bufó.
- Te odio.
- Así que...estarás con el amor de tu vida - había dicho de repente para poder romper la tensión. Siempre era así, ellos dos no se llevaban muy bien y cuando parecían dar avances uno de los dos arruinaba los chances de llegar a sentirse cómodos uno juntos al otro.
Por otro lado, conocía muy bien que los amoríos de la pelinegra eran muy escasos de tiempo, nunca duraba más de dos semanas en una relación, pero tenía la ligera esperanza de que Andrew fuera diferente para ella. Quería verla feliz. Al parecer le tenía un gran aprecio a Ana, la quería.
- Sí, pero no es lo mismo. Conoceré a su familia y creas o no, tengo miedo, tal vez no les agrade. - indagó.
- ¿Cuánto llevan juntos? ¿Dos días? - se mofó George, al parecer volviendo a su actitud normal. La pelinegra le dedicó una mirada fulminante.- Tal vez no - susurró tocándose la nuca.
Ignorando el comentario, la chica siguió con sus suposiciones - Tal vez su madre es una arpía y terminan odiándome. Y ¿Si Andrew es un vampiro? Y ¿Qué tal si me muerde y también me convierto en una chupa sangre? O peor aún ¿Qué tal si en el proceso de convertirme, se excede y me deja morir y mi alma queda rondando por las calles de Venecia?
- ¿Por qué Venecia? - curiosea él.
- No lo sé. Es el único lugar que se me ocurrió. - dicho eso, nuevamente el chico rodó los ojos y yo me eché a reír.
Y cuando ellos se pusieron a decir una tontería tras otra, tuve la ligera impresión de alguien observándome, pero no había nadie y esa sensación no se fue.
Aunque ya estaba acostumbrada, el miedo no se marchaba.
Nunca lo hacía.
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31 de Octubre, 2019.
Al día siguiente Irene me pidió disculpas por haberme dejado encerrada tanto tiempo y me invitó a conocer a su familia, quería negarme, la verdad es que últimamente me había sentido un poco aturdida pero sería injusto que después de que estas personas en la mansión Lincer aún sin conocerme me dejaran quedarme, yo no pusiera un poco de mi parte para que al menos me conocieran, así que le dije que si.
Y aquí estaba yo, buscando la manera de verme presentable.
Cada vez que me miraba en el espejo sentía que todo conmigo estaba mal, no estaba lista para hacerlo ¿Y si les caía mal? ¿Y si me veían como una amenaza?
Temía por mi vida.
- ¿Lista para salir? - Irene llegó a mi lado, transmitiendo un poco de fortaleza a través del espejo. Era impresionante como una niña lograba tener ese efecto en mí, al menos ella no carecía de memoria, tenía que recordarme que en este lugar la vulnerable era yo y no sabía hasta cuanto tiempo estaría así.