Así que se podría decir que me habían descubierto con las manos en la masa.
Nada más angustiante que el que me haya descubierto este idiota y sexy pelinegro sobrenatural.
¿Por qué tenía que estar en todas partes y justo cuando no quería verlo? Puede decirse que yo tenía muy mala suerte ¡Demonios, Demonios! ¿Ahora qué se supone que iba a hacer? ¿Cantarle una canción de cuna para despistarlo o darle un beso y fingir que esto nunca pasó? El alcohol estaba haciendo efecto muy rápido.
Estaba en un gran lío.
Culpaba a la apetitosa bebida, si, era culpa del vino por haber comenzado a llamarme, era culpa de la amnesia por atormentarme, era culpa de este chico pelinegro por no salir de mi cabeza...
Y era culpa mía por querer alejarme de la realidad por muy cruda que fuera. De esta estúpida realidad.
- Joder - susurré aunque de todas maneras por la cercanía, el fantasmita también me escuchó.
- Estoy esperando a que contestes mi pregunta, ricitos de oro - mi cabello es castaño, pff. Se cruzó de brazos provocando que éstos se vieran más anchos - ¿Por qué has bebido? No puede ser que estés siendo tan irresponsable y que no te des cuenta que probablemente estás padeciendo algo como depresión o ansiedad, no puedes darte esos lujos de emborracharte, podría sentarte mal, podrías hacerte daño, podría pasarte cualquier cosa ¿En qué estabas pensando? - fastidiada de su tono autoritario puse los ojos en blanco como ya era costumbre.
- Pff.- bufé.
Al parecer eso lo enfadó más.
- Ah no, a mi no me voltees los ojos, mocosa. Ven aquí - y en ese momento me di cuenta de que mi cuerpo parecía de goma. No me estaba agarrando el brazo tan duro, hasta parecía un roce, pero a mí me afectaba su cercanía, intenté zafarme de su agarre pero como ya era de esperarse, no lo logré.
- Suéltame amargado.- y en mi interior rogaba que no me soltara. Si lo hacía, estaba muy segura que caería de lleno al piso. - Eres un tooooonto y amargadoooo - canturree y para más vergüenza, volví a soltar un eructo y él en vez de poner cara de asco, sonrió con la boca cerrada pero inmediatamente volvió su semblante serio ¡Já, como si no lo hubiese notado! ¿Cómo lograría conquistarlo si cada vez que nos veíamos discutimos o yo terminaba haciendo el ridículo?
¿Por qué siquiera estaba pensando en conquistarlo? No, no y no. Él no me gusta, no me agrada, no... nada.
Ese estúpido pelinegro y su perfección.
- Este amargado te llevará a la cama y no quiero más comentarios ¿eh? - lo dijo con tanta seriedad que hasta a mí se me erizó el cuerpo. Tenía que admitir que su voz era electrizante.
¿Pero qué se suponía que estaba pensando?
Él parecía ser un fantasma. No podía verlo atractivo, no, no, no.
- No quiero ir a dormir - me quejé de nuevo - Aburrir es dormido - reparé en lo que dije y con toda la borrachera recorriendo mis venas, volví a reírme - Dormir es aburrido - solté correctamente esta vez.
El fantasmita suspiró, seguramente estaba ideando un plan para deshacerse de mí y de mi actitud que claramente estaba sobrepasando sus límites de paciencia. -Debes descansar ¿Quién se supone que estaba contigo como para dejarte sola? - cuando iba a responder, él me detuvo en seco - No me lo digas, justo ahora das tantas vueltas que hasta a mi me deprimes.
Me puse una mano en el pecho demostrando que me había sentido claramente ofendida con ese comentario. - Por lo menos no soy una "Oh, mírenme, soy un fantasmita ceñudo que solo viste de negro y tengo mi mejor cara de señor Don cascarrabias" - dije lo último poniendo la voz muy grave.
- De verdad que estás sacándome de mis casillas, niña. - escupió. Y yo volví a soltarme de su agarre, entonces caminé un poco tambaleante hasta apoyarme en la pared frente a él y alcé las cejas, retándolo.
- ¿Y a mí qué me importa que te estén sacando de tus casillas? No te necesito. - le dediqué una sonrisa torcida y algo pícara. El pelinegro tragó grueso.
Como siguiera con esa horrible actitud, estaba segura que envejecería muy rápido.
- Hagamos un trato - dijo fingiendo estar animado - Tú irás a dormir justo ahora - me señaló - Y yo prometo no molestarte por... Una semana ¿Te parece? - y algo en su tono de voz me hizo dudar un momento. No quería dejar de verlo, pero tampoco quería verlo todos los días, así qué ¿Por qué no?
- Hecho.
Aceleramos el paso casi al mismo tiempo, ambos compitiendo por quien entraba primero, por un paso en falso casi me caigo pero él fue más rápido y me sostuvo de la cintura antes de que mi cabeza llegara a tocar el suelo. Sin embargo, no le tomé mucha importancia y seguí caminando hasta la cama, me senté en ella esperando que él se acercará un poco, pero no lo suficiente como para no asustarme.
- Cuéntame algo - rompí el silencio después de un buen rato mirándonos sin decir nada. Se puso de cuclillas quedando más cerca de mí, su nariz casi rozaba la mía, sus ojos chocaron directamente con los míos.
- No.
- Por favor - uní mis manos en señal de súplica. Él bufó, seguramente pensando que las personas se ponían tontas al estar borrachas.
- No - al parecer nadie lo haría cambiar de opinión.
- Por favor - me hinque más en las palabras.
El pelinegro bufó de nuevo.
- Por faaaaaavor - picoteé su rostro y sin querer metí un dedo en su nariz, oops.
- Dije que no, ricitos de oro y ni tú ni nadie me hará ceder a esa tontería de crear un cuento por un simple capricho. No me importa que no estés en tus cinco sentidos.
- Eres un aburrido - me quejé dejando pasar por esta vez ese tonto apodo.
- No sabes cuanto me duele escucharte decir eso - dijo con sarcasmo y comenzó a caminar hacia la puerta - Buenas noches, ricitos.
No dejó que respondiera, simplemente se marchó así sin más.
QUÉ DESASTRE DE DÍA.
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09 de Noviembre, 2019
- ¡Guau, tienes un semblante asquerosamente escalofriante! - exclamó Helena apenas me vió. Al llegar hasta donde estaba se tapó la nariz con fuerza y con una mueca de asco me dirigió una mirada furibunda pero poco después se relajó - Cariño, hueles a muerto.