Amo de la seducción

CAPÍTULO 3

Sofía

El calor se concentra en mis mejillas con intensidad, estoy segura de que debo estar sonrojada al máximo, afortunadamente las luces tenues del cubículo hace que pase desapercibida.

No imaginé que saliera con ese tipo de interrogantes, suupongo que es parte de su labor para poder aconsejarme de la forma más sencilla posible.

—¿Y como sabrás eso por una prenda íntima?

—¿Tienes idea de como se fundo Victoria's secret? —yo niego—. Es un imperio femenino creado por hombres, a lo que me refiero es que, somos muy visuales, nos sentimos atraído por lo que vemos a simple vista.

—Entiendo lo que tratas de decir.

—Entonces, ¿las usas o no?

El silencio vuelve a instaurarse, la tensión en el ambiente se vuelve más palpable y no tardo en abrir la boca para pronunciar palabra.

—¡No! —exclamo avergonzada por estar revelando mi vida privada a un extraño— Bueno... no del todo.

—Ya veo, la primera impresión que tengo de ti es que eres una chica atractiva pero un tanto cohibida, desprendes un aura angelical.

—Gracias por el cumplido —musito, disimulando mi rubor—, por cierto, me da curiosidad saber por qué das sesiones en un sitio tan escandaloso como este y no en un simple consultorio.

—Sofia, este sitio «escandaloso» tiene nombre y se llama El Santuario, además, yo soy quién hace las preguntas aquí.

Me encojo de hombros ante su respuesta y tiene razón.

Él es quien debe tomar las riendas en esta situación, no yo. Por algo he venido a verle, aunque se me esté cayendo la cara de pena en este momento.

Espero que valga la pena y que al final no termine arrepintiéndome.

—Oh, lo siento.

—¿Tienes algún problema con hacer cosas un tanto arriesgadas?

—¿Que tipo de cosas? —elevo las cejas, esperándo a que sea mucho más claro en esto.

—Solo responde: Si o no —dice tajante.

—No.

—Bién —toma notas de nuevo en su tablet— ¿A qué te dedicas exactamente?

—Soy arquitecta, actualmente estoy trabajando en un proyecto con una empresa muy reconocida de este país. ¿Qué pasa si sale todo mal y John no quiere continuar conmigo? —pregunto casi en un susurro, la posibilidad de que eso suceda me destroza el corazón por completo.

—Con mis lecciones lo conquistarás querida, pero en dado caso resulte ser lo contrario, entonces no habrá plan que valga la pena. El objetivo es una reconciliación auténtica, no una máscara. Ya hemos terminado la sesión. Prepararé un manual personalizado que te enviaré por e-mail tan pronto sea posible.

—¿Cuánto es el costo de la sesión? —indago, poniéndome de pie ahora que hemos terminado.

Wow, esto ha sido rápido, pensé que nos tardariamos más de una hora, pero apenas ha transcurrido cuarenta minutos.

—No es nada, le debo un favor a Danielle, así que tómalo como una especie de regalo.

—Gracias.

—Hasta luego.

Al salir del club, el frío de la noche se cuela por mis hombros, así que ajusto bien mi chaqueta para evitar resfriarme, camino hacia el auto para regresar a casa con una pizca de esperanza de que a partir de ahora todo será diferente. Enciendo el motor para ponerme a rodar por las calles, el mundo exterior parece reducirse para llegar a casa, la ciudad, cansada y luminosa, desfila ante mis ojos: carteles, semáforos, la sombra de un edificio alto en el cielo nocturno.

Luego de regresar a mi destino, saco el teléfono del bolso y dejo que la pantalla se ilumine con el brillo frío de las redes sociales. No es lo que espero ver, pero sé que encontraría, una especie de espejo de la noche: la vida de los demás en fragmentos cortos, filtrados, perfectos. Deslizo una vez, dos veces, sin buscar nada concreto, hasta que aparece la foto.

Allí está John, rodeado de amigos, todos sonriendo como si el mundo fuese un brindis perpetuo. Uno de los amigos levanta su copa a la vez que John, con esa sonrisa suya que sabe a promesa, mirando a la cámara con elegancia.




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