Amo de la seducción

CAPÍTULO 13

Sofía

El mundo a mi alrededor parece un tablero de ajedrez en el que cada movimiento podría salvarme o condenarme.

Y no solo a mi, sino a quienes más amo.

—Acepto trabajar con usted —hablo con firmeza mientras me pongo cómoda en el sillón.

—Me alegro de que estés del lado correcto —el extiende su mano para estrechar la mia como si estuviésemos cerrando un negocio.

—¿Debo firmar algo?

—No, solo será un acuerdo verbal, confío en ti y eres perfecta para esto. No había visto a una mujer como tú en mucho tiempo.

—Qué coincidencia.

—Yo lo llamaría destino —sonrie—A partir de hoy transferiré algo de dinero a tu cuenta para que entiendas que voy muy en serio con esto. Quiero destruir a Vince, darle donde más le duele, o sea, arruinar su carrera política de pacotilla.

Se abrocha ligeramente la chaqueta, como si el acto mínimo de arreglarse fuese una promesa de que las cosas pueden mejorar de la noche a la mañana.

—¿Cómo voy a mezclarme con un hombre tan poderoso? —indago al respecto— No vivo en una mala zona, pero apenas puedo llegar a fin de mes, es más que evidente que el debe concurrir a sitios mucho más sofisticados.

—La semana que viene te estarás mudando a un penthouse en uno de los mejores barrios. Si quiero que te acerques a él, debo asegurarme de que estés de lleno en su mundo —saca su teléfono para mostrarme varias fotografías del futuro presidente de este país—. Este es él, cuarenta años, de raíces cien por ciento américanas, divorciado, dueño de varias tiendas de lujo.

—Wow, es muy apuesto —detallo la foto dónde sale montando a caballo, tiene el cabello castaño claro y los ojos azules.

Angelo se aclara la garganta y deja su dispositivo a un lado para mirarme.

—¿Eres buena besando? —su pregunta me toma desprevenida, como soy buena disimulando le sostengo la mirada para responderle.

—Si, eso creo.

—Demuéstramelo.

—¿Qué?

Mis ojos buscan los suyos, cuando finalmente veo mi reflejo en su mirada, el universo parece reducirse entre nosotros.

—Demuéstramelo. No con palabras, sino con hechos.

—¿Está es otra de tus lecciones?

—Si —asiente—. Una lección especial, porque a partir de esta noche serás mi musa, me enfocaré en pulir cada uno de tus encantos, debo prepararte muy bien, no toleraré errores.

Angelo sonríe, una sonrisa que parece entender el peso de cada movimiento en el tablero. Se inclina un poco, lo suficiente para compartir el calor de su respiración. Sus labios se acercan lentamente, como si cada milímetro fuese suficiente para caer en la tentación.

El ambiente en la habitación se carga con electricidad al instante, el silencio entre nosotros se hace absoluto a la vez qye esoera por mi próximo movimiento, siento una mezcla contradictoria de curiosidad, nerviosismo y un cosquilleo que no logro identificar como propio, el corazón me late con fuerza al mismo tiempo que mi respiración se acelera a mil.

Finalmente nuestras bocas se unen en un beso, al principio no es ruidoso ni alborotado, es tierno y seguro, hasta que voy soltándome, sintiéndome en confianza. Los dos recuperamos el aliento tras separarnos.

—Que dulce —se relame el labio inferior, saboreando mi brillo labial—. Eres tierna y una gran besadora, eso lo volverá loco.

—¿Vince tiene un gusto particular en mujeres?

—Podría decirse que si.

—Oh, vaya.

—Es bastante predecible en ciertas cosas.

—¿Cómo lo conoces tan bien? —mi pregunta le cae como una especie de balde de agua fria sobre la cabeza.

—Porque me arruinó la vida.




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