Amo de la seducción

CAPÍTULO 16

Sofía

La gente que esta a mi alrededor comprando como yo, comienzan a notar a ese grupo. Hay un ruido que se transforma en un leve murmullo más intenso, una electricidad casi palpable que recorre la tienda. Los hombres no se mueven como si fuesen insectos, sino como una columna que avanza sin perder su ritmo.

Sus miradas son directas, evaluadoras, como si calculasen cada persona que se cruza con ellos. En medio de esa línea recta, me quedo inmóvil, sin dejar de observar, como si el suelo debajo de mi fuese un vidrio que puede romperse con cualquier palabra o gesto.

Y entonces, alguien los señala. No un dedo que apunte, sino una especie de reconocimiento compartido entre quienes dirigen ese tipo de estancias, un código tácito que sólo se revela ante ciertas figuras públicas o personas con un peso específico en el tablero.

Veo a Vince a pocos metros de distancia.

Si, el candidato presidencial, el mismísimo que debo seducir si quiero pagar el transplante de mi hermano.

Me escondo detrás de una pila de papas para no llamar su atención, no quiero que me vea antes de ejecutar el plan o podría llevarse una impresión no deseada de mi.

Uno de los guardaespaldas, quién parece ser el líder por la forma en que se pone frente al candidato, este habla con una voz que atraviesa la tienda.

—Mantengan la discreción, por favor —le dice a las personas que transitan con sus carritos de compra.

—Hubert, solo quiero hacer compras como una persona normal —se queja el ojiazul, lleva ropa de oficina y se ve más apuesto en persona.

—Eres el futuro presidente de este país, no puedes ir por la vida así como así.

—Agradezco tus cuidados , de verdad, pero también tengo que ser dueño de mis propias acciones —musita mientras da un paso adelante, intentando encontrar lo que sea que esté buscando entre los estantes.

—Nos quedaremos al tanto de usted —susurra entre dientes, después de todo es su trabajo.

—Voy a mirar por ahí —explica, haciéndo un gesto a la vez que se acerca a inspeccionar la estantería cerca de donde estoy oculta.

¡Oh no!

Me muevo lo más rápido que puedo para evitar que vea mi rostro, avanzo con agilidad hasta perderme en el próximo pasillo que conecta con unas máquinas de café, saco mi teléfono y confirmo el saldo disponible en mi cuenta bancaria.

Un suspiro de sorpresa sale de mi boca al ver la suma.

Veinte mil dolares... ¡No me lo puedo creer!

Con esto podría hacer un mercado decente, pagar el arriendo, enviarle dinero a mi familia y me quedaria de sobra para ir ahorrando para la cirugía.

Lo más sensato es continuar con la lista de compras, seleccionar lo necesario, pagar, salir y volver a casa tan pronto como sea posible, he vivido tantas cosas en tan poco tiempo que apenas he podido respirar.

Escojo leche, pepinos, lechugas, una botella de aceite de oliva, queso, yogurt, pan, una bolsa de manzanas, docena de huevos, un paquete de jamón y una barra de chocolate para el impulso de cacao en medio de esta atmósfera cargada.

Mi atención es abruptamente robada por el ruido y los flashes que llegan desde el lateral opuesto de la tienda, un par de paparazzi con cámaras en mano esquivan los pasillos para dar con Vince, quién viene caminando rapido cerca de mi dirección.

Oh, demonios.

Estos tipos siempre intentan sorprender a los políticos en situaciones para luego vender las fotografias al mercado sensacionalista.

Me alejo de la escena con las cosas y camino directo a la caja para pagar el mercado, meterme bajo la piel de este hombre será más que un reto, pero todo sea por lograr mi objetivo, solo debo esperar al próximo movimiento de Angelo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.