Amo de la seducción

CAPÍTULO 20

Sofía

La mujer se retira del panorama tan pronto Vince toma la palabra, todo está listo para ser transmitido en televisión nacional.

He aprendido a leer las señales del líder que todos dan por favorito, aquel hombre que parece caminar sobre la cuerda fina entre la carencia de tiempo y la necesidad de comunicar esperanza.

Se nota que no es un político común: tiene una mirada que, cuando se detiene unos segundos, parece pedir confianza, y un silencio que, cuando aparece, dice más que mil palabras. Sabe muy bien que la campaña no se gana solo con propuestas; se gana con la capacidad de encantar, de hacer creer a la gente que aquello que se propone no es solo un programa, sino una promesa personal.

Lo observo mientras de respuestas.

Cuando el acto termina, me acerco lo más que puedo para vigilar de cerca el siguiente movimiento. En la corriente de personas, intento acercarme sin romper el protocolo que aún se mantiene.

El ojiazul se acerca para saludar al equipo, los reporteros y otras personas influyentes

Las cámaras se acercan, el público aplaude y un murmullo comienza a tejerse entre la multitud.

Me muevo con agilidad entre puestos de merchandising, periodistas y jóvenes que llevan pancartas con el lema de la campaña.

—Sofía Moore —dice una voz cercana, suave, leo la identificación en su camisa.

Noah Collins.

Es uno de los encargados de coordinar las sesiones de preguntas y respuestas, Angelo me habló de él tras explicarme el panorama.

—¿Sí? —respondo, girando la cabeza con una sonrisa cortés.

—Vince quiere dar una entrevista en diez minutos —musita con esa mezcla de prudencia y ánimo que caracteriza a quienes entienden que cada minuto es una ficha de ajedrez que puede cambiar el juego—. Me gustaría que tuviese la oportunidad de rodearse de personas tan importantes, estamos tomándonos esta campaña muy en serio, queremos mejorar este país.

—Seguro.

Entre las conversaciones que siguen surgiendo, veo como el candidato se aproxima a un grupo de asistentes que aguardan su turno para estrecharle la mano, me encuentro a una distancia razonable, suficiente para no invadir su espacio, suficiente para percibir el pulso de lo que la gente quiere escuchar.

Es entonces cuando el truco del día aparece de forma imprevista. Un hombre altísimo,se filtra entre la multitud con la confianza de quien cree que el mundo está al alcance de sus manos con esa pose de poder, sus ojos me miran con una mezcla de curiosidad, va directo hacia mí, acercándose de manera inapropiada.

En ese instante, el aire parece dividirse en dos. Una parte del gentío se gira sorprendida, otra parte sigue con la mirada el vaivén de Vince, que acaba de darse cuenta de que algo grave ocurre justo frente a sus ojos, avanzando a donde estoy con paso firme.

—¿Qué pretendes? —le pregunta al tipo, pero no como una pregunta cualquiera; su voz tiene un tono que hace que cada palabra pese.

El hombre, sorprendido por la intervención, da un paso atrás, apenas un titubeo revela algo de miedo, con movimientos sincronizados, se mueve para separar al agresor, alejándolo de mi.

Demonios, no quería llamar la atención de esta forma.

El futuro presidente se asegura de que los cuerpos de seguridad se lleven al degenerado que al parecer resultó ser un infiltrado del partido en contra de Vince.

Sus ojos, que habían sido cálidos momentos antes, ahora muestran una gravedad contenida que, de inmediato, impone un marco de respeto.

Wow, el color de sus ojos es fascinante y algo me dice que no es la primera vez que los veo tan de cerca.

—¿Está bien? —inquiere, con esa mezcla de preocupación cuando estamos alejados de la multitud.

—Sí. Gracias —contesto, apartando el mechón de cabello que el impacto ha desordenado.

—¿Usted es la señorita Moore?

—Así es —asiento, controlando nos nervios.

—Mi equipo me mostró su portafolio y debo decir que es impresionante su trabajo, ¿tiene tiempo para tomar un café? Me interesaría hablar sobre negocios.




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