“La guerra es la continuación de la política por otros medios” dijo Von Clausewitz alguna vez. ¿Por qué la vida me cruzó en su momento con sus textos? Ni yo misma lo recuerdo, probablemente mi cercanía con las ciencias sociales consiguió hacerlo hasta que comencé a matematizar mis teorías.
Sin embargo, ¿lo político no es sino la guerra por otros medios? Eso se acerca más al Leviatán de Hobbes, supongo.
¿Y si ellos vivieran en la actualidad? Claro que lo pensarían a la luz de nuestra tecnocracia, yo creo que lo reformularía más bien como
La ciencia es el arma para la guerra moderna y la política que no cuente con ella estará siempre en desventaja.
La alianza de la Agenda 2030 tuvo como misión avanzar en nociones de guerra con la política y la diplomacia como principal cauce. O medio distractor. ¿Qué fue ese espectáculo en el estadio cerrado cuando tenían en el cielo la prueba más fiel de todas con los procedimientos a accionar? La verdad estaba ante sus ojos, pero eligieron tragarse lo que el espectáculo les quería contar.
Este laboratorio se encuentra escondido, pero arriba es donde tejen el show y los medios salen a repartirlo. Así, en un nivel superficial. La población ¿se conforma con eso? Claro está. No terminan de creerlo, estoy segura, pero eligen tragárselo igual.
El club de líderes secretos eran personas completamente anónimas, eran seres en el fondo como el accionar del laboratorio mientras que sus títeres gubernamentales ponen cara para decir las mentiras, lo cual me hace llegar a mi segunda teoría:
El poder, para ser poder, necesita estar oculto.
Y no es novedad, ya lo pensaron otros en esa dirección como Orwell.
¿El Club Bilderberg es notorio? Estupideces. Otros títeres que cumplen una función: mostrarnos cómo funciona el poder en realidad y aniquilar pruebas e intentos de buscar al verdadero club quienes entre ellos mismos no terminan de conocerse, por ello usaban máscaras.
Última tesis de hoy:
Para que el poder legítimo permanezca oculto, necesita alimentar el mercado de las apariencias.
Y creo que mi tesis no podría estar terminada aún, la de mi doctorado, ya que me estaba faltando una pieza fundamental…
La incidencia del poder en la ciencia.
La partícula de ADN se ve alterada de manera inminente en cuanto se le retira el aire, queda rodeada sólo de partículas más pequeñas y se ve sometida a las vibraciones.
—Fascinante—farfullo, agradecida y extasiada ante el hecho de contar al fin con los elementos suficientemente sofisticados que pueden enseñarme esto, al fin con los recursos para observar lo que tengo para mí ahora.
El científico a mi lado observa lo mismo.
La computadora toma nota de todos los movimientos.
Primero, en el tubo se ensayo, se ingresó una partícula de ADN en un tubo aparentemente vacío.
Segundo, se extrajo el aire de su interior.
Tercero, la partícula de ADN accionó con una suerte de magnetismo los protones y electrones alrededor. Nada nuevo, experimentos clásicos ya de la ciencia.
Cuarto, las partículas fueron sometidas a las vibraciones por separado de las notas sagradas extraídas de las figuras en el cielo.
Primero una, luego otra, ritmos unidos en tres, seis y nueve tiempos con sus debidas combinaciones.
La partícula de ADN va sufriendo alteraciones: se mueve, algunos de sus elementos brillan ante la vibración constante de alguna de las notas, hasta que otra de ellas consigue destruir partículas alrededor que generan otras nuevas con una composición diferente. La melodía completa de las siete notas organiza y reorganiza la partícula.
Es asombroso, si esto permanece así podremos ver cómo la partícula conseguirá reorganizar su código de manera completa y esto se podrá considerar como un auténtico milagro de la ciencia.
—Que…rayos…
—¿Qué sucede?—sigo observando, tratando de distinguir lo que pueda estar mal ante la queja de mi compañero de ciencia.
—Secuestraron al presidente.
—¡¿Qué?!
Me aparto de manera abrupta de la cabina, desplazando las rueditas de mi silla, de donde antes tuve puesto mi rostro, observando lo que sucede a nivel molecular dentro del tubo de ensayo.
Una vez fuera, miro a mi compañero quien está observando el móvil y, a través de los vidrios, todos están absortos mirando las pantallas en rojo con un ícono de ALERTA.