Amo de Todo

17. Prueba mortal

—Se ha perdido contacto con el Presidente de Francia Vicente Cruz quien se encontraba en una expedición en Bagdad para tratativas diplomáticas junto a un equipo de la Agenda 2030. Alrededor de las cinco treinta de la madrugada fue la última vez que se tuvo información de él y su equipo cuando salieron del hotel donde estuvieron hospedados al llegar y a las seis treinta tendría su primera reunión acorde a los informes brindados a los medios. Es cerca de mediodía en Bagdad y no solo que el presidente no se ha presentado en las actividades pertinentes a lo largo de la mañana sino que no se tiene información certera de parte de gobernación que pueda precisar mayor detalle. La vocera presidencial ha informado desde medios oficiales que no se sabe, de momento, cuál vaya a ser la decisión que advenga, pero no descartaron que pueda ponerse una alerta de manera inminente.

La noticia me pone la piel de gallina porque nunca antes había considerado que algo así pueda suceder, no estaba en los planes, no me comentaron al respecto y temo que la situación sea más real de lo que temo.

Retrocedo en el laboratorio, en mi silla, luego de que me sacaron del foco para poder ver la noticia que están informando y que no se nos puso al tanto con anterioridad. Sobre todo habrá muchos inconvenientes allá afuera que están buscando digitar, siendo el mayor de los incidentes el hecho de que el presidente no está ahora mismo. Nosotros debemos enfocarnos en la investigación, algo que no me esperaba en absoluto.

Me siento preocupada.

No quisiera que algo le pase a Cruz, es la única persona que me valora, es el único que me protege a mí y a mi bebé, no es alguien en quien confíe al cien por ciento, pero no hay otra persona que me brinde las respuestas que necesito cuando estas son una necesidad imperiosa para conservar la cordura

Las puertas principales se abren.

Muchos nos volvemos en dicha dirección y contemplamos a un grupo de agentes de seguridad que hablan con Anthony.

Él viene a buscarme y me pongo de pie para llegar hasta él, quien aparece delante de mis ojos en un santiamén.

—Sí—le digo—, entiendo, voy.

—Por favor, doctora.

Me lleva en dirección a los guardias mientras mis manos buscan en los bolsillos de mi chaqueta un bolígrafo el cual espero me sirva de ayuda en caso de que esta sea necesaria.

“Doctora”, me sigue generando resonancias extrañas ese término considerando que, como pinta la cosa, probablemente nunca podré rendir mi tesis de doctorado.

—Doctora Mercy—me saludan los guardias y me sacan de ahí para luego abrir una puerta cercana y me encierran, permaneciendo solo tres personas: dos guardias y yo, Anthony queda afuera.

—¿Qué está sucediendo?

—Tenemos solo cuatro minutos para una puesta en contacto con los líderes de un grupo guerrillero que tiene cautivo al presidente en Bagdad.

—¡¿Q-qué?!

—Son un grupo que responde a los líderes del país en cuestión, necesitamos que usted pueda hablar con su vocero y su líder y explicarle sobre la manera de funcionamiento del mensaje en las siete figuras.

—¿Es una broma?—le pregunto, alterada.

—No. Recibieron información extraoficial acerca del funcionamiento de estos y sobre su naturaleza. Procedieron a secuestrar a tres de nuestros agentes del Comité, entre ellos, el presidente.

—Carajo, yo sabía que esto iba a suceder, les advertí que la gente no se tragaría el cuento así como así.

—Hemos decidido revelar de manera secreta en un pacto entre ellos y nosotros acerca de la naturaleza de las siete figuras y procederemos con la instalación de una base de investigación para ellos en Bagdad. Del mismo modo que ya pudimos instalar otras entre los países afectados por las figuras y donde tenemos información certera acerca de su adherencia a la Agenda.

—¿Y yo qué tengo que ver acá?

—Usted hablará con su líder. Tenemos un intérprete a cargo, pero habla francés e inglés en caso de que opte por uno de esos idiomas. De todas maneras tenemos intérprete en caso de tener interpretaciones de una parte u otra que requieran mediación.

—Cielo santo…

—Vamos.

Me colocan un chaleco antibalas en cuanto salgo y me llevan con prisa por unas escaleras aún más abajo de lo que ya estamos.

Los sistemas de seguridad acá son aterradores, esto es un laberinto lo que está montado por toda la base.

—Oye—le digo, agitada entre trompicones—. ¿Qué pasa si no me creen?

—Será mejor que sepa usar correctamente las palabras y sea convincente, doctora Mercy, porque ejecutarán al presidente y si eso sucede, un conflicto bélico mundial se podría desatar.

¡¿QUÉ?!
Sus palabras me impactan con tanta fuerza que no consiguen arrancar una sola palabra nueva desde mi garganta.

Son ellos.

Fueron ellos, estoy segura.

Los Líderes Secretos.

Me advirtieron que me pondrían a prueba, que querrían que tome decisiones y que sea un borde entre lo público de la política internacional que llevan a cabo y lo secreto en la intimidad del poder auténtico.

Y si matan a Cruz hoy, habrá sido mi culpa.

Por lo tanto, yo también estaré perdida ya.

 




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