Amo de Todo

34. No temas al final

Esta es la última fase del plan.

Nos acercamos a nuestro final, puede que luego de esto ya no quede absolutamente nada.

Temo por mi vida y la de mi hija, temo porque algo pueda fallar, temo porque hemos llegado a destino, a la base militar que contacta con la base lunar y me deja brutalmente sorprendida mi dificultad para respirar.

Es un cordón montañoso, solo con una avioneta de guerra hemos podido llegar hasta acá camuflados con las avionetas de la base y burlando el sistema. La situación me ha parecido extraña desde el comienzo, sabiendo lo sofisticado que es todo en este sitio.

Es decir, la gente detrás de Cruz no se anda sin precauciones severas, saben exactamente qué hacen y tienen una medición de riesgos milimétrica.

¿Cómo puede que su sistema no perciba que este avión no está con ellos ni forma parte de la extrema seguridad para poder llegar hasta acá?

Benoit no ha venido con su hijo.

Solo estamos tres: el piloto, él y yo.

Me acerco a él en medio del vuelo mientras descendemos al helipuerto y lo confronto a Benoit, sintiendo que algo me sigue raspando en la garganta. ¿Es la angustia? ¿Es el auténtico significado de la desesperación?

—Benoit…

Las compuertas del helipuerto se abren.

Él se aferra a su chaleco de guerra.

—¡Benoit!—insisto.

Seguimos entrando.

Hay soldados alrededor.

Él solo mira al frente.

Retrocedo y me ubico donde está el conjunto de asientos con armas, pero ninguna de ellas es lo suficientemente efectiva como para poder escapar de aquí.

Me aferro a mi revólver y apunto directo a él.

Esta vez sí consigue verme, pero a través de uno de los cristales retrovisores.

—No lo intentes, esas armas son inofensivas Alba.

—No puede ser. No puedo creer que me hayan engañado, que hayan montado esa cueva de rebeldes, que hayamos transitado tanto por aire y por tierra para llegar hasta acá. 

Camuflados.

Eso fue lo que hicimos.

Cedí a que me camuflaron para que la gente no me identifique mientras me estaba moviendo, me quitaron todos los elementos que permitirían a otros identificarme y me prometieron el contacto con una base militar que probablemente solo significará mi ejecución o algo aún peor mientras allá afuera hay una auténtica guerra librándose que busque destacar la “autoridad” de los líderes que ahora se han agrupado en una suerte de “DEFENSA 2030” la cual brinda un símbolo mentiroso de unión cuando solo existe la discordia, el odio mutuo y la desesperanza entre todas estas personas.

Si es que realmente son personas.

El piloto toca base firme, tropiezo y me voy contra una de las compuertas.

Tengo que probar el arma al menos para defenderme, pero lo desestimo y saco uno de los elementos cortopunzantes que llevo en el uniforme.

Lo sostengo a filo de navaja y el avión despeja sus puertas para enseñarme a una sola persona blindada con un montón de soldados a su alrededor.

Pasar del encandilamiento del cielo despejado durante el vuelo a la luz tenue de este lugar, me hace saber que algo sucede y existe un motivo por el cual aún no me han matado.

¿Qué quieren?

¿Qué están buscando de mí?

¿Por qué me mantienen con vida cuando Cruz mismo admite que no les importa que yo pueda seguir en pie allá afuera? 

—Qué agradable saber que finalmente llegó a destino, señora Mercy. La misión ha sido exitosa, solo queda un paso y emprendemos la parte más intensa.

Caray.

Es…

Es Tryna.

La agente que me recibió cuando fui supuestamente apresada por los rebeldes.

Pero ahora no tiene su uniforme ni pone la voz ronca y enojada que parecía tener cuando intentaba emerger en su autoridad, de hecho parece ser la unión de las dos facetas que conocí: como soldado rebelde y como vocera de un grupo de selectos líderes mundiales.

Tryna es la mujer del antifaz que me encaró la noche que Cruz me llevó con él.

—¿Qué…qué van a hacerme?—le pregunto, furiosa—. ¡¿Por qué aún no me han matado?! ¡Sólo háganlo y déjenme de hacer parte de su rompecabezas! ¡Solo déjenme hacer mi vida y salir de aquí!

—No hay vida posible sin ti. Es una pena.

—¡¿De qué hablan?!

—Sabes que hay una guerra desatada de hito en hito en todo el mundo, cariño. ¿Verdad?

“Cariño”.

Me sabe a ácido la boca al escucharle llamarme de esa manera.

Benoit y el piloto me hacen avanzar. Sospecho que ni Alice ni Chloe saben realmente que son parte de esta farsa.

Si es que no las eliminaron a las dos, porque una de ellas estoy segura de que descubrió algo que no debía y ahora está muerta.

—¡No puedo creer que me hayas hecho esto, Benoit!—le digo, mirándolo de costado con lágrimas en los ojos.

Él no me mira directamente.

Solo es un soldado con la vista al frente.

Uno que supo hacer muy bien su trabajo, uno que tuvo que derramar sangre de sus colegas cuando fue necesario.

Los de la SWAT jamás estuvieron camuflados, siempre fueron parte del mismo equipo.

—No lo tomes personal, la sabiduría tolteca te vendría bastante bien, corazón—insiste Tryna. Se voltea y camina hasta el interior de la base militar, con el ejército de gente a su alrededor secundando sus pasos y los otros dos soldados arrastrándome tras ella.

Pasando a otro sector.

Uno abierto.

Uno que permite descubrir algo que me tiene completamente pasmada.

¿Es una…nave?

¿Por qué tiene forma de misil con la cola redondeada? Es, además…inmensa. Como si una ciudad entera pudiera mudarse a vivir ahí.

¿Qué clase de dimensiones tiene esta base militar si se observa desde el aire?

—Intentamos ser amos del universo—me habla Tryna—y realmente no pudimos. No cedieron. Siguieron con su amenaza encima, se siguieron metiendo entre nosotros e intentamos contener la situación al máximo posible.




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