La figura ha aparecido en Bagdad, capital de Irak. El centro está exactamente encima de la mezquita de Al Khadhumain en Kadhimiya de la cual no tengo mucho conocimiento porque no es mi área de experticia.
Un experto en Ciencias Sagradas y un antropólogo son quienes fueron convocados para asesorar al gobierno en qué significado podría tener un lugar como este.
Estamos reunidos en uno de los salones principales donde deduzco que han de debatirse otro tipo de cosas y que, ahora, define posibles teorías sobre el futuro de la humanidad y no me puedo creer que yo misma esté formando parte de ello.
¿Qué responsabilidad tengo en la toma de decisiones? ¿Qué sucede si algo de lo que se define aquí es errado? ¿La gente me condenará socialmente ante cualquier imprecisión o desperfecto? Lo que estamos viviendo confronta directamente cualquier situación que el sentido común considere evaluar.
El corazón se me cae a pedazos al igual que el mundo entero en el que siempre he vivido ante los desafíos que actualmente tengo por delante, pero aún así no puedo dar lugar a mis miedos o emociones porque sé que en cuanto ello tenga lugar, me quebraré por completo y no podré seguir adelante con el desafío que tengo por cumplir.
No es por un gobierno, ni es por un funcionario, tampoco por la gente, ni por el pasado ni por el presente. Es por mí. Tengo la oportunidad de demostrar lo que siempre quise y no puedo, ahora, estar en una sintonía diferente.
Los expertos me comentan un poco de su historia, pero debo limitarlos con una sola pregunta sobre la mesa, ya que los tiempos son acotados y tengo mucha presión por obtener respuestas veloces:
—¿Por qué creen que esta figura aparece aquí? ¿Ven alguna semejanza entre los diferentes lugares donde han aparecido?
—La fe—contesta el antropólogo—. Hasta el momento, solo apareció en lugares que la gente profesa credos hacia diferentes situaciones: desde un monumento hasta un centro de culto y oración, pasando por antiguos y contemporáneos.
—¿Y una base militar?
—La fe en sectores de conflicto y más aún de extremas condiciones donde vivir suele ser fundamental, hay mucho en disputa, se vive el día a día sin saber lo que sucederá—advierte el experto en Ciencias Sagradas
—De todas maneras, son hipótesis a verificar—concluyo este punto y paso a otro—. Tenemos algo más: todos los puntos y el color de esta figura.
—Es de un intenso color carmín—advierte la comandante y proyecta un mapa planisferio con todos los puntos.
Es un planisferio occidental clásico.
—¿Hay un mapa planisferio desde la perspectiva oriental?—le pido.
—Sí.
Lo cambia y se mueven los hitos.
El antropólogo se pone de pie en dirección a la pizarra donde es la proyección y, a la vieja escuela, saca un fibrón y une los puntos.
—¿Qué ha encontrado, doctor?—pregunta el otro asesor.
Frente a la pizarra el tipo se vuelve y me pongo de pie para hacer una señalización, esta vez desde el control del proyector portátil.
—Aquí es donde acaba la figura—murmuro.
—O comienza.
—Pero no cierra—convengo—. No cierra aún la figura.
—Exacto. Faltan puntos.
—Si no nos muestra otro color, significa que es donde empieza y termina—comento, descifrando la situación que tenemos delante.
—Si muestra otro color, habrá que hacer otra lectura, pero es lo que tenemos aún para concluir—advierte el antropólogo y luego me vuelvo a la comandante—. Tenemos información oficial para elevar al presidente.
Una vez concluida la reunión, me dirijo a grandes trompicones en dirección al auditorio donde se está llevando a cabo la investigación de los sonidos, no obstante, al pasar por una galería vidriada con acceso a uno de los patios internos del Palacio, escucho una avioneta entre los ruidos del caos de afuera y las vibraciones constantes que provoca nuestra figura en el cielo.
Me acerco para mirar hacia arriba y, entre la luz del cielo, se recorta la figura de una avioneta con un cartel negro que contrasta y permite hacer legible un reclamo.
“EL GOBIERNO NOS ENGAÑA”.
Cielos, ¿por qué tienen que hacer esto tan difícil?
Es lo que se tiene aquello que se ha revelado, ¿necesitan que les digamos que habrá una invasión alienígena acaso para que se queden tranquilos? Por supuesto que eso no daría tranquilidad.
Un momento.
¿Y si hay más?
¿Y si realmente el presidente Cruz está ocultando otra clase de intereses detrás de todo esto?
Desestimo la idea y sigo mi camino.
Una vez que llego al laboratorio, me encuentro con una pantalla gigante y una de las chicas ingenieras en sonido se me acerca con audífonos y me los pasa.
En la pantalla hay una grabación de video tomada por un piloto de avión mientras destruye nubes de granizo y luces de diferente matiz aparecen.
—¿Qué es…? —Antes de terminar la frase, capto la situación—. El Ártico.
—Descubrieron la figura.
—¿Saben el daño atmosférico que están provocando al hacer eso justamente ahí?
—Lo vienen provocando hace unos quince años, por lo menos—declara ella y no es nada nuevo, la verdad.
Entonces, noto en medio de los sonidos, lo que sucede.
Una nota.
Hay una nueva nota.
Otro de los científicos se acerca y me quito los audífonos.
Las reproduce todas juntas.
—Hemos probado diferente orden hasta dar con la armonía, nos enviaron también la nota de Bagdad. Es esta la armonía, pero está incompleta. Faltan al menos dos notas más y podremos pasar a la etapa de descifrar qué nos están queriendo decir.
—Por todos los cielos—el aire escapa desde mis pulmones con cada una de las palabras—. Estamos muy cerca.
No bastante, una bomba de estruendo se oye fuera, desde la multitud de la manifestación y sirenas de alarma se encienden en todo el Palacio lo cual activa un protocolo de protección que nos interrumpe todo el proceso.