Amo mi Peso

III

En las siguientes semanas, Claudio se embarcó en labores de trabajo sin cesar, que por momentos olvidaba comer a las horas adecuadas, pero las obviaba con un café bien cargado y dos panecillos dulces, que lo ponían alegre; antes de culminar su tercera reunión con el personal administrativo, remarcando los ajustes de los nuevos proyectos, como el gran festival que hace la empresa en su aniversario Nro.VIII, algo que su abuela no dejaba pasar de largo, dándole al personal la oportunidad de llevar a su familia y disfrutar del campo, al aire libre de una hacienda enorme que cuenta la familia Pauwels.

La gran extensión, permite que puedan hacer parrilladas como fogatas nocturnas todo esto detallaba el pelirrojo, al firmar los documentos y cerciorarse que todo el personal encargado haga su trabajo a la fecha acordada, que será dentro de dos semanas aproximadamente, pero la voz firme de su secretaria hace que la observé.

—Señor tiene que reunirse en una video llamada con los alemanes, para culminar el acuerdo y cerrar por este año. —Comunica Ana y le entrega la carpeta con el negocio de importación.

—Gracias… quiero, al menos cerrar los ojos me siento agotado. —suelta, sin pensar y su asistente curva una sonrisa.

—Porque mejor no termina esto y se retira, ha trabajado duro todos los días, incluso los fines de semana, eso no es sano. —Aconseja, pero niega en su posición.

—No puedo la empresa no sé moverá, por si sola. —zanjo lo último, mirando nuevamente los papeles.

Antes de que el sonido del celular alerte a Claudio, se dispone a mirarlo encontrando el nombre de ella…

—Bueno.

—Hola Claudio, ¿interrumpo?

De inmediato el pelirrojo, le pide a Ana que se retire; haciéndole señas que ella capta enseguida y se da media vuelta, cerrando la puerta de su oficina.

— ¿Sigues ahí?

—Por supuesto Irma, ¿dime que necesitas?

Toma el pañuelo del bolsillo delantero, secando su sudor que apenas comenzaba a estorbar.

—En realidad, te llamaba para saludar y también invitarte a un picnic mañana.

La invitación de la chica, dejo fuera de base a Claudio que se quedó un momento mudo, dejando que ella lo llamará como tres veces, hasta que decidió contestar.

— Lamento no responder, es sólo que me tomaste por sorpresa.

—Entiendo… pues si es precipitado lo podemos dejar, para después.

—NO.

Se apresuró a responder, dejando que el silencio los invadiera, pero se echó el cabello, hacía atrás tratando de relajarse.

—En realidad, estaría encantado de acompañarte Irma.

— ¡Enserio!

—Sí.

—Perfecto, entonces nos vemos a las 4 de la tarde mañana, espero puedas hacer una excepción de salir temprano.

—Créeme, lo haré Irma.

— ¡Fabuloso! nos vemos mañana querido.

El tono de llamada, al ser colgado duro unos minutos en el oído derecho de Claudio, que no podía creer que iban a tener una salida, después de unas semanas de ausencia, porque ambos trabajaban duro, pero no dejaban de escribirse cada que podían y él estaba muy alegre, por recibir un poco de atención en tanto tiempo. Por su parte volvió al trabajo, organizando la video llamada con los alemanes que alegres lo recibieron y le tomo como 45 minutos culminar, dejando que los ojos agotados del pelirrojo se sintieran agotados, como pudo se puso de pie, estirando el cuerpo sonando sus huesos, pero ignoró el dolor en su columna para tomar su portafolio y salir de su oficina.

Iba a tomarle la palabra a su asistente que al verlo salir, estuvo más tranquila de que se iría a casa, y fue lo que hizo, al ser llevado por su chofer, hasta que sus pies llegaron a su dormitorio, la mente de Claudio estaba funcionando en automático, necesitaba un baño que disfruto con agua caliente y termino por colocarse su ropa de dormir.

Dejando, que su cuerpo se acostará en la cama, su cabeza reposo en la almohada y de inmediato sus ojos se cerraron, dejándolo caer en la inconciencia.

***

El día siguiente, tomo forma para Claudio que no dejaba de hacer su labor, hasta colocar una alarma en el celular, dándole el chance de irse de la empresa cambiarse y poder encontrarse con Irma, tomo un respiro profundo; antes de oír a su asistente.

— ¿Señor, todo está bien? — pregunta, a lo que él asiente volviendo a revisar papeles.

—sí ¿Por qué?

Ana lo observa con el ceño fruncido, porque lo ve algo ansioso, más de lo normal, así que no duda en decirle.

—No lo parece señor, además lo veo muy ansioso. — suelta las palabras, dejando que los ojos de él la detallen.

— ¿Soy muy evidente? Ana. —pregunta, a lo que ella asiente curvando una sonrisa amable.

—Sí señor, además hoy desea cambiar algo de su agenda. — inquiere ella al señalar su Tablet.

Claudio observa las horas de trabajo y como hará un esfuerzo para salir temprano es crucial ser puntual y no dejar esperando, a una hermosa pelirroja que lo ha dejado muy anonadado desde que hablaron. Por ende, carraspea su garganta para dar sus respectivas instrucciones.




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