Había pasado cinco días, desde aquel beso que le robó Irma y mientras trabajaba Claudio buscaba concentrarse; sin obtener éxito, tanto que su asistente le tuvo que decir, como cuatro veces lo que debía hacer, con algo de frustración y solo en su oficina froto sus manos en el rostro, estaba muy ansioso como preocupado que ella… no le escribiera ni una vez.
Mientras que él, le había dejado mensajes como llamadas sin cesar, sin obtener respuestas de su parte, el pelirrojo volvió a negar, tomando otra bocanada de aire, hasta que la voz de su secretaria, por el intercomunicador lo hizo espabilar un poco, prestándole atención.
—Sr. Pauwels disculpe que lo moleste, pero tiene una visita.
Claudio frunció el ceño por lo último que oyó, así que decidió contestar.
— ¿Qué visita es? No espero a nadie por ahora.
—Me dice, que se llama Irma Renard.
Cuando escucho su nombre, dejo lo que estaba haciendo, para ponerse de pie y decirle a Ana que la deje pasar, manteniendo todo en orden la espera de pie, apenas la dama aparece en su vestido azul ajustado al cuerpo, junto a la elegancia que la caracteriza, desbordando en su aroma tan afrutado que lo dejó sin aire, tragó en seco y decidió brindarle una sonrisa a la pelirroja que emana poder, a dónde sea que vaya.
—Irma ¿no esperaba verte aquí? —expone su duda.
Siendo cautelosa, se acerca y le da un abrazo corto, que lo dejo algo asombrado, así que decidió no darle importancia, por el momento sentía que ella se encontraba seria, porque no revelaba ese brillo, al sonreír.
—Disculpa si soy inoportuna, es seguro que te encuentras ocupado. —aclara con algo de pena.
Claudio se acerca, para llevarla al sofá, la invita a sentarse y le pide una explicación de lo que sea que la esté molestando.
—Espero no importunar. —se lamenta, pero él niega.
—No digas eso Irma, puedes decirme lo que sea te escucho. —enfatizo, al tomar sus manos y arroparlas con las de él.
Le tomo a los menos, dos minutos poder hablar.
—La cuestión es… que no te escribí, porque tuve una visita inesperada de alguien en mi lugar de trabajo. —comienza a decir, pero Claudio la insta seguir. — Y esa persona era la Sra. Lidia Pauwels.
De inmediato el pelirrojo se pone de pie y decide caminar, alrededor de la oficina entendiendo más el asunto y por qué Irma no le devolvía los mensajes, debido a la inesperada visita de su abuela, esperaba no equivocarse, porque conocía a su pariente y lo que más la impulsaba, era su determinación por conseguir lo que desea.
—Dime ¿que fue hacer? — pidió saber, volviendo a fijar sus ojos en ella.
—Pues… me dijo que no debía acercarme a ti, porque somos diferentes y no sólo por el estatus, sino porque realmente piensa, que no me interesas como hombre. —dejo salir la verdad, mientras él apretaba los puños, sin darse cuenta.
—Esto es increíble. — soltó con ironía, colocando la mano en su frente.
La pelirroja se puso de pie, detallando más la angustia de Claudio y no podía fallar en el siguiente paso, era necesario continuar; así que con cuidado coloco sus manos sobre los hombros robustos de él que de inmediato se giró para encararla.
—Realmente lo siento Claudio, pero necesitaba que lo supieras por mí, pero sabes algo. — dice con ternura, al tocar su mejilla.
— ¿Qué cosa? —pregunta.
—No me importa lo que piensen los demás o tú abuela, porque yo te quiero en mi vida. —declara con veracidad.
Dejando que esas palabras, formen un antes y un después en la vida de ambos, tanto que la abrazo tomándola desprevenida, no sin antes revelar lo que él sentía.
—Yo también te quiero Irma es más… no quiero que te vayas, porque yo lucharé por ambos. —confeso, con alegría.
—Me alegra oír eso.
—Siempre lo oirás Irma, además ¿quiero pedirte algo? —agrega y ella frunce el ceño sin comprender.
—Dime.
—Quiero pedirte formalmente, que seas mi novia. —lo suelta con rápidez, dejando que sus mejillas se tiñan un poco.
Los ojos de ella se iluminaron de gran manera, logrando que lo abrace y él le corresponda con cariño, se tomaron su tiempo; hasta que ella sin despegarse lo detalla, para unir sus labios con los de Claudio nuevamente, pero decide corresponder de forma dulce algo que Irma no conto, pero se mantuvo en su postura, hasta que el beso culmino, dejando a un pelirrojo con ganas de más.
—Y acepto… ser tu novia. — con eso ultimo ambos sonrieron.
***
Pasado un mes la vida de Claudio iba cambiando cada vez, unido a Irma que lo hacía feliz salían cada momento a restaurantes de lujos, cine, opera e incluso navegar un bote por petición de la dama, era algo que él no se permitía decepcionarla y ella lo sabía, al recibir regalos de todo tipo de clases, tanto que las noticias llegaron a los periodistas de la zona y dejando que los fotógrafos hicieran de la suyas para tomarles fotos, realzando más el romance en la pareja y más en la familia Renard.
Que muy influyentes en el medio de las joyas, lograban vencer en el mercado gracias a la empresa de la familia Pauwels, estando en su oficina tan elegante el hombre canoso con porte de estricto, curvó una sonrisa, bebiendo a la vez un sorbo de su whisky holandés; antes de recibir un toque en su puerta decide dar el pase, dejando que la figura de su bella hija, aparezca enfundada en un vestido rojo, como su flamante cabello suelto y sus labios carmín, resaltando más su belleza exótica, ante todo el mundo como el nuevo rubí de la empresa de su novio, toma asiento con total elegancia; dejando que su Padre se siente en su lugar de dueño y señor.